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Crítica:POP | La Oreja de Van Gogh y El Canto del Loco
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El sonido de parte de la juventud española

De nuevo volvió a rebosar de espectadores el coso de Las Ventas mediante una combinación de energía postadolescente y pop de decidida vocación comercial, aunque con el valor añadido de identificar en ella a parte -no toda- de la juventud española de hoy. Cerca de 18.000 personas apuraron hasta la asfixia el calor reinante, para disfrutar con las canciones de dos de los grupos del momento.

Los teloneros, El Canto del Loco, abrían fuego demostrando que su proceso de crecimiento va dejando paso a una buena y creíble banda de pop al estilo de los años ochenta -en España-, para la que el concurso de las jovencísimas fans sólo ha supuesto un impulso de propulsión inicial y no un burdo objetivo en sí mismo.

Concierto Movistar

La Oreja de Van Gogh + El Canto del Loco. Las Ventas. Madrid, 10 de julio.

El grupo, liderado por un Dani cada vez más en el papel de sólido front man, apareció cuando el sol aún no se había ocultado. A los primeros acordes de No quiero nada se alzó una cortina de manos juveniles y de las gargantas comenzaron a brotar las estrofas de los temas del grupo, que se agrupan en tres discos de estudio de los cuales el último, Estados de ánimo, era objeto de presentación. El cuarteto dio un repaso lleno de frescura a su repertorio, con especial fortuna en la interpretación de Llueve en mí, tema que les abre un canal de posibilidades sonoras cercanas al estilo de Los Secretos; Son sueños, en el que contaron con la colaboración de su ex guitarrista Iván Ganchegui, y, sobre todo, la traca final de temas rumba-pop con aroma a Los Rodríguez y descarado tino comercial, que, si bien no es lo mejor de El Canto del Loco, sí funciona bien de cara al público.

Tras ellos triunfó, como no podía ser de otro modo, el quinteto donostiarra La Oreja de Van Gogh, al que avalan las excelentes ventas de su tercer disco, Lo que te conté mientras te hacías la dormida, y que vienen a sumarse a las millonarias de los dos primeros. Con una Amaia Montero exultante, la banda demostró que domina el arcano de la juventud de su tiempo, quizá debido a la empatía del público con unas letras que rezuman amor, o, mejor expresado, fin del amor y la nostalgia juvenil que esa emoción conlleva, situadas en unos paisajes absolutamente reconocibles.

Todo el repertorio del grupo -23 canciones- fue recibido con entusiasmo y entonado por los asistentes, siendo los momentos de mayor clímax los que correspondieron a los primeros éxitos de la banda: El 28, Cuéntame al oído o La playa. Sin embargo, para alguien no tan encandilado con La Oreja..., el concierto resultó bastante lineal o exento de altibajos o sorpresas, concediéndoles, eso sí, a sus autores el valor del acierto por pura y fiel repetición, que parece ser uno de los elementos que más atrae a sus fans: que todo esté siempre al mismo nivel y que suene muy parecido al disco.

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