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Tribuna:
Tribuna
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Granos y graneros (contra la discriminación sexual)

Recientemente se han celebrado en muchas ciudades de todo el mundo, aunque no en todas, ya que el mero hecho de tener una orientación sexual distinta a la heterosexual sigue siendo perseguido en demasiados lugares, la fiesta del Orgullo Gay, Lésbico, Bisexual y Transexual cuyo lema era: diversidad e igualdad, una lucha común.

Estas manifestaciones, al menos en España, deben ser consideradas un éxito para los convocantes, pues lograr que, año tras año, se aumente la visibilidad de estos colectivos en nuestro país, invita a pensar que la aceptación social de todas las orientaciones sexuales avanza, y que, algún día, cesará la discriminación que padecen en tantos y tantos ámbitos.

Todos los medios de comunicación cubrieron estas manifestaciones cuyo denominador común es su gran vistosidad y alegría, que alguien puede interpretar como un mero jolgorio en clave festiva, equivocando el análisis, ya que el día del orgullo gay se celebra para reivindicar soluciones ante unos problemas descarnadamente serios, como es el reconocimiento pleno de los derechos de estas personas en una sociedad igualitaria que, finalmente, entienda la diversidad sexual como un hecho en sí, y, no como una perversión o degeneración del ser humano.

Por ello, quisiera aprovechar esta ocasión para felicitar a estos colectivos por su coraje para afrontar las múltiples dificultades con las que se encuentran en la actualidad y enviar una muestra de solidaridad para con sus problemas. Porque en la UGT-PV sabemos muy bien que nuestra sociedad sigue negándoles soluciones satisfactorias a la discriminación que sufren en casi todos los ámbitos por su orientación sexual.

Es innegable que nuestra sociedad debe aprender a convivir con la diversidad sexual, pero a decir verdad, quien realmente tiene que solucionar los problemas de este colectivo, no es la sociedad en sentido genérico, sino aquellos que dada su posición tienen la responsabilidad y la posibilidad de guardar y hacer guardar sus derechos, es decir, los gobiernos y, también en cierta medida, los empresarios.

Desde la Unión General de Trabajadores, como organización sindical que vela por los derechos de todos los trabajadores sin exclusión, nos sentimos obligados a exigir a los gobiernos de turno que adecuen la normativa con el fin de facilitar la difícil situación de estos colectivos y, por ello, no es casual nuestra participación activa como organización social en las manifestaciones recientemente celebradas.

Pero las reivindicaciones colectivas no terminan cuando la manifestación concluye, sino que es una labor diaria, discreta, que grano a grano completará el granero de la verdadera igualdad y el destierro de las discriminaciones por la orientación sexual. Esta certeza es más evidente desde un punto de vista laboral donde la UGT ha intentado e intentará que los empresarios asuman la realidad en que vivimos ¿cómo es posible que se continúen oponiendo en la negociación colectiva a introducir cláusulas para evitar discriminación por orientación sexual en los centros de trabajo?

En tanto y en cuanto no se consigan eliminar las discriminaciones, a través de la interlocución laboral y social con los empresarios y los gobiernos, los colectivos afectados y el movimiento sindical, entre otros, tenemos la obligación de continuar organizando manifestaciones y otros actos para conseguir que los integrantes de estos colectivos sean lo que hoy, por desgracia aún no se les reconoce, personas.

Por su parte, los gobiernos de las distintas administraciones públicas tienen que asumir, de una vez, que las parejas de gays y lesbianas deben gozar de los mismos derechos que las parejas tradicionales, en ámbitos tan importantes como la propiedad, la herencia, los impuestos y la seguridad social. Un modelo que en Dinamarca lleva casi 15 años de funcionamiento sin que la estructura social de este país se haya visto resentida. Asimismo la sanidad pública tiene que incluir entre sus prestaciones el tratamiento integral del transexual, para resolver la contradicción, entre cuerpo y mente, que sufren estas personas.

Desde luego, únicamente con las leyes en la mano no podremos alcanzar inmediatamente la ansiada igualdad de trato, pues adoptar una legislación más justa no hará más justos a nuestros conciudadanos que, al igual que nuestros gobernantes, deben (debemos) hacer un esfuerzo de comprensión de la realidad en la que nos ha tocado vivir sin juzgarla de forma caprichosa.

En las fallas del año pasado el Colectivo Lambda, la asociación de gays y lesbianas más representativa de la Comunidad Valenciana, realizó una campaña de sensibilización social ante la discriminación por la orientación sexual. Este colectivo simplemente demandaba a la sociedad: "Per unes falles respectuoses: no cantem 'maricón el que no bote" y, espero que muchas personas lo hayan tenido en consideración. Pero, tampoco debemos olvidar que estas cuestiones son sólo pequeños granos de arena en comparación con lo que los responsables gubernamentales y los empresarios pueden hacer por impedir la discriminación de estos colectivos, tan merecedores de respeto y protección como cualquier otro grupo humano.

Rafael Recuenco Montero es secretario general de la UGT-PV.

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