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CRISIS EN EL AYUNTAMIENTO DE MARBELLA

Gil opta por la disolución de su partido tras romperse su grupo municipal de Marbella

El GIL logró su techo en 1999, cuando fue el más votado en seis municipios, Ceuta y Melilla

El Grupo Independiente Liberal (GIL) nació por la voluntad y los intereses de su presidente, Jesús Gil y Gil, y precisamente por éstos tiene ahora que morir. El presidente del partido envió el pasado martes una carta al Registro de Partidos del Ministerio del Interior, en la que anuncia la convocatoria de una asamblea de afiliados para el próximo 5 de septiembre, en la que se decidirá la disolución del GIL. El enfrentamiento con el alcalde de Marbella, Julián Muñoz, y la división del bloque de concejales de Marbella, ha llevado a Gil a dar de baja a su partido, muy debilitado en los últimos años.

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"El GIL está condenado a fracasar y a desaparecer; bueno, ya ha desaparecido", sentenciaba ayer su presidente en su lujosa mansión marbellí. "Sólo hay uno aquí que sigue diciendo que es del GIL, Rafael González". Gil hablaba ayer de este concejal de Marbella con una media sonrisa. González eligió no unirse ni a los ocho concejales que suscribieron la moción de censura contra Julián Muñoz ni a los cinco que se mantuvieron fieles a éste. Se ha quedado pues, como único representante de una agrupación que sacó 22.000 votos en las pasadas elecciones municipales.

Pero el GIL nunca ha sido un partido al uso y, a pesar de los esfuerzos de su presidente por otorgarle un aspecto plural, sus propias palabras demuestran lo contrario. "Todas las competencias las tengo yo, porque se las quité a él [Muñoz], que las obtuvo en el congreso último". Aunque no explica cómo se las pudo quitar, Gil dice que se quedó con "las competencias" tras comprobar que la familia del alcalde de Marbella había creado la Asociación Liberal Independiente de Marbella (ALIM). Julián Muñoz acaba de anunciar que creará ahora el Partido Democrático de Marbella.

Sobre los estatutos del partido, Gil no puede ser más claro: "Eso sí que me dan todos los poderes a mí. ¡Ya te lo digo yo!". "Interior me ha dicho que tengo que hacer una asamblea y presentar las cuentas, pero para mí el partido ya ha desaparecido y todos se tendrán que pasar al grupo mixto. Yo ya estoy fuera de la política, me da asco todo esto de la política".

El Grupo Independiente Liberal ha sido, desde el principio, una creación personalísima de su presidente, que embarcó en el proyecto a familiares y compañeros de negocio inmobiliario. Gil aprovechó en 1991 su tirón popular, tras cuatro años al frente del Atlético de Madrid, para dar la gran campanada en Marbella. Con más de 20.000 votos, consiguió 19 de los 25 ediles del consistorio marbellí y dejó a la lista encabezada por Isabel García Marcos, que se estrenaba en esas municipales como candidata del PSOE, con sólo cuatro concejales.

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"El pueblo estaba cabreado y dijo basta". Gil resumió así las claves de su primera victoria electoral, que se fraguó en la descomposición de los partidos tradicionales en Marbella. Su proyecto prometía seguridad y limpieza a toda costa -"las calles de Marbella están llenas de prostitutas, lesbianas y drogadictos", dijo en la precampaña- y basaba en la construcción su propuesta de desarrollo económico.

Gil y sus correligionarios cimentaron su gestión política en municipios del litoral durante una década. En el Día de San Valentín de 1992, el flamante alcalde de Marbella anunció la constitución del partido. En el acta de fundación, se citan entre sus objetivos "gestionar los recursos nacionales como una empresa".

Tras un discretísimo resultado en las elecciones generales de 1993, el GIL volvió a su campo favorito: los comicios locales. Jesús Gil trató de exportar su modelo marbellí al resto de municipios de la Costa del Sol. Y en 1995 logró de nuevo un buen puñado de votos: revalidó triunfo en Marbella y su hijo, Jesús Gil Marín, alcanzó la mayoría absoluta en Estepona. En otras localidades malagueñas (Casares, Manilva) también tocó poder tras pactos con tránsfugas de otros partidos (PSOE, PP), a los que sus compañeros acusaron de haber cambiado el voto por sueldos mensuales de 3.000 euros.

La apuesta fronteriza

Gil mantuvo durante cuatro años la presidencia de la Mancomunidad de la Costa del Sol, con el beneplácito del PP. Fue entonces cuando decidió dar el gran salto: en los prolegómenos de la cita electoral de 1999 (municipales y autonómicas), el partido celebró su único congreso oficial para anunciar que, además de las candidaturas de la Costa del Sol, se presentaba en las ciudades fronterizas de Ceuta, Melilla y La Línea (Cádiz).

Gil decidió redoblar la apuesta cuando el Gobierno andaluz (que rechazó su plan urbanístico en 1998) y los jueces, empezaban a cercarle. Con casi 88.000 votos y 92 cargos electos, el GIL logró sus mejores resultados, pero se quedó al límite de la mayoría absoluta en todas las localidades, salvo en Marbella y La Línea.

Los partidos mayoritarios edificaron entonces un precario frente común. El GIL logró gobernar durante unas semanas en Melilla y durante casi dos años en Ceuta, gracias de nuevo al voto de algún tránsfuga.

Pero al no tocar poder, comenzó la deserción: en un año, una tercera parte de los ediles había dejado el partido. Inhabilitado en el Atlético de Madrid y con problemas de salud, Gil amaga con la retirada política. "Presentarnos en Ceuta y Melilla fue nuestra sentencia de muerte", dijo. Luego rectifica, pero su partido ya está herido de muerte. El alcalde de La Línea se pasa al PP, que también pacta con ex ediles del GIL en Estepona.

A un año de las municipales de 2003, el Supremo confirma la inhabilitación de Gil como alcalde de Marbella. El presidente del partido confía en Julián Muñoz para controlar su legado y lo designa sucesor. Logran pactar la lista para el 25-M in extremis. El GIL limita sus candidaturas a Marbella, donde Muñoz revalida la mayoría absoluta, y Ronda, donde logra cinco concejales.

Ahora, la ruptura entre Gil y Muñoz se ha llevado por delante lo que quedaba de partido. Y así lo certifica el escrito enviado por Gil al Ministerio del Interior: "Debido a las bajas habidas en los representantes del GIL en el Ayuntamiento de Marbella, prácticamente el único municipio donde teníamos mayoría absoluta de concejales, al margen de los cinco existentes en Ronda, que también pasarán al Grupo Mixto, ya no existe razón alguna",dice, para no "causar baja".

"Nos duele que hayan pasado estas cosas, pero nos tendremos que pasar al grupo mixto", corroboró Jerónimo García, número dos del GIL en Ronda, el último reducto que le quedaba al partido tras la guerra fraticida de Marbella.

Jesús Gil, ayer, en su residencia de Marbella.
Jesús Gil, ayer, en su residencia de Marbella.JULIÁN ROJAS

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