Alergia al Parlamento
El Partido Popular desarrolla una alergia creciente al control parlamentario. Ayer lo demostró una vez más impidiendo en la Diputación Permanente que el Ejecutivo dé explicaciones sobre numerosos asuntos: el accidente aéreo en el que murieron 62 militares españoles, el retraso de las obras del AVE o en qué basó Aznar su convicción de que Sadam Husein tenía armas de destrucción masiva. Dos de los integrantes del trío de las Azores, Bush y Blair, están sometidos a un duro escrutinio parlamentario que les está poniendo en serias dificultades políticas por la utilización de informes acusatorios falsos, mientras Aznar se protege en su mayoría absoluta para eludir cualquier explicación al Congreso.
Actuar al margen del Parlamento e informarle sólo a conveniencia y siempre a posteriori ha sido una constante del Gobierno en todo el proceso que culminó en la guerra de Irak y se mantiene ahora con el envío de un contingente español a un país donde se desarrolla, según el mando militar estadounidense, una auténtica guerra de guerrillas. Los diputados tuvieron que conformarse con los débiles y contradictorios argumentos del ministro Trillo, que intentó justificar la decisión del Gabinete de enviar una fuerza expedicionaria de 1.300 soldados a Irak, integrada en una división polaca, después de que el primer buque con material y equipos de esa fuerza hubiera partido rumbo al puerto kuwaití de destino.
La única y efectiva fuerza de sus argumentos reside en el rodillo mecánico de la mayoría que le apoya. El ministro volvió a definirla como expedición humanitaria, aunque está legitimada para usar sus armas en misiones de autodefensa o en el marco de operaciones decididas por el mando. La edulcorada versión de Trillo choca con la resolución 1.483 del Consejo de Seguridad, que la define como una fuerza de "mantenimiento de paz" bajo la dirección de las dos potencias ocupantes, Estados Unidos y Reino Unido, que adquieren esta condición precisamente a causa de la guerra.
Trillo regresó al uso orwelliano del lenguaje del que ya hizo gala el Gobierno durante la guerra. La Neolengua acuñada por George Orwell en su novela 1984 permitía nombrar la guerra como paz, de la misma forma que Trillo denomina "mantenimiento de la paz" a lo que constituye una colaboración armada con las potencias ocupantes de un país. El Gobierno se salió con la suya, pero no convenció a nadie sobre el carácter ilegal de la decisión de enviar tropas españolas a Irak. Su soledad en todo lo referente al país árabe ocupado es clamorosa. Y ayer, una vez más, no hizo más que profundizar desde su soledad en una fractura que llevará tiempo soldar.
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