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Las tormentas provocan inundaciones, cortes de luz y líneas férreas en Cataluña y Valencia

Una turbonada destruye fábricas y viviendas en varias poblaciones cercanas a Vic

Miquel Noguer

En lo que parece ser un preludio de la gota fría, fuertes tormentas recorrieron ayer el levante español y provocaron destrozos e inundaciones de bajos y sótanos en numerosas poblaciones de Cataluña y la Comunidad Valenciana. Especialmente graves fueron los daños provocados por una turbonada que recorrió varias poblaciones cercanas a Vic (Barcelona), donde destruyó tejados de fábricas y casas, arrancó árboles centenarios de cuajo y sembró el pánico en la población durante los pocos minutos en que actuó. Pese a la virulencia del fenómeno, no se produjeron daños personales.

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La ola de calor no podía acabar de forma más brusca. Un frente tormentoso procedente del Mediterráneo provocó ayer graves destrozos en el litoral catalán y, sobre todo, en la comarca de Osona (Barcelona), donde la masa de nubes se convirtió en una turbonada, una combinación de lluvia y vientos con una virulencia similar a la de un tornado. El paso de esta turbonada por cuatro municipios destruyó una veintena de naves industriales, dejó sin tejado decenas de edificios de viviendas y arrancó árboles y mobiliario urbano en un radio de más de diez kilómetros.

"Todo saltó por los aires en tres segundos, fue como en una película", explicaba a mediodía Pere Casanovas, propietario de una gasolinera de Centelles (Osona), donde las chapas del tejado y las persianas de algunas ventanas desaparecieron por efecto del viento. Todo comenzó a las once de la mañana. Era un día gris, menos caluroso que las jornadas anteriores y en la zona circulaba un aire recalentado. De repente todo cambió. "El viento comenzó a soplar más y más fuerte, oscureció y comenzaron a caer gotas de agua muy grandes", explicaba Isabel Pasqual, otra vecina con la entrada de su casa convertida en un barrizal. De repente, los contenedores de basura, incluso los que no tenían ruedas, comenzaron a moverse a gran velocidad y uno de ellos impactó virulentamente contra la gasolinera de Pere Casanovas.

Unos metros más allá, el drama era peor. Montserrat Poy y su familia veían cómo, en cuestión de segundos, el tejado de su casa se hundía sobre la habitación que ella suele ocupar. "Por suerte nos habíamos levantado temprano y habíamos decidido bajar a una tienda, si no nos mata aquí mismo". Ellos tuvieron suerte, pero su casa difícilmente volverá a ser la misma. En toda la parte delantera ya no hay tejado. En la trasera, el techo está agrietado y amenaza ruina. Y para colmo, las goteras. Toda la casa tenía ayer filtraciones de agua. "Esto se hundirá", repetía Montserrat Poy apesadumbrada.

Los habitantes de los cuatro pueblos más afectados por la turbonada emplearon buena parte del día de ayer en recuperarse del susto y comenzar a evaluar los daños, que eran muchos. "Espero que los del seguro estén por la labor", apenas acertaba a decir el propietario de una tienda de muebles de Taradell, que se quedó sin techo, sin paredes y con el mobiliario expuesto destrozado. "Al menos no nos ha pasado nada a nosotros", se consolaba.

Lo que más sorprendió a los vecinos es la forma irregular con la que la turbonada afectó sus municipios. Una calle se mantenía intacta, mientras la contigua aparecía cubierta de amasijos de hierros, montañas de cascotes y trozos de metal de grandes dimensiones procedentes de las naves de la vecina zona industrial.

Las tormentas, de corta duración pero fuerte intensidad, provocaron daños en todo el levante catalán. Una caída del suministro eléctrico afectó a toda la red de cercanías de Renfe en Barcelona. Los trenes dejaron de circular durante más de media hora. Los bomberos tuvieron que realizar más de cuatrocientos servicios, muchos de ellos para achicar agua de sótanos, mientras seis carreteras quedaron cortadas durante parte de la mañana a causa de las lluvias.

Las tormentas provocaron también cortes eléctricos en varias poblaciones de la provincia de Castellón, por lo que seis trenes de grandes líneas de Renfe que cubrían el corredor Mediterráno con destino Barcelona acumularan un retraso medio de cuatro horas. La falta de energía se localizó entre Sagunto y Ulldecona. La suspensión del servicio afectó a 1.100 personas, una parte de los cuales fueron transportados por carretera. Fuentes de la compañía ferroviaria informaron que sólo en el caso de un tren Arco, detenido en el tramo entre Benicàssim y Oropesa debido al impacto de un rayo sobre la catenaria, la causa del retraso puede ser atribuida directamente a razones meteorológicas.

El resto de fallos en la red, según las mismas fuentes, tuvo su origen en una avería en instalaciones de Iberdrola, compañía suministradora que la atribuyó a los fuertes chubascos registrados, así como al viento, que arrastraba "ramas y plásticos que chocaban con las líneas". Desde las siete de la mañana hasta el mediodía se produjeron cortes temporales en la provincia de Castellón. El servicio fue restableciéndose a lo largo del día.

El agua caída entre las seis y diez de la mañana provocó también inundaciones de bajos en las localidades de Onda, Castellón de la Plana y Vila-Real, donde los bomberos tuvieron que achicar el agua de la estación ferroviaria después de recogerse 54 litros por metro cuadrado. En la provincia de Valencia, Bétera alcanzó 77 litros por metro cuadrado y Vilamarxant 74.

Alentado por el fuego

Según el responsable de la estación meteorológica del Mont- seny, Miquel Meseguer, los destrozos producidos en Osona son propios de las turbonadas. "Si se hubiera tratado de un tornado los daños podrían haber sido superiores, pero se habrían concentrado en un único punto".

La turbonada, en cambio, se desencadena simultáneamente en una gran franja de terreno. De hecho ayer afectó cuatro municipios al mismo tiempo.

Según Meseguer, las turbonadas son un fenómeno similar a un tornado, "pero en lugar de un embudo vertical que gira sobre sí mismo, aparece una zona de grandes turbulencias a ras del suelo y con un eje horizontal". "El aire frío de las capas superiores se desploma y con él también baja bruscamente la presión". "Es como si uno tira un chorro de agua fría en una paella con aceite hirviendo; explosivo".

¿Tienen las turbonadas algo que ver con la temida gota fría? ¿Y con los incendios de la semana pasada? En opinión del meteorólogo del Montseny, "todo influye en este tipo de fenómenos". De hecho, la zona afectada por la turbonada de ayer se encuentra a menos de 10 kilómetros de la zona calcinada por los focos de Sant Llorenç Savall y Granera, que quemaron casi 5.000 hectáreas. "Los incendios calientan mucho la atmósfera y el calor acumulado durante toda esta semana era enorme", afirma Meseguer.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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