El ministerio dice que el informe final "tardará muchísimo"
El pasado 14 de agosto, la ministra de Sanidad, Ana Pastor, encargó al Instituto de la Salud Carlos III (el organismo responsable de asesorar científicamente al ministerio) un informe sobre los efectos de la ola de calor. Ayer, la responsable del estudio, la epidemióloga Concha Grau, presentó a la directora general de Alta Inspección, Ana Sánchez, el esquema del trabajo. El informe no tiene, todavía, una fecha límite.
"El sistema para obtener datos consolidables sería cruzar las defunciones del Instituto Nacional de Estadística con la tabla internacional de enfermedades [una clasificación elaborada por la Organización Mundial de la Salud], pero ese trabajo tardará muchísimo. Por eso el ministerio ha pedido, como paso intermedio, un informe a los epidemiólogos del Carlos III", afirmó ayer la directora general.
El objetivo del trabajo del Carlos III será "evaluar la mortalidad atribuible a la ola de calor", explicó Sánchez. Para ello se seguirán dos procedimientos. Uno de ellos es "similar al que han utilizado en Francia", que consiste en comparar las cifras totales de mortalidad de este año y la serie de los años anteriores.
El otro será una especie de sondeo. Para ello se recabarán los datos de los libros de registro de los cementerios municipales y los hospitales más significativos. "A los centros sanitarios se les ha pedido ya la variación del número de pacientes atendidos en urgencias, el de ingresos y las defunciones", indicó Sánchez.
Depurar la información
La parte más laboriosa vendrá después, cuando haya que "obviar los distintos sesgos" que "contaminan" esta información, aclaró la responsable de Alta Inspección del ministerio. "Es muy importante poner los datos de fallecimientos en relación con la población, algo que en los cálculos que han aparecido hasta ahora no se ha hecho", afirmó Sánchez.
Otro de los aspectos a tener en cuenta es el "cambio importantísimo que ha habido en la cultura mortuoria de los españoles en los últimos años". Esta evolución se manifiesta, por ejemplo, en que cada vez se utilizan más los servicios de los tanatorios en lugar de velar a los difuntos en los domicilios, como antes. Por eso, si se toma como información la variación de ocupación de las salas mortuorias, el resultado puede salir distorsionado, explicó la responsable de Sanidad.
El otro factor que se debe considerar es el creciente desarraigo de la población rural y la inmigración. "Cada vez hay más gente que viene a morir a las ciudades, y si se toman sólo los datos en las capitales hay que eliminar este factor", aclaró.
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