La sucesión como acto narcisista

La historia empezó el viernes 4. En cierto momento de la reunión del Consejo de Ministros anunció, palabra más o menos:

-Quiero deciros que no tomaré ninguna decisión este verano en relación con la sucesión. Podéis iros de vacaciones tranquilos.

Que el valor del mensaje de José María Aznar fue captado por los dos candidatos a sucederle se vio pocos minutos después de la reunión. En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, Mariano Rajoy, vicepresidente primero y candidato oficioso, aparte de soltar una coz contra Alberto Ruiz-Gallardón -"cuando uno juega a todo, lo que le puede pasar es que se quede sin nada"- al referirse a la sucesión, apuntó:

-No habrá ninguna noticia importante en verano, que no es poco decir.

Aznar se lo pensará durante agosto en Menorca, caso de no tenerlo decidido ya

El otro, el candidato confeso, Rodrigo Rato, decía a la hora del almuerzo, en una entrevista con éste periódico, que no habría noticias hasta el otoño:

-Por lo menos, el verano lo pasamos así...

El lunes 7, Aznar vino a reiterar ante la Junta Directiva Nacional del Partido Popular la misma idea, esta vez con una exhortación a sus correligionarios a no perderse en conjeturas. "No fue muy diferente a lo que informó a los ministros el viernes, día 4", dijo una fuente. "Básicamente el mismo mensaje. Hasta después del verano no habrá novedades", añadió.

Los juegos florales que suelen hacer Rajoy o Rato cada vez que alguien les pregunta por la sucesión, ¿irritan a Aznar? "El presidente del Gobierno sabe que es una situación difícil. Por lo tanto, todos aquellos mensajes de humor o aquellos según los cuales la decisión no será unipersonal, es decir, un dedazo, sino una resolución del partido, se corresponden con lo que él quiere", dijo una fuente del PP.

Quienes sostienen que no será un dedazo quieren decir algo muy preciso. Aznar se lo pensará durante el mes de agosto en Menorca, caso de no tenerlo decidido ya, como sostienen varios aznarólogos, y, en algún momento posterior a la apertura del nuevo curso político, reunirá los órganos del partido para hacer la propuesta. La idea es que esa propuesta coincidirá con lo que esperan los principales dirigentes del partido. Esto es, no habrá sorpresa. O Rajoy o Rato. "¿Cómo se puede hablar de dedazo en esas condiciones?", se pregunta un dirigente popular. "Sólo si el destape da lugar a una sorpresa inesperada, si hubiera realmente un tapado, ajeno a lo que ha sido la línea de flotación de los Gobiernos y del partido, se podría hablar de una veleidad autoritaria", agregó.

La reducción de los candidatos a dos -si se descarta a Jaime Mayor Oreja- nada tiene que ver con los avatares de Alberto Ruiz-Gallardón en mesas castellano-manchegas y sus coqueteos con José Bono -muy al estilo de una época ya pasada de la política española, la de la Unión de Centro Democrático- ni con la debilidad de José Luis Rodríguez Zapatero. "Su hipótesis de que así como Aznar le llamó para ser candidato a la alcaldía volvería, después del 25 de mayo, a repetirse, esta vez, para elevarle a candidato del PP en las elecciones de marzo de 2004 fue, es y será una expresión de deseos, mero juego de entretenimiento. Las aventuras de Alberto no hacen más que ratificar una idea que Aznar ya tenía de él", dijo un peso pesado del PP a este periódico.

Con todo, que el partido está muy sensibilizado con la nueva etapa que se avecina es innegable. Ana Mato, flamante coordinadora de Organización, lo demostró con su referencia a que Aznar seguirá siendo, en principio, presidente del PP hasta el año 2005, lo que fue enseguida interpretado como un peligro de bicefalia, y Javier Arenas, a su modo, también reflejó la tensión al sostener, durante algunas horas, antes de abjurar de ello, que se podía convocar un congreso extraordinario, después de las elecciones de 2004, para que el nuevo presidente del Gobierno -esto es, el sucesor de Aznar y ganador de las elecciones legislativas- asumiera, también, la presidencia del partido.

Aznar, desde El Salvador, ratificó: no habrá bicefalia. ¿Cómo? Pedirle al presidente de Gobierno que desvele sus cartas es pretender que todo este proceso, que reposa sobre su narcisismo, pierda todo el suspense.