No es ninguna tontería
Creo que fue Oscar Wilde el que, en una ocasión en que habló ante el Parlamento británico, ridiculizó a un rival argumentando que discutir con él era fantástico, pues tan sólo era necesario escoger un tema, esperar a que se pronunciase, y adoptar la postura contraria para, automáticamente, tener razón con toda seguridad. No es descabellado razonar así con algunas personas. Y tampoco lo es adoptar el reflejo de pensar mal cuando quien hace alguna propuesta no es precisamente una hermanita de la caridad.
Lo anterior viene a colación de la propuesta del Pentágono estadounidense de crear un mercado de futuros en el que los especuladores pudiesen apostar sobre las posibilidades de atentados terroristas, que a mí me parece una propuesta realizada con mucha intención.
Lo importante es reconocer que con Rumsfeld y sus muchachos ha emergido de la oscuridad un grupo de gente -que siempre ha existido, por otra parte- cuya razón de ser es el miedo, el caos y la amenaza permanente. A este grupo, que me atrevería a tildar de grupo sociológico, con permiso de los expertos, le beneficiaría enormemente disponer de un argumento permanente que recordase a la población que nunca debe bajar la guardia. Sería de suma utilidad, por ejemplo, que alguien apostase bullish a futuros en los momentos previos a la negociación del presupuesto militar, o para justificar cuantas campañas militares fuesen necesarias, sin necesidad de recurrir a tantas organizaciones y personas para conseguir informes sin sentido, que luego se vuelven en contra de quien los ordenó.
Piénsenlo, igual la tontería no es la propuesta, sino ignorarla considerándola una extravagancia más de gente que se cree por encima del bien y del mal.
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