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Reportaje:

México depende de tres grandes reformas

El PRI impondrá duras condiciones para aprobar los cambios en energía, fiscalidad y empleo

La economía mexicana es una de las que mejor han resistido la desaceleración mundial, sobre todo entre las latinoamericanas. Pero no ha podido despegar y ahora naufraga en un mar de incertidumbre. La causa fundamental es su dependencia de la economía de los Estados Unidos, hasta el punto de que el crecimiento del PIB nacional se ha desplomado en paralelo al estancamiento de su vecino del norte.

Los analistas prevén una reactivación económica en 2004, con un aumento del PNB del 3,7%; pero el consumo y la inversión apenas subirán el 2,4%

En diciembre del 2000, el conservador Fox, un ranchero exitoso que llegó a ser gerente de la Coca-Cola, se instaló en la casa presidencial de Los Pinos y prometió un gobierno eficiente, muy a pedido de los empresarios mexicanos y extranjeros. Pero al paso de dos años y medio, los planes parecen imposibles de rescatar. La economía está en una especie de recesión técnica. Aunque la inflación es baja y hay una tenue recuperación de los salarios, el mercado interno no acaba de despegar.

Según el gobernador del autónomo Banco de México, Guillermo Ortiz, si en el 2003 el Producto Nacional Bruto (PNB) creciera en 3%, como todavía sueña el gobierno, la media anual en tres años de administración foxista será inferior al crecimiento de la población, cercano al 1,8%. El apoyo de los empresarios se ha transformado en crítica severa, exigencia de cambios en el gabinete y cumplimiento de promesas. Y es que, sin operadores políticos ante la oposición, Fox no ha conseguido que el Congreso avale las reformas Fiscal, Energética y Laboral, piezas claves en sus planes de desarrollo acelerado y mejor reparto de la justicia.

Es un hecho que la administración tiene el tiempo contado, en diciembre comienza la cuenta atrás, entonces tendrá que afrontar una posición parlamentaria todavía más debilitada tras las últimas elecciones. Vicente Fox debe trabajar a marchas forzadas y buscar acuerdos con la oposición e incluso su partido, el conservador Acción Nacional, ya que la economía necesita de un impulso que impida la aparición de una crisis de fin de sexenio. Cuando llegó a la presidencia, el mandatario presumió que era la primera ocasión en 25 años que no se producía una crisis de cambio de poderes, quizá su meta más urgente ahora sea entregar el país sin esa amenaza. El anterior presidente, Ernesto Zedillo, entregó el poder con una nación en crecimiento: 7%, que se desplomó principalmente por causas externas.

Concesiones

Apenas el martes pasado el presidente envió un mensaje con su ministro de Hacienda, Francisco Gil Díaz: es posible negociar y sacar las reformas esenciales. Pero el gobierno foxista tendrá que hacer concesiones, pues el PRI y el Partido de la Revolución Democrática (centroizquierda) exigirán cuotas en los cambios para satisfacer a sus alas nacionalistas, sobre todo porque miran hacia las elecciones presidenciales del 2006 y no quieren ser vistos como los aliados de una administración conservadora que no parece tener las armas para alcanzar el éxito.

Al tomar posesión, Fox anunció que en los seis años de su gobierno la economía repuntaría un 5% al año y que se crearían, al menos, un millón de puestos de empleo anuales. Es muy probable, que al cierre del 2003 México observe que del 2000 a diciembre venidero, en términos reales, no se creo un puesto de trabajo formal para más de un millón de jóvenes que cada año se suman a la Población Económicamente Activa (PEA), que actualmente se aproxima a los 36 millones de personas, de las cuales cerca de la mitad son las que laboran en el mercado formal del empleo.

La percepción económica se oscurece conforme pasa el tiempo. Según una encuesta que el Banco de México realiza cada mes entre consultores del sector privado, los empresarios consultados en junio pasado, consideraron que en los trimestres segundo y tercero del presente año el PNB crecerá 2,16%. Este pronóstico para el año resultó menor que el registrado un mes antes, cuando era de 2,25%. En la encuesta de junio ningún analista estimó que el crecimiento económico en 2003 será de 3%.

Los analistas económicos prevén que en 2004 habrá una reactivación económica, con un crecimiento del PNB del 3,71%. Pero hay una mínima alza del consumo y de la inversión del sector privado: apenas el 2,4% para cada uno. Los pronósticos sobre la generación de empleos formales en 2003 y 2004 se ajustaron nuevamente a la baja y los consultores prevén que este el año el número de trabajadores formales aumentará en apenas 245.000 (de diciembre de 2002 a diciembre de 2003) y que en 2004 el aumento será de 482.000.

El ministro de Hacienda cree que hay forma de negociar con la oposición, escenario en el cual el senador perredista Demetrio Sodi de la Tijera, considera que para avanzar en la cuestión fiscal es necesario contar con la participación de diferentes fuerzas políticas: el Ejecutivo, expertos en la materia, empresarios y líderes sindicales. "Creemos que es el momento de dejar atrás la parte política electoral y comprometernos todos a discutir los temas nacionales, que nos ayuden a crecer", dijo, sin mencionar que en el pasado la línea económica del gobierno ha chocado con la del nacionalismo del PRD.

La inversión española en América Latina se contrajo un 30% durante el año pasado

Las crisis propias de los grandes mercados latinoamericanos, en el marco de la desaceleración de la economía mundial, provocaron que en 2002 la inversión extranjera agudizara un descenso que ya había comenzado un año antes tras un lustro de incremento ininterrumpido. La inversión española en el extranjero retrocedió un 23,60% en 2001 con respecto al año anterior y cayó otro 28,20% durante el año pasado.

La inversión hacia la región latinoamericana, en concreto, retrocedió el 30% en 2002 con respecto al año anterior; y aquí se producen dos hechos curiosos. Brasil pasó por una fuerte crisis preelectoral y, como era de esperar, el temor de los inversores se reflejó en un descenso de la entrada de capital en ese país del 133,82% durante el año pasado. Curiosamente, Argentina estaba en una crisis similar o incluso peor y, sin embargo, la inversión española en ese país se incrementó un espectacular 961,39%, según datos oficiales.

Por contra, los flujos hacia un país estable como Chile cayeron un 116,08% y en México retrocedieron un 27,49%. En el resto de los países de la región, la inversión se incrementó un 70,75%.

La caída de Brasil es explicable puesto que la inversión española en ese país en los años en que se privatizó el sistema de telecomunicaciones (1999-2000) fue muy grande, de más de 11.500 millones de euros, mientras que en los años posteriores no hubo grandes operaciones de ventas de activos públicos que interesaran a las empresas españolas, salvo alguna en el sector bancario.

Respecto a Argentina, sin duda el peor año fue el de 2001, mientras que el año pasado las empresas que ya estaban en ese mercado y otras que aprovecharon la devaluación para hacer negocios con una menor inversión.

Por sectores, la gestión de sociedades de cartera fue la que recibió el mayor flujo de inversiones; la diferencia, de hecho, es abrumadora si se tiene en cuenta el resto de los sectores. Por ejemplo, 22.200 millones de euros fueron a parar a la gestión en 2002 y la mayor cifra que le sigue es la de los flujos hacia el sector manufacturero, que llegó a 2.362 millones.

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