El plástico amigo
Numerosos establecimientos y comercios ofrecen tarjetas gratuitas de descuentos y regalos para atraer al consumidor
Frente a la caja del supermercado, la trabajadora inquiere: "¿Tarjeta de cliente?". Esta pregunta molesta a más de uno: ponen cara de a mí no me pillan con triquiñuelas consumistas y contestan con un no rotundo que suena a triunfo. A la cajera le trae al fresco lo que piense el de la cola, pero sabe que éste va a pagar más por nada. Aunque el monedero o la cartera puede quedar desproporcionadamente abultado, cada vez son más las personas que utilizan las tarjetas de establecimientos y comercios de todo tipo de productos, que, a un coste cero, ofrecen descuentos o regalos. Ya sea en el campo de la alimentación, del textil, de la cultura o de actividades de ocio, numerosas grandes empresas proporcionan esta herramienta para atraer al cliente que tiene contentas a las dos partes: el consumidor obtiene bonificaciones sin mover una ceja y el vendedor aumenta sus réditos. Actividades tan cotidianas como llenar la nevera o adquirir libros o discos tienen ahora el aliciente añadido de acumular puntos que ayudarán a rebajar un poco el ticket de la compra. Estas ofertas se extienden además a electrodomésticos, billetes de avión, estancias en hoteles e incluso entradas para espectáculos. El único esfuerzo del interesado consiste en solicitar la tarjeta: no hay coste alguno ni para adquirirlas ni para mantenerlas, y muchas veces las puede usar toda la familia. El interés de las empresas en esta estrategia, claro, no es un arrebato dadivoso: según estudios realizados en varios países sobre este tipo de tarjetas, las empresas patrocinadoras que optan por utilizarlas aumentan su volumen de ventas entre el 10% y el 20%, además de lograr una clientela realmente fiel y obtener una mayor imagen de marca. Pero lo cierto es que muchos consumidores agradecen estos pequeños pellizcos de ayuda en la compra.
Laura Palmero es estudiante de medicina, tiene 20 años y en su bolso acumula más de seis tarjetas de establecimientos tan dispares como la FNAC, Caprabo y Turyocio. Cuenta que las utiliza habitualmente desde 2001, asegura que todos sus amigos tienen por lo menos tres o cuatro plásticos en su cartera y que su padre se convenció un día en que fueron de rebajas y vio que gracias a la tarjeta conseguía descuentos del 30% en complementos para el ordenador. Palmero afirma que lo interesante es que "te ahorras dinero por nada, porque gastar y comprar lo vas a hacer igualmente, tengas o no la tarjeta", y cree que estos pequeños chollos "se deberían anunciar más porque hay gente que ni sabe que existen".
Una de las primeras empresas en poner en marcha esta estrategia para atraer al cliente fue Turyocio. Desde 1996 hasta hoy, han conseguido más de 1,5 millones de clientes, que consiguen descuentos o regalos de empresas de fotografía, telefonía u hostelería, entre otros. La FNAC también es uno de los establecimientos en los que triunfa esta iniciativa, sobre todo para los locos por la música y los lectores empedernidos. Una de las ofertas que más agradecen los consumidores, además de la posibilidad de aparcar gratis si su gasto supera los 18 euros, es que cuando solicitas la tarjeta te piden que elijas un día especial en el se te aplica el 10% de descuento en tu compra de discos o DVD y el 5% en productos técnico, y si compras tres libros, te regalan el cuarto. Desde el momento en que utilizas la tarjeta, todas tus adquisiciones acumulan el 2% de su precio en puntos. Así, teniendo en cuenta que 10 puntos son el equivalente a un euro, "si tu ardor consumista es alto, la oferta vale realmente la pena, aunque tengas que acabar comprando más estanterías para tanto disco y libro junto", explica Jordi Camps, usuario enfebrecido de la cosa.
Pero no todo es cultura. Las patatas, el champú o los paquetes de café, fieles compañeros, también nos echan una mano a la hora de pagar, porque los adquieres y te permiten acumular puntos o descuentos hasta para gasolineras. En un supermercado Bon Preu, Reme López explica pacientemente a dos jóvenes incrédulas que sólo tienen que rellenar los datos para la tarjeta para disfrutar de descuentos de hasta el 10% en más de 200 productos: leche, vinagre, helados, espárragos y cremas solares, entre otros. Las futuras consumidoras saben fehacientemente que no pueden vivir sin ninguno de ellos. Se miran, hacen una mueca y asienten: "¡Bah!, ¿por qué no?", dice una, y agarra el bolígrafo.
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