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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Guerra y paz

José María Ridao

PARTIENDO DEL análisis de cinco conflictos clásicos -el que enfrentó a Esparta con Atenas, la segunda guerra púnica, las dos guerras mundiales y la crisis cubana de los misiles-, Donald Kagan intenta descubrir los mecanismos que provocan las guerras, iniciando así lo que podría constituir alguna vez un arte para evitarlas. Con esta búsqueda en perspectiva, Kagan establece que las causas de los enfrentamientos establecidas por Tucídides no han variado, de modo que, lo mismo hoy que ayer, los ejércitos se siguen enfrentando por honor, temor o interés. Siempre empujados por alguna de estas razones, algunos gobiernos se acaban lanzando a la aventura de modificar el statu quo, y depende de la respuesta que les den sus competidores el que, al final, el conflicto adquiera unas dimensiones u otras.

Con invariable regularidad, Kagan establece que la indecisión de los partidarios de la paz ha sido desde antiguo lo que ha precipitado la catástrofe, obligándoles a asumir un coste dramático por no haber aceptado a tiempo un sacrificio menor. Le habría ocurrido a Atenas con Corinto, a Roma con Cartago, al Reino Unido con la Alemania de Bismarck, a la Europa de entreguerras con Hitler y a Kennedy con Jruschov. En cada uno de estos episodios, el autor de Sobre las causas de la guerra y la preservación de la paz muestra que la historia podría haber discurrido por otros derroteros.

Y puede que, en efecto, Kagan tenga razón al lamentar que los partidarios de la paz no hubieran sido más inflexibles en el momento en que pudieron serlo, atacando a Corinto cuando todavía era una minúscula amenaza, lo mismo que el primer Cartago o las incipientes Alemanias de Bismarck y de Hitler. El problema es que, entonces, Kagan se hubiera visto obligado a historiar las guerras previas a las que ha incluido en su ensayo, las guerras emprendidas para evitar las guerras que analiza, y su pretendido propósito de elaborar un arte para evitar el conflicto habría llegado a la misma y desoladora conclusión: la de que la guerra forma parte de la naturaleza humana.

Y puede, incluso, que también en esto tenga razón. En cualquier caso, las concesiones al realismo de Kagan no impiden que su reflexión adolezca de una excesiva complacencia hacia las causas de la guerra que señalaba Tucídides. El honor alegado tantas veces, ¿era honor en realidad? El temor, ¿tenía sentido? El interés, ¿se alcanzaba mejor a través del conflicto que del acuerdo? Evitar responder a estas preguntas, como hace Kagan, equivale a colocar cualquier debate sobre la guerra y la paz en el terreno de la guerra, desencadenando así el círculo vicioso que hoy vuelve a atraparnos y que nos hace creer que los conflictos sólo pueden evitarse con conflictos.

Sobre las causas de la guerra y la preservación de la paz. Donald Kagan. Traducción de Josefina de Diego. Turner. Madrid, 2003. 556 páginas. 29,90 euros.

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