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Reportaje:

Destino adverso

Enseñanza trasladó de instituto a una profesora de Premià con graves problemas de visión

Mar Padilla

Con 40 años, la profesora Helena Antó ha conseguido seguir dando clases de matemáticas a pesar de padecer una discapacidad visual del 80% y un grado de invalidez del 65%. Padece una enfermedad degenerativa denominada distrofia de Cons, que poco a poco va destruyendo las células de visión diurna, lo que la obliga a utilizar tres tipos de gafas diferentes, que se va cambiando en función de la luz que reciben sus ojos. Esta docente, casada y con tres hijos, vive en Premià de Mar (Maresme) y trabajó durante 12 años en el instituto del mismo municipio, donde había conseguido una plaza. Su vida transcurría tranquila entre la docencia y la familia hasta que el Departamento de Enseñanza le comunicó el verano pasado que había sido trasladada a un instituto de Vilassar de Mar, formado además por barracones. La causa que alegó la Administración es que el centro de Premià había perdido alumnos y era necesario un reajuste de plantilla.

Debido a su enfermedad, Antó debe conocer el entorno donde se mueve como la palma de la mano y grabar en la memoria todos los vericuetos de su centro de trabajo. El nuevo instituto representaba para ella un mundo desconocido lleno de peligros e incógnitas, y temía sufrir graves riesgos físicos y psicológicos si su traslado se hacía efectivo. Desde agosto de 2002 ella y su marido, Antoni Izquierdo, también profesor, removieron cielo y tierra para ser atendidos por el Departamento de Enseñanza y tratar de frenar el desplazamiento al otro municipio, pero todo fue en vano. Un vacío en la normativa legal impide no perder la plaza por causa de disminución, aunque, según Izquierdo, este precepto sí se prevé en el caso de mayores de 60 años.

A principios de septiembre de 2002, Antó no tuvo otro remedio que incorporarse al nuevo instituto, al que ha acudido casi todos los días, mañana y tarde. Diariamente, un compañero del centro la ha acompañado en coche, porque ella está incapacitada para conducir y no puede utilizar el transporte público, ya la estación de tren la deja demasiado lejos para valerse por sí misma. "Entre barracón y barracón hay escaleras sin barandilla, me afectan mucho los diferentes cambios de luz que hay en el día, y a veces no puedo distinguir el suelo de la escalera", señala Antó, cuyo caso llegó a suscitar una pregunta parlamentaria de Iniciativa per Catalunya-Verds.

La profesora ha expuesto su problema en Enseñanza, desde la delegación de comarcas hasta la consejera Carme-Laura Gil, pasando por la directora de Recursos Humanos, además de Bienestar Social, el Departamento de Trabajo, el Síndic de Greuges y el propio presidente de la Generalitat, Jordi Pujol. Pero, de momento, todos los esfuerzos han sido en vano.

"Lo que está haciendo la Administración es muy bestia, porque supone una fuerte presión psicológica para Helena", explica su marido, quien se pregunta de qué sirven celebraciones como el Año Europeo de las Discapacidades, "cuando se producen situaciones como ésta y no se hace nada por solucionarlas". En Enseñanza alegan que la legislación no prevé cambios en este tipo de situaciones y que cuando se le comunicó a Antó el traslado a Vilassar desconocían que sufriera problema alguno.

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Sobre la firma

Mar Padilla
Periodista. Del barrio montañoso del Guinardó, de Barcelona. Estudios de Historia y Antropología. Muchos años trabajando en Médicos Sin Fronteras. Antes tuvo dos bandas de punk-rock y también fue dj. Autora del libro de no ficción 'Asalto al Banco Central’ (Libros del KO, 2023).

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