Francia debate la atención a los ancianos tras la ola de calor
Un 50% de las muertes se ha producido en los domicilios en completa soledad
Tras la catástrofe sanitaria, la polémica política. Ayer el primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, efectuó una muy periodística visita a un hogar de jubilados de Borgoña para intentar retomar la iniciativa ante el escándalo de la muerte de 3.000 personas, víctimas directas o indirectas de la canícula reconocidas por el propio Gobierno francés. El drama ha afectado sobre todo a ancianos solos, lo que ha reavivado el debate de la atención a la gente mayor.
"Es el momento de la solidaridad, no el de la polémica", dijo Raffarin para, a continuación, descargar la responsabilidad del drama en el conjunto de la sociedad francesa: "En esa crisis dolorosa que nos ha hecho vivir esta canícula, ha aparecido un drama francés, el del abandono, el de la soledad de las personas ancianas". El primer ministro se dijo "impresionado" por una estadística: "El 50% de los fallecimientos se ha producido fuera del hospital, a menudo en el propio domicilio, en completa soledad".
Los médicos de urgencias franceses, además de lamentar la falta de medios y efectivos, han dicho en numerosas ocasiones que "la atención preventiva domiciliaria francesa está muy por debajo de la que se proporciona en Alemania, Suecia o Dinamarca".
En respuesta a esa queja, Raffarin considera que "ha llegado el momento de repensar los servicios de urgencias hospitalarios, hay que revalorizar esos servicios, tener en cuenta cómo cambia la sociedad, no olvidar que en los próximos diez años va a doblarse el número de personas de más de 85 años". Como buen antiguo publicitario, lanzó una frase para trastornar la imaginación adormecida de la ciudadanía: "Hay que acabar con la indiferencia ante las persianas cerradas".
Dos días antes, Raffarin, que quería evitar verse salpicado por la crisis y dejaba que fuesen los ministros del ramo quienes encajasen todas las críticas, rehusó responder a un periodista de la televisión pública. Las imágenes de su negativa, emitidas una y otra vez, fueron las que ayer le obligaron a dejarse ver en medio de una residencia de ancianos.
Críticas políticas
Arnaud Montebourg, diputado socialista renovador, reclamó la dimisión del ministro de Sanidad, acusándole de haber reaccionado con mucho retraso. "Hace más de una semana que los médicos de urgencias denunciaban el drama y el Gobierno respondía con su ausencia o con el silencio, preocupado tan sólo del excesivo consumo de electricidad por el uso de microondas o secadores de pelo".
Patrick Pelloux, presidente de los médicos de urgencias, señaló que "esa catástrofe sanitaria plantea problemas sociológicos y estructurales. Como en [la ola de calor de] Chicago en 1995, los que han muerto o han corrido más peligro son los más pobres, los viejos o enfermos abandonados, los que no tienen domicilio o viven en peores condiciones". En definitiva, los miserables de una sociedad rica.
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