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Reportaje:

La revolución de la PAC

Las organizaciones agrarias creen que los cambios sólo benefician al desarrollo rural y al sector lácteo

El 1 de enero de 2005 el campo europeo estrena un sistema de subsidios que tendrá que acomodarse a un presupuesto voluminoso pero congelado para la próxima década, a pesar de abarcar a 25 países en vez de a 15. Con tales premisas, el saldo para la agricultura española es difícilmente positivo, lo que no ha impedido que el Gobierno español proclame haber ganado con la reforma promovida por el comisario Franz Fischler. Las organizaciones agrarias y la oposición sólo admiten pequeños beneficios para el desarrollo rural y el sector lácteo.

España es el segundo país más beneficiado por la Política Agrícola Común (PAC) con el actual sistema de ayudas. De ahí que cualquier cambio por pequeño que sea suponga una revolución. La reforma Fischler lo es en sí misma: prácticamente todas las ayudas quedarán desvinculadas de la producción y pasarán a ser un subsidio único por explotación, condicionado a reglas que obligan a respetar el medio ambiente o el bienestar animal.

La organización UPA sostiene que con la reforma España pierde 1.129 millones
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El Gobierno español sostiene que la suma de todos los cambios acordados en la Unión para la PAC de la próxima década arroja un saldo positivo para el campo español de 2.752 millones de euros. La organización agraria UPA ha respondido con un cuadro económico similar al oficial. El resultado: un saldo negativo de 1.129 millones de euros.

Pero la de las cifras es sólo una disparidad más entre las contradictorias valoraciones existentes. El comisario europeo de Comercio, Pascal Lamy, dice que, con la reforma, la Unión reducirá su producción, lo que distorsionará menos el mercado mundial. Esa menor producción la provocaría el nuevo sistema de subsidiar al margen de lo que se produce, por dejar de incentivar la producción. Pero lo cierto es que, por ejemplo, España no cesa de aumentar su producción porcina (acaba de adelantar a Alemania en este sector) cuando ésta, sin embargo, no se beneficia de subvenciones.

La oposición y las organizaciones agrícolas, que siguen analizando la reforma, temen el abandono de la agricultura en las zonas de bajo rendimiento (pocas toneladas por hectárea, lo que sucede en el 81% de la superficie agrícola española), a pesar de haber logrado que una parte de las ayudas siga vinculada a la producción.

Pero uno de los asuntos de la reforma que más preocupan al sector es esa posibilidad de que cada país otorgue ayudas nacionales a sus agricultores allá donde lo crea oportuno, siempre que no supere el 10% de lo que perciben las explotaciones. La organización Asaja (como la europea COPA-Cogeca) es la que más ha puesto el acento en esta "renacionalización" de la PAC. Pero también el PSOE la critica: "Acaba con el apellido Común de la Política Agrícola", afirma el portavoz de Agricultura, Jesús Cuadrado.

Por capítulos, éstos son los sectores más afectados por la reforma de la PAC en suelo español:

- Menos dinero para las explotaciones. Todas las explotaciones que perciben ahora más de 5.000 euros de subsidios anuales perderán dinero: un 5% menos anualmente a partir de 2007 y un porcentaje por determinar también a partir de ese año para respetar el techo financiero impuesto a la PAC. El Gobierno español calcula que sólo el primer recorte ya fijado del 5% supondrá una pérdida anual total para España de 141,5 millones de euros de fondos comunitarios.

- Más para desarrollo rural. El recorte del 5% de las ayudas directas se desviará a programas de desarrollo rural y España ganará algo más que los socios más ricos, porque una parte de ese dinero beneficiará a las zonas europeas de menor renta per cápita. El problema es que, en desarrollo rural, parte de la financiación la debe completar el país miembro, y España tiene, según los socialistas, un déficit importante en este capítulo.

- Primas al vacuno. Desaparece la mayor parte de las primas al bovino. En España sólo quedará la de la vaca nodriza y una parte (el 40%) de la prima por res sacrificada. El resto lo cobrará el ganadero igualmente, pero como subsidio no vinculado a la producción. Las organizaciones agrarias creen que las explotaciones con menos de 30 vacas no podrán subsistir y que el sistema sólo favorece a los cebaderos. Bruselas cuenta con un descenso de la producción de carne y la consiguiente subida de precio que beneficiará al ganadero.

- Sistema mixto para ovejas y cabras. La cabaña ovina española sólo la supera la británica. La mitad de las ayudas actuales seguirá ligada al número de reses. El ministro Miguel Arias Cañete cree que tal sistema garantiza el mantenimiento de la actividad, pero las organizaciones temen el abandono masivo de este tipo de actividad (hasta 40.000 explotaciones) por la dificultad en encontrar mano de obra barata dispuesta a trabajar largas jornadas.

- Los cereales mantienen su ventaja. La ayuda al cereal, uno de los más beneficiados por la Política Agraria Común (se lleva más de la mitad de todas las ayudas directas) queda intacto, al igual que el precio de intervención, que crecerá, sin embargo, muy poco cada año. Las organizaciones agrarias creen, sin embargo, que con los cambios no se ha conseguido espantar el riesgo de abandono de producción en zonas que tienen poco rendimiento, a pesar de que el 25% de la ayuda seguirá ligada a la producción. "Los gastos para mejorar el medio ambiente serán demasiado grandes", alegan.

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