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Entrevista:ANTÓN GOIRI | Fotógrafo

"Desde hace un año disparo contra un ordenador portátil"

Cuando Antón Goiri tenía 18 años pasó una temporada en el Reino Unido. Un compañero de cuarto aficionado a la fotografía y al arte le metió el gusanillo de la cámara en el cuerpo. Desde entonces, Goiri se ha buscado un hueco y, tras debutar en la fotografía artística, su vida se ha movido en la prensa. Publicaciones semanales, mensuales, musicales, de moda, femeninas, de viajes, etcétera, conforman un currículo que crece como una bola de nieve. Su ilusión sería volver a exponer, pero admite honestamente que no le surgen "ideas suficientemente buenas".

Pregunta. ¿Su familia le apoyó al elegir la cámara en lugar de los legajos?

Respuesta. Mi madre me adora y me apoyaría incluso para entrar en la guerrilla. Una vez fui al colegio disfrazado con montera de torero, me expulsaron y pidieron una explicación a mis padres.En una tarjeta mi madre dijo que sería severamente castigado a rezar el rosario de los cinco misterios. Increíblemente, pensaron que era en serio.

P. ¿Recuerda su primera cámara de fotos?

R. Sí, fue una Kodak que me regalaron en la Comunión. Ahora tengo siete cámaras, y un respaldo digital.

P. ¿Y su preferida?

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R. Leica m-6. Tengo dos. Son preciosas. Los puristas dicen que hacen mejores fotos; es posible.

P. Empieza exponiendo en la sala Rekalde de Bilbao...

R. Javier Gonzalez de Durana, ahora director del Artium y entonces de Rekalde, confió en mi trabajo. Tuve buenas críticas en Madrid y malas aquí. A partir de ahí surgieron colaboraciones con periodicos y revistas. Y me fui a Madrid.

P. ¿Por qué a Madrid? ¿En Bilbao no podía haber desarrollado el mismo trabajo?

R. Madrid era lo mejor sin salir de España, hay más medios y empresas a las que vender fotografía. Llevaba un año casado e irme más lejos habría supuesto perder a mi mujer, que se quedó en Bilbao.

P. ¿Cuál ha sido su aprendizaje en la fotografía?

R. Me compré el libro La fotografía en 15 lecciones, de John Hedgecoe; dos semanas mas tarde monté un laboratorio en un retrete y desde entones no han pasado tres días sin que haga una fotografía.

P. ¿En quien se inspira?

R. En pintores. En los colores piedra de Rodhko, la soledad de los personajes de Hooper, las paredes grises de Giacometti...

P. Realiza fotografía periodística, de moda y de paisaje, ¿Con cuál se siente más a gusto?

R. Con el paisaje, que es lo que menos hago. En él cuento mi estado de ánimo, lo que para mi es tendencia. Fotografiando paisajes me siento más libre, nadie me paga por hacerlos.

P. ¿Qué personaje que haya retratado le ha llamado la atención?

R. Michael Caine, que es natural, divertido, macarra y condescendiente.

P. ¿Cuál considera que es su trabajo más logrado?

R. Mi exposición en Rekalde en 1993. No tenía referencias de fotógrafos y sólo quería hacer algo compacto, congruente, que me lo pudiera enseñar a mí mismo 10 años después.

P. ¿Es la fotografía un arte?

R. La crítica dice que lo es; yo no hago arte vendo fotos.

P. ¿Qué busca a través de la cámara?

R. En el paisaje, contar como soy; en los encargos, dar servicios de una manera estética.

P. ¿En qué medida se sirve de las nuevas tecnologías para tu trabajo?

R. Casi totalmente, desde hace un año disparo contra un ordenador portátil.

P. Si tuviera que elegir una fotografía de Bilbao, sólo una, ¿cuál sería?

R. Cualquier trozo de Cruces, Sestao o Barakaldo. El Gran Bilbao.

P. ¿Hasta dónde quiere llegar, cuál es su sueño?

R. Quiero que me siga gustando hacer fotos.

PERFIL

Antón Goiri (Bilbao, 1970) estudió para abogado, pero le pudo la fotografía. Tras un comienzo afortunado, como él mismo define, de la mano de Javier González de Durana y junto a Robert Rauschenberg en la sala Rekalde, en 1993, decide irse a Madrid a abrirse camino. No fue fácil. Muchos "espaguetis con tomate" después, Goiri firma fotos en las principales revistas españolas, colabora con EL PAÍS y sueña con seguir fotografiando.

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