La inagotable leyenda de 'Casablanca'
"¿Hubo algo entre tu padre y nuestra madre? No, no hubo nada". El misterio sobre el romance entre Humphrey Bogart e Ingrid Bergman se desveló el lunes en Nueva York, cuando sus familias celebraron el aniversario de la mítica película.
El avión despegó hace ya 60 años, llevándose una pareja y dejando otra en tierra. El héroe checo y su joven esposa volaron hacia la libertad. El aventurero americano y el cínico policía francés se quedaron para combatir. Y, sin embargo, aún quedaban preguntas en el aire. Dos familias, la de Humphrey Bogart y la de Ingrid Bergman, se reunieron el lunes en Nueva York para despejar la cuestión final: ¿hubo algo entre nuestro padre y vuestra madre? No, no hubo nada, salvo un mínimo de cortesía y mucha prisa por acabar el rodaje. La química entre Bogart y Bergman fue un milagro del celuloide, uno más en una película mítica surgida de un cúmulo de casualidades y decisiones de última hora. A Bergman, que no supo hasta el final si su personaje amaba al aventurero o al líder de la Resistencia, ni siquiera le gustó el resultado de su trabajo, aceptado a regañadientes a falta de algo mejor.
Ingrid Bergman no expresaba cordialidad hacia Bogart: "Nunca lo conocí realmente. Lo besé, pero no lo conocí"
La viuda de Bogart, Lauren Bacall, y su hijo, Stephen Bogart, y las hijas de Ingrid Bergman, Pia Lindstrom, Isabella Rossellini e Ingrid Rossellini, asistieron en el Lincoln Center neoyorquino a la proyección de una copia restaurada de Casablanca, la mejor película de todos los tiempos, a juicio del American Film Institute. Las dos familias contemplaron de nuevo el reencuentro de Richard Blaine e Ilsa Lund junto al piano del bar y su brumosa despedida en el aeropuerto, y rememoraron a la salida las circunstancias en que dos actores crearon un amor frustrado e inolvidable. "Mi madre no tenía una buena relación con tu padre", le confesó Pia Lindstrom a Stephen Bogart. "Nunca llegaron a ser amigos", comentó Isabella Rossellini. "Había química en la pantalla, pero no en la realidad", dijo Lauren Bacall. Las miradas eran lo bastante intensas en el filme como para convencer a la entonces mujer de Bogart, Mayo Methot, de que algo ocurría entre los dos actores cuando la cámara se apagaba.
Bogart y Bergman mantuvieron una relación muy fría durante el rodaje, realizado en los estudios de Warner Brothers en Burbank, California. Bergman había aceptado el papel porque la habían rechazado, inicialmente, como protagonista de Por quién doblan las campanas. Para el papel de Richard Blaine, Warner había pensado inicialmente en George Raft y, según un terrible rumor, en Ronald Reagan; Bogart, que nunca había interpretado a un héroe romántico, fue una segunda o tercera opción.
Entre las primeras escenas que se filmaron, las del dulce romance en París, y las últimas, las desarrolladas en el interior del Blue Parrott, el bar del truculento Ferrari, el guión se improvisó día a día. Cuando Bergman preguntó a los guionistas cuál era el auténtico amor de su personaje, la respuesta fue descorazonadora: "Lo sabrá en cuanto lo adivinemos". Hacia el final, la actriz sueca sólo quería acabar cuanto antes: había conseguido el papel que realmente deseaba, el de la religiosa en Por quién doblan las
campanas, y le daba igual marcharse con Victor Lazlo o quedarse con Richard Blaine.
Esa prisa de Ingrid Bergman generó uno de los milagros de Casablanca. Leslie Epstein, hijo del guionista Philip Epstein, explicó que el compositor Max Steiner, autor de la banda sonora, detestaba la canción As time goes by (El tiempo
pasará), compuesta por Herman Hupfeld, y quería que se filmara de nuevo el encuentro entre Rick e Ilsa para que Sam tocara otra melodía al piano. "Pero entonces Ingrid había firmado por fin el contrato para Por quién doblan las campanas y se había cortado el cabello, por lo que era imposible cambiar la escena", dijo Epstein. As time goes by quedó como pieza central de la película.
Casablanca aspiró a ocho Oscar en 1943 y obtuvo tres: mejor película, mejor director (Michael Curtiz) y mejor guión. Bogart, candidato a la estatuilla a mejor actor, perdió frente a Paul Lukas, y Bergman, que no era candidata por Casablanca sino por Por quién doblan las
campanas, perdió frente a Jennifer Jones. Bogart nunca consideró que aquel fuera su mejor trabajo. E Ingrid Bergman se irritaba cuando, año tras año, los entrevistadores le preguntaban por aquello. "Es una bonita película, pero nunca me pareció nada especial", decía. Tampoco expresaba cordialidad por el protagonista masculino: "Nunca lo conocí realmente. Lo besé, pero no lo conocí".
La película que vieron el lunes las familias Bogart y Bergman tenía un brillo especial. Se trataba de un nueva copia en 35 milímetros, extraída directamente del nitrato original y de la banda sonora guardados en los archivos de Warner. La productora también ha distribuido una edición especial de Casablanca en DVD, con cuatro horas de material adicional, incluyendo tomas falsas y escenas que los montadores (entre ellos Don Siegel, de posterior fama por Harry el
Sucio) decidieron descartar.
La película, en realidad, tiene 61 años, porque fue filmada en 1941 y se proyectó como preestreno en Nueva York en otoño de ese año. El presidente Franklin Roosevelt la vio en la Casa Blanca el 31 de diciembre del 42. Pero el público estadounidense la descubrió a principios de 1943, poco después de que la Conferencia de Casablanca marcara la ruptura de Washington con Vichy y el acercamiento de Roosevelt hacia el general Charles de Gaulle, y de que el desembarco de Dwight Eisenhower en el norte de África (noviembre de 1942) colocara el puerto de Casablanca en los titulares de la prensa. Aquello fue un prodigio de oportunidad. Estados Unidos, como el capitán Renault, optaba finalmente por la Francia libre. El desembarco en Europa, año y medio más tarde, se perfilaba en el horizonte. Cuando el chescoslovaco Victor Lazlo se despedía de Richard Blaine entre la niebla, parecía hablar a todos los estadounidenses: "Bienvenido a la lucha. Esta vez, sé que nuestro bando vencerá".
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