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Columna
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Saura por partida doble

En estos momentos se simultanean dos exposiciones en torno a Antonio Saura (Huesca, 1930-Cuenca, 1998). En el Guggenheim de Bilbao la muestra consta de cuatro obras suyas, más el añadido de 16 piezas de los fondos del museo de creadores del informalismo europeo y del expresionismo abstracto norteamericano como Asger Jorn, Tàpies, Millares, Fautrier, Dubuffet, Soulages, Mark Rothko y Motherwell. Mientras, bajo el título Antonio Saura: memoria y recuerdo, el Kutxaespacio donostiarra exhibe un gran muestrario de su labor creativa a través de más de setenta obras.

No hay que buscar enfrentamiento alguno entre las dos identidades. La cosa es muy simple. En el espacio donostiarra se ha pensado en ofrecer una panorámica completa de la obra de Saura, en tanto que en el espacio bilbaíno se ha entretejido a propósito de Saura una exposición prendida por alfileres.

Lo de menos es que la nombradía del Guggenheim haga que la muestra de Saura tenga una injustificable mayor cobertura mediática que la del Kutxaespacio. Lo de más es que la exigua imaginación de los gestores del museo bilbaíno se ha puesto, una vez más, en evidencia. Es inconcebible que se monten exposiciones para salir del paso. Desde el primer día, muchos hemos dicho que queremos lo mejor para el ámbito guggenheimiano. Como respuesta, los altibajos son frecuentes. Para cuando se presenta una esplendente exposición llega más tarde una propuesta lábil, pedestre e inimaginativa y tira por tierra cuanta grandeza se había dado.

A raíz de la coincidencia de las dos exposiciones mentadas se ha puesto de manifiesto la falta de sintonía entre entidades de parecido signo. Una comunicación normalizada entre ellas hubiera servido para que, en este caso, la muestra del Guggenheim, en vez de enfatizar sobre Antonio Saura, se podía haber centrado en los fondos que posee en relación con el informalismo europeo y el expresionismo abstracto norteamericano, incluyendo al pintor aragonés como un artista más entre ellos. Obviamente, como suele decirse, en el pecado lleva la penitencia.

Y la penitencia viene dada comparativamente por la contundente exhibición de obras de Saura -desde grandes tamaños a pequeños formatos- que puede verse en San Sebastián. Allí está presente el variopinto muestrario de multitudes, acumulaciones, catedrales, cocktail party, montajes, mutaciones, repeticiones, rompecabezas y tentaciones de San Antonio, ejecutado todo ello por medio de un no menos variopinto surtido técnico, como óleos, litografías, collages, tintas, dibujos y la recurrente frecuencia, por otra parte muy sauriana, de las técnicas mixtas. Esta exposición permanecerá abierta al público (con entrada libre) hasta el 5 de octubre.

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