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A vueltas con Camps

A lomos de los noventa días. Periodo de risas y llantos, de indiferencias y laxitudes, de esperanzas en su ocaso, de cálculos y balanzas; y en suma, de tantas y tales convulsiones como preceden al parto y puesta en rodaje de una nueva legislatura. Los que entran, los que salen, los que se quedan, los que se preguntan si han subido o han bajado... "Noches de claro en claro y días de turbio en turbio". Un poco sórdido, todo este trajín. A un esteta, le bastaría para repudiar la democracia. Pero ya se encarga esta señora de no permitir que la estética tenga voz conocida.

Humano pero sórdido o sórdido pero humano. Sólo quiero que te apartes y no me quites el sol, se dice que le dijo Diógenes al gran rey que fue a ofrecérselo todo. Diógenes, hoy, sería lapidado por una banda de jovenzuelos o apuñalado por un vecino de guarida en el cauce del Turia. Con todo, un perdedor no lo fue entonces ni lo sería hoy, así como es imposible que yo pierda en la lotería, puesto que jamás he jugado. Pero haciendo mangas y capirotes con la conciencia, si acaso aflora, el rey visitante, grande o pequeño, nos dirá que actúa movido por el bien general. Esta teoría del bien general que engendra la busca del interés particular, ha matado más gente que la malaria; y eso sólo en el espacio de dos siglos.

De Marx a Giddens pasando por Bernstein; de Ricardo a Giddens pasando por Lipmann. Pero ahí no termina esta historia: uno lee el programa de Francisco Camps y qué más quisiera Anthony Blair. A ojo de águila, el paisaje es en verdad extraño, pero se presiente una lógica interna. Unos y otros terminan necesitándose, con muchas pamplinas y sin ningún amor. Ah, el programa del nuevo president de la CV. ¿Vamos a decir que es un fraude? Este cronista (como escriben quienes creen impúdico el yo) no lo cree así. Sólo que Camps ve posible actuar simultáneamente en muchos frentes y no de modo meramente simbólico en algunos, y uno se teme que, al toparse con las rebajas, cambie incluso el talante conciliador exhibido desde la investidura. Parece ser que Camps ya se da cuenta de que el puente es demasiado breve para un río tan ancho. Y de que la huida hacia adelante está vetada por un precipicio de más de siete mil millones de euros. No cabe siquiera el recurso retórico a la "herencia recibida", que aunque no es solución de nada, no hace precisamente daño en las urnas.

Consecuentemente, a Camps le preocupa el control del gasto y está tomando medidas para llevarlo a cabo. Eso está bien y lo que cabe desearle es acierto en las prioridades; pues el problema es doble: poner coto a la prodigalidad, no siendo asunto menor (sobre todo por su valor moralizante), no importa tanto como el destino de las respectivas partidas presupuestarias. Habrá opciones dolorosas si de veras se quiere actuar con visión de futuro y no parcelando el tiempo. Para ello es necesario tener bien claro que ni la CV ni el resto de España van bien. La cosa viene de lejos, de la dictadura. Franco industrializó a trancas y barrancas y sin orden ni concierto. Pan para hoy y hambre para mañana. Un rumbo que la democracia sólo ha corregido en parte no desmesurada. Economía a la irlandesa. El ¿único? gran fármaco de patente española (el de Zeltia contra el cáncer) está siendo puesto en solfa.

Mano de obra intensiva, sol, playa, patentes extranjeras. Con eso hemos ido tirando en la CV y por eso acabarán expulsándonos del mercado. Factores todos cuya fragilidad gana momentum a ritmo apresurado. Prisa por incorporarnos de lleno a la sociedad de la información no parece haberla, y si la hay, no cuaja: pues nuestra incapacidad para la organización sería legendaria a ojos de quien pusiera la vista en nosotros. Corea del sur, un país pequeño y abarrotado, empezó copiando, pero ahora produce electrónica avanzada y le vende al mundo automóviles nacionales. Desplazó hace ya años a Japón como primer constructor naval. En suma, nos ganan en ciencia y tecnología aplicadas. (No le echemos la culpa a los salarios comparados. Japón empezó como Corea y hoy, con salarios altos, lo hace y lo vende todo; su estancamiento actual es debido a la corrupción a gran escala). Aquí en la CV, por no tener no tenemos ni siquiera estructurado el diseño. Eso sí, un día nos encontraremos sin un metro de litoral libre de cemento; y no seremos siquiera un país de camareros porque no habrá turistas a quienes servir. Ah, sí, lo del diseño. Y las redes y la distribución y la calidad. Como si la competencia no avanzara por esos cauces, habida cuenta, además, que tras ella se ocultan las multinacionales.

Naturalmente, no se trata de desmantelar de la noche a la mañana la economía de la "segunda ola". Pero aquí en la CV, a veces me pregunto cómo existe capacidad técnica y tecnológica que se vería incrementada por el regreso de hijos pródigos a la fuerza ahorcan. Pero los que están y los que quisieran estar necesitan alicientes y ha de ser la política, todavía la política, quien empuje y aglutine a la universidad y al dinero. Y luego se integre, pues en este punto la mixtura es deseable. Inspírense Camps y los suyos en el modelo norteamericano. Mucho me temo que nos llamen utópicos, visionarios o ignorantes.

Sigan entonces con la pauta que conduce a la nada, amparándose en la falsa noción de que crecemos más que el resto de la UE. Pero uno no escribiría lo anterior en Etiopía, pues allí, sí, serían ganas de incordiar. Estamos endeudados y los recursos han de ir, preferentemente, adonde está un futuro en trance de escaparse. Entiendan que podemos auparnos y mantenernos, aunque sin perder comba, en la primera división; pues en segunda cabremos unos años y después nos echarán a la tercera. Más claro: teóricamente, nuestras bazas sopesadas, es más probable sostenernos en los huecos de los países de vanguardia, sobre todo de la UE, que hacerlo en el grupo de China, Lituania, Hungría, Chile y un largo etcétera.

Hay áreas en que la voluntad vale más que el dinero. "Eufórica o ruidosa", escribió aquí días pasados Alejandro Mañes. Haremos hincapié. ¿Nos echará una mano Camps?

Manuel Lloris es doctor en Filosofía y Letras.

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