La Alhambra y los gatos
¿Qué sucedería si se acabara con la superpoblación de gatos asilvestrados que están dañando el entorno monumental de la Alhambra? Pues no pasaría nada. Habrían actuado las autoridades competentes de una forma racional, algo poco común por otra parte.
Mateo Revilla, presidente del Patronato de la Alhambra, expuso no hace mucho tiempo un detallado análisis sobre la situación de desequilibrio en el ecosistema que rodea al monumento nazarí, debido a la proliferación de todo tipo de gatos (por falta de otras especies competidoras) y la necesidad de reducir su población o, en el caso de los gatos asilvestrados, de su exterminación, dado que están dañando la floresta y el propio monumento. Naturalmente, este tipo de análisis no ha gustado a ciertos extravagantes defensores de los animales.
Yo estoy en contra del maltrato a los animales Ahora bien, una cosa es el maltrato a los animales y otra muy distinta es restablecer el equilibrio en sus poblaciones. ¿Por qué? Porque eso no supone un mal, sino un bien para todos. Primero para las personas y segundo para los animales y el entorno. Si hay que convivir con animales, que se haga de forma racional. Ningún tipo de misticismo ecologista reconoce que el mayor logro de los seres humanos, a lo largo de su evolución, es haberse hecho independientes del medio natural hostil. Progresar en un entorno es sencillamente ganar independencia respecto del él.
Reconocer que algo ha ocurrido entre la aparición de la primera bacteria procariota y el nacimiento de Einstein debería de ser un alivio para los seres racionales. Otra cosa es que no lo sea para determinados congéneres que abominan de cualquier tipo de reconciliación con esa idea evolutiva. Entre ellos se encontrarían los militantes del ecologismo antes mencionado. Hay gente para todo; pero no todo es admisible desde el punto de vista de la racionalidad. Resolver problemas como los planteados en el ecosistema de la Alhambra requiere conocimientos, sobre todo no especulativos. Respetar a los animales está bien; pero está bien sin llegar al delirio. ¿O no?
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