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Columna
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Masa corporal

Mediado el infernal verano descubro dos nuevos instrumentos de tortura físico-psicológica que nos ayudarán a conseguir una silueta envidiable. Los pregonan, a través de la televisión por cable, esos anuncios interminables y reiterativos , casi tan cutres como la prosa y el diseño de páginas completas en revistas donde aseguran que "con estas tres algas (combinadas con las hierbas abajo mencionadas) se logra una pérdida de peso de 10, 15 o incluso 20 kg y más".

Como si no sudáramos ya bastante, los inventos consisten en una especie de cinturón-sauna de plástico amarillo con regalo de un tarro de crema anticelulítica. Y también en un gel fresquito que "obliga al cuerpo a reequilibrar su temperatura" triturando de paso una legión de adipocitos insaciables.

Cuando el bañador delata carnazas es que ha sonado la hora de estas propuestas milagro, pero también la de sus contrarias: miles de declaraciones de especialistas variados advierten sobre los riesgos de los "planes de adelgazamiento" mal hechos, y critican a las publicaciones juveniles que empujan a la anorexia ("enfermedad" de las sociedades opulentas que para algunos ya no es patología ni requiere las unidades hospitalarias especiales por las que tanto se clamó).

Una de cada 4 mujeres occidentales sigue en estos instantes una dieta, y dos están terminándola, rompiéndola o comenzándola. Según cierto estudio, el 75% de las encuestadas se encontraban atocinadas, aunque sólo lo estaban el 25%. Pero es que el 45% con peso inferior a lo normal se consideraban con sobrepeso.

Una amiga mantiene que Catherine Z-Jones es una vaca burra, pero a mi me tienta, quizá como coartada, reivindicar las mollas de la mujer-mujer. Las vacaciones van a ser cuatro siestas y la palatilidad de la piña colada proporciona placer. Vivamos gustosamente nuestro índice de masa corporal. Y hasta setiembre. Que ustedes lo metabolicen bien.

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