Del textil a la química
El plan industrial de La Seda la convierte en una empresa especializada en los polímeros
Con el tiempo justo para digerir la anunciada operación de compra de la portuguesa Selenis y la última ampliación de capital por un importe de 60 millones de euros, el grupo químico-textil español La Seda de Barcelona modifica su cifra de resultados, que pasa de los 1,3 millones de euros anticipados por la empresa a 1,5. Pese a que este cambio, enviado el pasado día 4 a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), resulta apenas significativo, el margen de La Seda sigue expresando el arranque lento de su definitiva reconversión.
La antigua sedera es, hoy por hoy, un productor internacional de polímeros que quiere crecer en el sur y el este de Europa, las zonas en las que ha encontrado socios que le aportaran sinergias. Pero, para cerrar su plan industrial, la compañía está obligada a reducir su pasivo con la venta de los solares de El Prat de Llobregat (Barcelona), donde estuvo enclavada Viscoseda, su antigua planta de rayón.
Para cerrar su plan industrial, la compañía está obligada a reducir su pasivo con la venta de los solares de su antigua fábrica de rayón
La producción de plásticos polimerizados fue el banderín de enganche de la entrada de Ibersuizas y más tarde del socio tecnológico Imatosgil
En la captación de Selenis, el mayor fabricante de poliéster de Portugal -controlado por Imatosgil, que, en la actualidad, ya es el socio tecnológico de la compañía española -, La Seda anunció una inversión de 35 millones de euros. Desde el punto de vista industrial, la captura de Selenis le supone a La Seda pasar a consolidar los 90 millones de euros de facturación de la portuguesa y sumar a sus 160.000 toneladas de productos polimerizados otras 100.000 del nuevo socio.
Este incremento de capacidad representa la primera operación de envergadura por parte de La Seda, tras ver modificada su estructura accionarial como consecuencia de la OPA lanzada el pasado año por la sociedad PC S. XXI. Esta última es una sociedad de inversión que tiene detrás al grupo saudí Aba Husain y que ha pasado a controlar el 11,99% de La Seda, seguida de Imatosgil, con el 10,94%, y del holding Ibersuizas, que posee un 9,10%.
Desde que, en 1991, la compañía fue abandonada por su antiguo propietario, el grupo holandés Akzo, La Seda atravesó un desierto. Tras su etapa fundacional de vocación textil, vivió una época de esplendor en los tiempos en los que la fibra desbancó a las materias primas tradicionales del sector textil. Ahora la empresa ha pasado a convertirse en química, ya que está dedicada básicamente a la fabricación de plásticos polimerizados (PET) en su filial Catalana de Polímeros, y factura gran parte de su producción en los mercados exteriores, de forma coordinada con Imatosgil.
Los PET ya actuaron como un banderín de enganche que acabó provocando la entrada de Ibersuizas en el capital en 1995. La segunda gran incorporación fue la de Imatosgil, a la que siguieron otros accionistas con vocación de estabilidad como Hemisferio, la empresa patrimonial de la familia del editor José Manuel Lara Bosch; la aseguradora Fiatc, y la sociedad de inversiones Matrust, vinculada al núcleo familiar del empresario y ex alcalde de Barcelona Enric Masó.
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