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Reportaje:

Los antihuelga se organizan

Jóvenes franceses se movilizan en favor de la "liberalización" y el "derecho al trabajo"

Sin otros preparativos que el bombardeo de mensajes a través de Internet y discretos contactos políticos, un grupo de pequeñas asociaciones logró ocupar el centro de París a mediados de junio, con una concentración en la que se escucharon gritos como "¡Ferroviarios, al curro!" o "¡Profesores, al colegio!". Eran los tiempos álgidos de las huelgas del sector público en contra de la reforma de las pensiones y de la descentralización de la enseñanza. Los sindicatos sacaban frecuentemente a decenas de millares de personas a la calle y, de pronto, se produjo la manifestación en sentido contrario.

En defensa del "derecho a trabajar" y en contra de "la dictadura sindical", el éxito de público sorprendió a la propia empresa: hubo 50.000 participantes en un domingo de junio, según los organizadores (18.000 según la policía). Muy lejos de las enormes concentraciones a favor de la escuela privada, organizadas 23 años atrás para presionar a François Mitterrand; pero, sin duda, la manifestación más grande montada por la derecha desde entonces.

"Nuestra filosofía: ser independientes de los partidos políticos y presionar al Gobierno"

El portaestandarte de la iniciativa fue un grupo de estudiantes del Instituto de Ciencias Políticas de París, un centro en el que, políticamente, "menos la extrema derecha, hay de todo", explica Jean Martínez, uno de sus alumnos. Nacido en el sur de Francia, en el seno de una familia que procedía de España, Martínez hizo una diplomatura de Derecho antes de pasar a Ciencias Políticas, y a sus 25 años duda entre la abogacía y los negocios. "También he trabajado tres años en Leroy Merlin, así no podrán decirme que no conozco la Francia de abajo", afirma.

Jean Martínez es uno de los animadores de una asociación que ha tomado prestado su nombre de un verso de Paul Eluard: "Libertad, yo escribo tu nombre". La filosofía es simple: Francia sufre unos sindicatos minoritarios, que no representan ni al 20% de la población trabajadora, cuya táctica consiste en tomar como rehén al conjunto de la población y actuar como "egoístas reaccionarios, que castigan a las gentes que quieren ir a trabajar".

Jean Martínez considera escandalosa, por ejemplo, la anulación de los festivales culturales del verano, a causa de la oposición de los trabajadores temporales del espectáculo a un recorte en el seguro de desempleo que percibían hasta ahora, víctima de un déficit galopante. "A la CGT [el sindicato más fuerte] no le interesa la defensa efectiva de los trabajadores, es decir, adaptarse para poder mantener una protección; sólo quieren que las cosas se quedan como están, aunque se hunda el barco. Pero creo que esta vez han ido demasiado lejos y la población se volverá contra ellos".

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Nadie les conocía hace unas cuantas semanas. ¿Un movimiento espontáneo? En parte sí, aunque su origen entronca con la corriente liberal de la UMP, el partido en el Gobierno. Esta formación política ganó las elecciones de 2002 con una estructura provisional y formalizó después la unificación de varios partidos que existían anteriormente: el gaullismo, una parte del partido centrista y la pequeña fuerza política Democracia Liberal. El primer ministro de Francia, Jean-Pierre Raffarin, procede de esta última familia política.

Su interpretación de las reformas estructurales que necesita el país va dando pasos -como se ha visto con la reforma de las pensiones, recientemente aprobada por el Parlamento a pesar de las huelgas-, pero tiene por delante una amplia agenda, desde el recorte de los gastos sanitarios hasta la privatización de las grandes empresas en manos del Estado.

"Estamos preparados para actuar de nuevo si vuelven a producirse las mismas condiciones, es decir, si se intenta bloquear otra vez reformas que son muy importantes y vuelven las amenazas de huelgas repetidas en los servicios públicos", explica Jean Martínez. A su juicio, es posible que los sindicatos intenten de nuevo bloquear la actividad del país cuando comience la reforma de la Seguridad Social o la aplicación del proyecto de descentralización del Estado francés. Martínez es militante de la UMP, pero asegura que el movimiento "por la liberalización" es independiente de los partidos políticos. "Si tenemos que salir a la calle otra vez, seguiremos la misma filosofía: mantenernos independientes de los partidos políticos, presionar al Gobierno para que haga las reformas prometidas y defender a los usuarios de los servicios públicos".

"Nuestro problema es una generación que en el 68 creyó tener razón contra sus padres y ahora quiere tenerla contra sus hijos". Quien habla así es Sabine Herold, una estudiante francesa de 21 años, también portavoz de la misma asociación y muy implicada en el embrión de movimiento. Sus adversarios son la izquierda sesenta y ochista y los sindicatos incrustados en las empresas estatales y en la función pública, a los que reprocha que no quieran dar pasos hacia una modernidad mucho más liberal.

Al igual que los sindicatos tradicionales, el embrión de movimiento antihuelga ha parado sus iniciativas y aguarda la vuelta del verano. "Queda claro que hemos adquirido experiencia y que nos hemos hecho un nombre. Esto nos ayudará en el futuro", dicen sus portavoces.

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