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Columna
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Presi cachas. Presi mini

Mientras la Diputación Permanente del Congreso, que ya trasciende el bostezo de los procuradores en las Cortes franquistas, enchufa la manga riega de las incomparecencias, contra una oposición pelma y sudorosa, el presidente Aznar se despide de España a porciones. Y ha empezado por el presidente Camps a quien le ha dado un apretón de manos y otro, más o menos, a la altura de las clavijas autonómicas, que ahí es donde duele, aunque el presidente Camps ni rechistó. Pero esa fanfarria está en decadencia y solo exhibe las adhesiones encarroñadas: más que disciplina es obediencia, y más que obediencia, sumisión al jefe. Es decir, democracias aparte. Eso es lo que tiene el empleo presidencial de medio y corto alcance: que o se mantiene el tipo y si es necesario hasta se lo juega, o se termina en chiste, en pie de foto o en el reservado de un restaurante de medio pelo. Hay que ser un artista para capear un cargo así y no salir rebotado ni por el adversario ni por los de tu misma cuerda, que ya es de encaje de bolillos. Zaplana, en eso y en otras virguerías, ha sido todo un maestro de guante blanco.

La ola de calor que nos encharca no es la meteorología más propicia para recorrer hemiciclos y salas capitulares, con el aplauso y la corbata en su punto, pero previsiblemente las elecciones habían de provocar muchas mudanzas. Desde mediados de un junio a 35º, hasta que se constituya la Corporación provincial de Valencia, a la misma temperatura, según dicen, presidentes y ex presidentes de nuestras más nobles instituciones de todo rango no han parado de dar la vara y de atufar con el hedor de sus axilas, por todo el país, como si se tratara de un grupo de turistas aturdidos y sin pasar por la ducha, por la Malvarrosa o por el Postiguet. En este trasiego de presidentes -es como si los montara en cadena la Ford- Alicante endosó a Valencia, a las Corts, concretamente, al hasta entonces presidente de la Diputación, Julio de España, quien, con su himno provincial y sus personajes de TBO, es un capricho rarefacto de la naturaleza y del PP. A cambio, tomó posesión de la presidencia el ex vicepresidente del Consell José Joaquín Ripoll. Ripoll, de entrada, lleva a la Diputación alicantina un bagaje político, y lo que aún ofrece mejores auspicios, aunque tendrá que demostrarlo, un talante más abierto y conciliador: "Un cambio del discurso político, alejado de la crispación y basado en la tolerancia, que no perciba ni reconozca enemigos donde podría encontrar aliados". Palabras de quien se definió "convencido defensor del Estado de las Autonomías". Por cierto que los cinco diputados críticos calificados de rebeldes y expulsados del PSPV, a juicio del cronista precipitadamente, en una decisión que puede perjudicar al propio partido y entregar a los populares materia de habladurías, han formado su grupo que, en lugar de mixto, se llama "Socialistas de Alicante".

A ver si el mogollón de presidentes, vicepresidente y ex presidentes, se disuelve en sus playas y pone un punto de serenidad en el verano. El cronista quiere hacer una rectificación, que es de ley: como escribió en su última columna dominical, el ex Olivas dispone de coche y secretario, pero no cobra sueldo, "de momento", por decisión propia. Ni una coma más ni menos.

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