Seguridad entre líneas
Me gustaría denunciar una de las realidades más conocidas, menos escuchadas y que más suceden. Una de las personas que más quiero pasó cerca de una situación límite, de las multitudinariamente conocidas, que suceden a diario pero no con tanto alcance.El accidente de Segovia, como tantos otros, a los ojos de los espectadores, fue "importante", es decir, de relevancia o gravedad. Pero para la gente que día a día pasa más de diez horas en ese tipo de tareas es como cualquier otro día: mucho trabajo, mucha prisa y pocos, o nulos, medios de seguridad.
Mi carta es una denuncia a lo que sucede en este gremio y en muchos otros. Las medidas de seguridad exigidas y las dotadas distan tanto como lo que conocemos como derechos y obligaciones. Lo que, cumpliendo con las obligaciones, desde el punto de vista del empresario, son las medidas de seguridad, el otro día en Segovia tardaron más de cuatro horas en llegar. Que los trabajadores tarden ese tiempo en recibir sus derechos por salvar su vida. ¡Ya está bien!
No nos pueden hacer creer que las medidas de seguridad funcionan con toda normalidad, como nos quiso hacer creer el ministro de Defensa, Federico Trillo-Figueroa. Cuando estas medidas de seguridad eran entregadas, obrero a obrero, así hasta 34 personas, con nombre y apellidos que nunca surgieron. Todo para que la tele viera qué bien funcionan las obras y los grandes proyectos.
Lo más importante es que, si la obra hubiera llevado el curso que debe, esos hombres hubieran podido salir, lo más, a 250 metros. Que es la distancia a la que deben comunicar los túneles, de ida y de vuelta.
Respecto a la ciudad en la que dicen que están esos operarios, decir que si una ciudad no tuviera agua, duchas ni un lugar donde comer, esa ciudad sería tercermundista. Me despido sin otro motivo que animar a los que día a día van a ese lugar que les permite seguir sobreviviendo.
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