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Reportaje:

Las nuevas enfermedades del 'crack'

Médicos del Mundo ha detectado un incremento de hepatitis A y de infecciones bucales entre los consumidores

La heroína y la cocaína inyectadas están de retirada en los ambientes marginales y su lugar lo está ocupando el crack, una droga que se obtiene tras calentar el polvo de la cocaína con bicabornato y agua para eliminar los aditivos y obtener un sólido que se puede fumar, inhalándolo por medio de una pipa. Médicos del Mundo, una de las entidades con mayor experiencia en la atención a los toxicómanos más desprotegidos, ha percibido este cambio de tendencia, especialmente acusado en Valencia, así como los peligros que se derivan de esta nueva situación. La organización ya ha detectado un incremento de enfermedades como hepatitis A, tuberculosis, infecciones bucales o herpes, relacionado con las prácticas de riesgo en el consumo de crack. Y alerta de que o Sanidad toma medidas, o se llegará tarde a la hora de atajar el problema, que incluso ha traspasado las fronteras de los ambientes marginales y "se ha comenzado a detectar en ambientes festivos". De momento, la organización está distribuyendo canutos de uso personal para proteger las boquillas de las pipas y evitar contagios.

Los toxicómanos reconocen el peligro al que se enfrentan, pero no ponen remedio
El consumo de esta sustancia ha dejado de ser marginal y aparece en ambientes festivos

El crack ha irrumpido con fuerza en las zonas marginales de consumo de droga de Valencia. Cuatro de cada cinco usuarios de los servicios de reducción de daños de Médicos del Mundo en la ciudad reconocen consumir esta droga, elaborada a partir del clorhidrato de cocaína mezclado con amoniaco o bicarbonato sódico. De un lado, este fenómeno se enmarca en el cambio de hábitos y el descenso progresivo del consumo de heroína y cocaína vía intravenosa en beneficio de otros modos aparentemente con menos riesgos sanitarios. Pero también está directamente relacionado con el hecho de que los camellos que ofrecen la sustancia ya cocinada en las zonas de consumo y venta de Valencia (el cauce del Turia entre el barrio de Campanar y Mislata, conocido como las cañas, la zona del puerto de Valencia o el barrio de Velluters) -con un precio de entre cinco y seis euros por dosis-, lo que hace el consumo de esta droga que tiene forma de roca blanquecina mucho más cómodo y accesible.

De la magnitud del problema da cuenta el resultado de un estudio elaborado por Médicos del Mundo en Valencia a partir de 70 encuestas, presentado el pasado mes de mayo en la Segunda Conferencia Latina de Reducción de Daños celebrada en Perpiñán. Antes del crack, el 40% tomaba cocaína inyectada y el 57% la esnifaba. De todos ellos, el 84% dice que ahora gasta más dinero en crack. Respecto a la heroína, el 62,9% era o es consumidor de esta sustancia.

El gasto medio del consumidor -con una media de edad de 33,6 años, mayoritariamente masculino (74%), procedente de la Comunidad Valenciana (58%)- es de 78,58 euros y el 98,5% lo compra ya preparado, según los datos recogidos por Médicos del Mundo. Pero junto a ello, esta organización no gubernamental ha percibido un incremento de riesgo sanitario en esta población.

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Hay consumidores que tras tomar su dosis, rascan el interior del recipiente que emplean como pipa para reutilizar los restos de crack adheridos. En el proceso, los residuos se mezclan con partículas de plástico "muy tóxicas", como destacan técnicos de la organización no gubernamental (ONG) que agudizan el daño a la salud que produce la droga en sí.

Sin embargo, el principal riesgo está en la transmisión de enfermedades. El crack se consume en pipas, la mayoría de ellas elaboradas a partir de pequeños envases de plástico agujereados a los que se añade un tubo de plástico -de jeringuilla partida o extraída de las hileras de cortinas-. La boca del frasco se cubre con papel de plata agujereado o estropajo de níquel sobre el que se coloca la roca y se aspira a través del tubo. En general, las pipas se comparten, lo que supone un importante factor de riesgo, especialmente entre personas inmunodeprimidas, que tienen muy disminuida su capacidad de hacer frente a contagios e infecciones. Médicos del Mundo ha detectado un aumento de casos de herpes, hepatitis A o infecciones bucales provocados por restos de saliva compartidos. Pero también de tuberculosis y alertan de posibles contagios de enfermedades de transmisión sanguínea ya que no es infrecuente que los consumidores presenten cortes y ulceraciones en los labios derivados de su adicción.

En la encuesta, los toxicómanos dicen reconocer los peligros a los que se enfrentan, aunque no todos ponen remedio. El 37% sabe que compartir el tubo pude transmitir la tuberculosis y el 34% infecciones bucales. Además, el 93% piensa que compartir la pipa puede ser causa de contagio de alguna enfermedad. Para dar la vuelta a esta situación, Médicos del Mundo considera que se ha de volcar la atención hacia este colectivo y evitar que los primeros síntomas de los problemas de salud de los consumidores de crack se conviertan en una enfermedad de difícil curación.

Riesgos y necesidades

La llegada masiva del crack a los centros de distribución de droga requiere una respuesta de la Administración, a juicio de Médicos del Mundo. Esta organización, a través de los servicios que tiene de asistencia a toxicómanos y del programa de intercambio de jeringuillas en el que se desplaza a los lugares de consumo para recoger jeringuillas usadas e intercambiarlas por otras nuevas, ya se ha puesto en marcha. En Valencia distribuye tubos de plástico y boquillas para evitar que los usuarios las compartan y se contagien, una experiencia que también realiza esta entidad en París y sobre la que se han interesado organizaciones de ayuda a toxicómanos de otras comunidades autónomas. Pero este trabajo no cuenta con apoyo de la Administración, que aún no se ha hecho cargo de los problemas sanitarios ligados al crack. Por ello, esta ONG aboga por que la administración apoye y financie la distribución de material destinado a prevenir riesgos, además de programas de educación en salud, como los que realiza Médicos del Mundo en su centro de reducción de daños de Valencia.

"No se puede llegar tarde como pasó con la heroína", apuntan desde Médicos del Mundo, sobre el retraso en la implantación de los programas de intercambio de jeringuillas. En este caso, esta ONG comenzó en Valencia hace nueve años y aún sigue en zonas como los alrededores del Puerto de Valencia o el barrio de Velluters.

Tradicionalmente, Médicos del Mundo corría con esta labor en Valencia y recibía una subvención de la Admistración. El año pasado otra entidad se desplazó la Campanar y obtuvo la subvención, aunque Médicos del Mundo siguió acudiendo, como ha hecho hasta principios de año sosteniendo la ayuda con fondos propios. Este año, Sanidad ha decidido prestar la atención a través de un concurso, lo que ha sido celebrado por los representantes de la ONG, y ha dividido el programa de intercambio de jeringuillas en dos zonas. En Campanar lo realizará la Fundación Salud y Comunidad. En el Puerto y Velluters, se presentó Medicos del Mundo y la Administración declaró desierto el concurso, pese a lo cual esta organización sigue desplazándose, aún sin ayudas y corriendo con los gastos. Con todo, además de intercambiar jeringuillas, ofrece material para proteger las pipas del crack, una labor que, insisten, debería atender también la Consejería de Sanidad.

Una de las pipas empleadas para el consumo de crack.
Una de las pipas empleadas para el consumo de crack.MÓNICA TORRES

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