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VISTO / OÍDO
Columna
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Obispo homo

El reverendo Gene Robinson es obispo electo de Minneapolis de la Iglesia Episcopaliana, anglicana; faltaba una votación fácil, pero la han aplazado. Aceptaban el primer obispo homosexual (de los que se sabe públicamente); pero ahora le acusan de pornógrafo. No tiene base: perteneció a una organización que tiene ahora una página web en la que aparecen temas que para algunos son pornográficos. Se sabe que la medida de la pornografía no es la misma para unos que para otros: los que más se excitan y enardecen, y sufren porque se les cruza con represiones morales o religiosas o desarreglos mentales, o con problemas físicos, quieren que se prohíba: para no verla. En este caso es un pretexto: una maniobra para impedir el escándalo, el precedente, la llamarada de libertad. Otro pretexto es que "puede dividir su Iglesia": tonto, porque es ya fruto de una de las muchas escisiones del cristianismo anglicano, que a su vez es una disidencia.

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Tengo sentimientos encontrados. Uno es elemental: me molesta que un homosexual desee formar parte de una Iglesia que los ha torturado, prohibido: e incluso quiera dirigirla. Otra cosa son los curas católicos que meten suave mano bajo tenues faldas de monaguillo o atónita niña catequista: desgraciados pueblerinos que han tomado una carrera desde la infancia, obligados por circunstancias económicas, y que han hecho votos sin poder hacerlos. Me dan una pena imponente: imagino sus noches lúgubres, sus arrepentimientos, sus visiones del infierno. El otro sentimiento: que si se hiciera una apertura, muchos malditos y reprobados podían tener el confort de estar en la Iglesia. No en ésta, claro: a ésta le gusta la prohibición máxima porque necesita que los demás pequen y teman, como forma de someterlos. Puede ser que en Estados Unidos las sectas sean iguales, y también necesiten herejes para maldecir, pero sobre todo pecadores propios para sentirse superiores a ellos. No sé: Bush es hombre de oración diaria, y es más malo que una peste.

(Gay: si puedo, evito la palabra, que es académica, "Hombre homosexual". No puedo llamar "alegre" a quienes llevan siglos ardiendo en las hogueras religiosas, segregados; aún ahora no acaban de revelarse porque tienen miedo. Desde niño me indignaba oír hablar de las "chicas de vida alegre", cuando no había en el país mujeres peor tratadas, martirizadas, enfermas y sin amor que ellas).

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