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Entrevista:GUEORGUI SATÁROV | Analista político ruso y ex consejero de Yeltsin

"Tener éxito en los negocios es peligroso en Rusia"

Pilar Bonet

La corrupción de las altas esferas de poder en Rusia en época de Vladímir Putin es "incomparablemente mayor" que en época de Borís Yeltsin, y se ha hecho también más sofisticada, afirma en una entrevista con EL PAÍS Gueorgui Satárov, presidente del Fondo Informática para la Democracia y ex consejero político del primer presidente de Rusia. A este fenómeno ha contribuido la opacidad de la Administración, la falta de competencia entre las diferentes opciones políticas y el control de los medios.

"En tiempos de Yeltsin los funcionarios recibían sobornos en forma de bienes o dinero. Ahora intentan controlar los negocios, con lo cual ha aumentado la indefensión de la propiedad privada, que ya de por sí estaba indefensa", afirma el politólogo. "Tener éxito en los negocios en Rusia es peligroso, porque lo convierte a uno en blanco de ataque, ya sea por parte de los competidores ayudados por los funcionarios o directamente por parte de éstos".

"La burocracia corrompida e ineficaz ha sometido a los políticos"

Los grupos de influencia pagan por ocupar altos puestos en la administración del Estado. "Los precios oscilan entre el medio millón de dólares a varios millones, ya se trate de un puesto de viceministro o de vicejefe de Gobierno", señala Satárov, entre cuyos trabajos está un análisis financiado por el Banco Mundial sobre la corrupción en Rusia en el periodo 1999-2001.

Para explicar de dónde viene el dinero que permite a los funcionarios vivir muy por encima del nivel de su sueldo, Satárov enumera cuatro mecanismos que funcionan en todos los organismos públicos. Unos reciben "sobornos corrientes", otros se dedican a su negocio propio en su puesto oficial. Están además los "representantes de un magnate o un grupo financiero" que ocupan puestos funcionariales para resolver los problemas de su patrón, del cual reciben su verdadero sueldo. La cuarta categoría es la de los mantenidos por las empresas en cargos públicos para que se "limiten a cumplir su deber con diligencia". "Los funcionarios no cometen ilegalidades, sólo cumplen de forma eficaz lo que deberían hacer normalmente".

Con la llegada de Putin al poder en 2000, sus antiguos colegas en el Servicio Federal de Seguridad (FSB), heredero del KGB, se han consolidado como uno de los grupos de influencia en el Kremlin. "El KGB se consideraba como una de las instituciones más limpias de la época soviética. Entonces, la selección y el control eran más severos, sus miembros estaban mejor renumerados y existía un prestigio interno y una ética de casta", señala. "Todo eso se fue deteriorando y, aunque es difícil evaluar desde el punto de vista sociológico al FSB, creo que la institución está más corrompida que en época soviética, aunque menos que el Ministerio del Interior".

Importar legislación occidental para luchar contra la corrupción en Rusia tiene sus peligros. "Las relaciones informales se resisten y acaban deformando las nuevas normas poco a poco". Así, la legislación sobre la bancarrota, que debería servir para combatir la mala gestión empresarial, acaba siendo utilizada para "arrebatar la propiedad a quienes funcionan con eficacia". Para cambiar la situación hay que "estudiar las relaciones informales y el tejido social ruso y aprender a influir en él". "No se puede intentar trasplantar el corazón a un individuo sin haber estudiado antes su organismo".

El mandato de Putin se caracteriza por el renacimiento de la burocracia. Un sector de los políticos democráticos y del empresariado se equivocaron en 2000 al pensar que los burócratas permitirían liberalizar la economía a cambio de ciertas limitaciones de la democracia. "La democracia se ha limitado, pero la liberalización no ha avanzado, porque la burocracia corrompida e ineficaz ha sometido a los políticos". "Para comenzar cualquier proyecto político en Rusia hay que pedir permiso a burócratas de diferente rango y pagar, de modo que la concesión de permisos informales para participar en la lucha política se ha convertido en un negocio", señala.

Putin es "un presidente débil, por la forma casual en que llegó al poder y porque carece de un equipo y de un partido. Cuando comience su segundo mandato, que, de acuerdo con la Constitución, será el último, no sólo será un pato cojo, sino un pato cojo con alas quebradas", porque los grupos que compiten por gobernar tomarán posiciones en torno a otros líderes. El empresariado cometió un grave error al aceptar las "relaciones asimétricas" que Putin les propuso. "Aceptaron no inmiscuirse en política, pero deberían haber puesto sus condiciones y obligar a los políticos a no inmiscuirse en los negocios". El conflicto con la petrolera Yukos es una consecuencia de aquel "colosal error".

Gueorgui Satárov.
Gueorgui Satárov.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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