"En Cuba lo que no gusta no existe. Sólo existe para mandarlo a la cárcel"
José Latour (La Habana, 1940) ganó en julio el Premio Hammett de la Semana Negra con Mundos
sucios, ex aequo con Francisco González Ledesma (El
pecado o algo
parecido), ambas publicadas por Planeta. Latour escribió Outcast en inglés y la publicó en EE UU, en una pequeña editorial de Brooklyn. Fue finalista del importante Premio Edgar de novela negra, y eso, explica, "despertó un interés casi exagerado": fue editada en Alemania, Francia, Holanda, Italia, Japón y España. Él mismo la tradujo al español y la tituló Mundos
sucios.
Los mundos sucios de Latour son Cuba y Miami. Una Cuba desgarrada en la que apenas hay alimentos, ni transporte público, ni gasolina; con apagones largos y diarios, donde el vecino vigila al vecino y donde todo el mundo está bajo vigilancia; donde es casi obligatorio delinquir para sobrevivir. El Miami de Latour no sale mejor parado. Es una sociedad turbia donde los delitos son de mayor envergadura.
"Los escándalos de corrupción política fueron trasplantados a tierras americanas por cubanos. Lo peor de Cuba se fue a Miami"
Elliot Steil, el protagonista de Mundos
sucios, es hijo de padre estadounidense y madre cubana. Maestro de inglés marginado por no ser "suficientemente revolucionario" tiene la oportunidad de emigrar clandestinamente a EE UU gracias a un extraño individuo. En la travesía empieza la salvaje aventura que llevará a Elliot al submundo de corrupción de Miami. Mundos sucios es una novela negra.
Pregunta. ¿Por qué la escribió en inglés?
Respuesta. Es una historia larga. En 1994 terminé El
tonto, inspirada en un caso real: dos oficiales de Interior se aprovecharon de la candidez de un experto del mercado de futuros del azúcar para lavar dinero del narcotráfico. La entregué a mi editorial, Letras Cubanas, y comenzó una reevaluación política de mi persona. Fui muy cuestionado. Yo trabajaba como analista en el Ministerio de Finanzas, pero lo dejé. Sólo podía vivir de mi literatura. Me di cuenta de que me iba a ser muy difícil publicar en Cuba, así que escribí la novela en inglés y tuve la suerte de que se publicara en Estados Unidos.
P.
Outcast fue finalista del Edgar, ¿qué repercusión tuvo en Cuba?
R. Ninguna. Comprendí que había sido marginado del mundo cultural, porque, si cualquier cubano gana el premio más insignificante en cualquier parte del mundo, es ampliamente reseñado en la prensa cubana.
P. ¿No hubo ni un solo comentario?
R. No. En Cuba lo que no gusta al Gobierno no existe. Sólo existe cuando se le manda a prisión tras un juicio de cuatro o cinco horas.
P. Sabe usted mucho inglés.
R. Estudié en un colegio bilingüe, antes de la Revolución, claro. Y además pasaba las vacaciones en EE UU, porque tenía parientes allí. También aprendí de las películas, que en Cuba no se doblan. Y durante un año tuve antena parabólica.
P. ¿Sólo un año?
R. Era clandestina y se consideró que podía contaminar nuestra ideología. Codificaron la señal. Sólo pueden tener antena quienes están autorizados por el Gobierno.
P. ¿Por qué dejó el Ministerio de Finanzas?
R. Primero, porque me quería dedicar por completo a la literatura y, sobre todo, porque avizoré que se iba a producir un cataclismo económico en Cuba y que no podríamos hacer nada.
P. Se produjo y no pudieron hacer nada.
R. Efectivamente. El sistema no admite desviaciones de la línea establecida. El comunismo se había derrumbado en la URSS y en el Este. En China y en Vietnam aprendieron de esa experiencia e iniciaron reformas económicas que prolongaron los gobiernos comunistas. Pero Cuba lo hizo tarde y mal. Cuba no cambió su rumbo. Dejar Finanzas ha sido la decisión más acertada que he tomado en mi vida.
P. Elliot, su protagonista, pasa hambre, mucha hambre. ¿Es ficción o realidad?
R.
Mundos sucios es ficción, pero todo hace referencia a una realidad concreta. Puedo asegurar, con toda responsabilidad, que no hay ni una sola mentira ni una exageración de lo que yo cuento de la Cuba de 1994.
