Santa desvergüenza
Jesús dijo "Yo soy la verdad"; y el diablo es "el padre de la mentira". Por eso es poco discutible que la Iglesia católica diga la verdad cuando cuenta que el PSOE había aceptado la enseñanza religiosa que ahora el PP pone en práctica. La Iglesia se ha arriesgado a decir la verdad hasta ante lo inverosímil: la casa de Loreto voló por los aires, las pastorcillas vieron a la Virgen, Lázaro resucitó, Dios es una paloma. No se puede decir lo mismo de los socialistas, aunque los haya tan entusiastas de la Iglesia como Bono: habrá que ayudarle en su carrera a la presidencia. Pero, en sí, es pecador. Como la democracia y el liberalismo, y el volterianismo.
La vida se va ajustando a la verdad profetizada. Trillo explica cómo sus soldados van en misión de paz, pero pueden matar. En el estilo de este Marqués de Perejil: se encuentra el que tuvo en vida, e inspira postmórtem el santo inspirador del costalero de Semana Santa. Va un cuerpo expedicionario, en el lenguaje militar. Todo es así. Bush y Blair, y por lo tanto su tercerón, dicen que Níger envió uranio a Sadam Husein, y no van a mentir siendo dos de ellos tan religiosos, y su amistad tan ecuménica (no sé lo que es Blair en materia religiosa: ¿hay un Opus anglicano?). La culpabilidad socialista parece comprobada en la trama que les ha quitado la presidencia de Madrid y la democracia a sus votantes. Sin duda, equivocada. Como equivocada está la interpelación al Marqués de Perejil en el Congreso; y tonta sería la de Aznar, que le han evitado sus correligionarios y la Coalición Canaria, tan demócratas. Todo diseñado por quien abrió el camino, y renegó del modernismo: "¡Hombre! Ponle en ridículo -Dile que está pasado de moda: parece mentira que aún haya gente en creer que es buen medio de locomoción la diligencia...-. Esto, para los que renuevan volterianismos de peluca empolvada, o liberalismos desacreditados del XIX" (Jm. E.). Todo va casando. Él mismo recomendaba los tres caminos: "La santa intransigencia, la santa coacción y la santa desvergüenza". Añado su aclaración. "Una cosa es la santa desvergüenza y otra la frescura laica" (Camino, 388). Quizá en la Iglesia que achaca a los socialistas su victoria en la enseñanza, en el partido que prefiere herir la democracia antes que dejarla rodar en diligencia y en las voces de las armas de Irak y la paz del legionario haya sólo una santa desvergüenza. ¡Por Júpiter, todo casa!
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