20.000 personas protestan por la entrega a Cascos de la medalla de oro de Galicia
Los manifestantes critican la "provocación institucional", y Fraga llama al ministro estadista
"Ahí se va para el quinto pino", gritó desde la tribuna el cantante y escritor Xurxo Souto. Y una gran foto del ministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos, impulsada por un racimo de globos y de la que colgaba una condecoración áurea, se elevó sobre el cielo de la plaza del Obradoiro hasta perderse en la bruma. Unas 20.000 personas, según los cálculos de la policía local, prorrumpieron en gritos de "nunca máis" y "Cascos, canalla, devuelve la medalla". El ministro de Fomento recibió por la tarde la medalla de oro de Galicia que le ha concedido la Xunta.
En el año del Prestige, el Gobierno gallego no otorgó ninguna condecoración a los voluntarios que limpiaron el chapapote ni a los marineros que evitaron con sus propios medios que el fuel invadiese las Rías Bajas. Fraga obsequió con el más alto reconocimiento institucional a Álvarez-Cascos, el hombre que ordenó que se llevasen el Prestige "al quinto pino", y a la vicepresidenta de la Comisión Europea, Loyola de Palacio. A esta última, en honor a su "batalla" para "preservar las costas gallegas del tráfico de mercancías peligrosas". En el caso de Cascos, como señal de la "gratitud del pueblo gallego" por su "empeño personal" en acabar con el "atraso secular de Galicia".
Un millar de personas asistió al acto institucional de entrega de medallas en el palacio de Congresos de Santiago, donde Álvarez-Cascos y De Palacio estuvieron arropados por el vicepresidente primero del Gobierno, Mariano Rajoy; la ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, hermana de la galardonada, y la ministra de Sanidad, Ana Pastor. En su discurso para justificar la concesión de las distinciones -37 en total, aunque sólo tres de oro, una de ellas para el rector de la Universidad de A Coruña, José Luis Meilán Gil-, Fraga no regateó ningún elogio a Álvarez-Cascos: "Ejemplar servidor de la nación", "administrador honesto y eficaz", "persona de fiar", "estadista de principios...". A los que horas antes se habían manifestado por las calles de Santiago, el presidente de la Xunta les envió un mensaje expeditivo: "Y los que quieran seguir royendo, que roan madera de boj".
Tras las críticas a la Xunta por no haber tenido en cuenta en sus distinciones a los voluntarios que limpiaron la costa desinteresadamente, Fraga hizo un reconocimiento a su trabajo, que arrancó una ovación del público. Pero el presidente de la Xunta se extendió más en lamentar que el desastre del Prestige supusiera una "quiebra de la paz pública" en Galicia por la "crispación" y los "actos de violencia" que se produjeron.
Aviso a los adversarios
Fraga trató de mostrarse conciliador llamando a la "tolerancia con los discrepantes", pero avisó de que sólo será posible si los demás abandonan sus "propósitos políticos". El ministro de Fomento no intervino, ya que, en nombre de todos los galardonados, habló la comisaria Loyola de Palacio.
La fiesta no resultó completa para Fraga y Álvarez-Cascos tras el revés sufrido en el Tribunal Superior de Justicia de Galicia, que reconoció el derecho de la Plataforma Nunca Máis a manifestarse en la plaza del Obradoiro, en Santiago, contra la concesión de las medallas. En un acto lleno de sarcasmo, que la Delegación del Gobierno prohibió inicialmente, uno de los portavoces de la plataforma, Xurxo Souto, clamó contra la "provocación institucional" que, según él, supone otorgar la máxima distinción de Galicia al ministro que cuando naufragó el Prestige "estaba ausente, por caza". Nunca Máis, ante una plaza completamente llena y en la que abundaban las pegatinas con el lema "Medalla de Galicia, desprecio a Galicia", divulgó una lista con sus propias distinciones: a los voluntarios, a los marineros, a los organismos portugueses que informaron de la evolución de la marea negra, al eremita alemán de Camelle, "que murió de pena por el chapapote..."
Luego, Souto llamó la atención de los presentes sobre la gran fotografía cosida al racimo de globos que ocupaba el centro de la plaza. "Vamos a lanzar el Cascos de Alta Velocidad", anunció entre las carcajadas de la multitud. El actor Miguel de Lira, vestido de militar con cepillos de escoba a modo de charreteras, cortó el hilo que lo unía a tierra. La foto de Álvarez-Cascos se elevó sobre la catedral de Santiago, mientras por la megafonía sonaba una reciente grabación de Fraga en la que tararea una vieja canción gallega: "Vai, vai, que te leve o demo..." [Vete, vete, que te lleve el demonio...].
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
Archivado En
- Loyola de Palacio
- Declaraciones prensa
- Xurxo Souto
- Francisco Álvarez Cascos
- Manuel Fraga Iribarne
- Orden público
- Protestas sociales
- Gobierno autonómico
- Comunidades autónomas
- Seguridad ciudadana
- Política autonómica
- Malestar social
- Administración autonómica
- Gobierno
- Eventos
- Gente
- Galicia
- Problemas sociales
- Administración Estado
- España
- Administración pública
- Política
- Justicia
- Sociedad