P. ¿Pasó usted hambre?
R. Sí. Adelgacé 40 libras [casi 20 kilos]. Pasé hambre no porque no tuviera dinero, sino porque no había comida. El Estado controla el 75% de la tierra de cultivo y era incapaz de producir para alimentar a la población. Un solo hombre impidió que el sector privado de agricultores pudiera vender a los ciudadanos a precio libremente concertado arroz, fruta, hortalizas o frijoles.
P. Se refiere a Castro, claro.
R. Sí. Yo hablé con conocidos comunistas y todos estaban a favor del mercado libre campesino, pero él no quiso: hubiera sido corrupción, los campesinos se hubieran hecho millonarios. En Cuba hay una doble moral gigantesca. Cuando finalmente se permitió el comercio del sector privado, el hambre disminuyó.
P. Lo primero que hace Elliot en Miami es robar coches, luego trabaja en una empresa fraudulenta. Su amigo, el policía Tony Soto, tampoco es trigo limpio.
R. Miami es una sociedad turbia. Esos continuos escándalos de corrupción política y económica, de sobornos y trampas, fueron trasplantados a tierras americanas por cubanos. Lo peor de Cuba se fue a Miami.
P. Después de la Revolución.
R. Sí. Emigró a Miami como medio millón de personas, la mayoría honesta y trabajadora. Pero también fueron torturadores, asesinos, corruptores, malversadores que salieron huyendo de la Revolución. Desgraciadamente, la política de Miami está manipulada por elementos corruptos cubanos, y repito que la mayoría de cubanos de Miami son honestos. Pero, si se revisa la historia de Florida antes y después de 1959, se verá que los escándalos empezaron con la llegada de los cubanos. No olvide que esos quinientos y pico de votos por los que ganó el señor Bush eran votos cubanos, fraudulentos o no.
P. Ni Cuba ni Miami.
R. Los cubanos nos vamos a los extremos. Ya lo dijo Máximo Gómez, general en jefe del Ejército Libertador: "El cubano o no llega o se pasa". Cien años después sigue siendo cierto. Los que defienden el comunismo aseguran que no ha habido en la historia de Cuba un sistema más honesto y eficaz y que Fidel es el más grande. Los detractores de Miami, en cambio, están convencidos de que la Revolución es lo peor que ha pasado en Cuba, que es el régimen más cruel y sanguinario, que hay la represión más brutal, que Fidel es peor que Hitler y Stalin, que ha sido el mayor desastre económico... En ninguno de esos extremos está la verdad. No encuentro cobijo en el comunismo ni en el anticomunismo. Y si éste es el precio que hay que pagar por la verdad estoy dispuesto a pagarlo.
SUEÑOS
Mundos sucios fue publicada en 2002 y ese año José Latour fue invitado a presentar la novela en la Semana Negra de Gijón. No pudo, porque el visado le llegó cuando ya había acabado el encuentro. De todas maneras, viajó a Gijón con su esposa y sus dos hijos y allí sigue desde hace un año, con permiso temporal de residencia. ¿Qué hará cuando se le acabe? Dice que no descarta regresar a Cuba, pero con ciertas condiciones. "Quiero que se me permita salir de Cuba cuando quiera, sólo con 48 horas de antelación. Quiero tener acceso a Internet. Ésas serían las condiciones materiales. Lo más importante es que quiero tener absoluta libertad de creación sin que eso signifique un juicio sumarísimo y 20 años de reclusión.
El Gobierno no da alternativas a la oposición".
Lo ocurrido con los 75 disidentes encarcelados en marzo le preocupa muchísimo. "Nadie no autorizado puede escribir sobre la realidad cubana. Es la sociedad perfecta. ¿Cómo va a existir prostitución, narcotráfico o corrupción en un país que, según el Gobierno, es el faro y la guía del mundo?".
Mientras sueña
con regresar a Cuba, Latour publicará en marzo de 2004 otra novela en inglés, en EE UU, editada por Atlantic Grove. Se titulará Havana world series y tratará sobre
La Habana de 1958. Outcas
t (M
undos sucios)
le ha abierto una
puerta internacional.
El tonto,
que
no pudo sacar
en Cuba, ha sido
publicada en Italia
y Japón.
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