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El encuentro de dos barrios

La Gran Via deja de ser una barrera entre los vecinos del Clot y Poblenou

En ambas orillas de la Gran Via, los vecinos del Clot y Poblenou se arremolinaban ayer alrededor de un puente. Durante casi dos décadas, ha sido el único medio con que contaban para atravesar la autopista de seis carriles que les separaba. En la noche del pasado sábado, a las 22.00 horas, las grúas aguardaban su turno para desplegar sus enormes brazos metálicos y depositar en el desguace los restos del último símbolo que dividía estos dos barrios del noreste de Barcelona.

La expectación era grande. Los vecinos se sabían ante una victoria colectiva frente a la barrera del asfalto. "El semáforo nos ha venido muy bien porque antes era un engorro que las personas mayores o los minusválidos tuvieran que cruzar el puente", se regocijaba Alfonso, habitante del Clot desde hace 13 años. La reforma de la Gran Via, ejecutada por el Ayuntamiento barcelonés y la Generalitat, ha costado 2,6 millones de euros. Varios semáforos y pasos de peatones facilitan, desde hace un par de semanas, el cruce de la avenida, donde ahora los coches no pueden sobrepasar los 50 kilómetros por hora.

Un grupo de operarios con mono fosforescente comenzó a cortar el tráfico. Los conductores lanzaban miradas hoscas o perplejas. Las aceras se hacían estrechas ante la progresiva afluencia de público. Todos querían ver la pasarela convertida en amasijos. "Poblenou y el Clot están definitivamente unidos", exclamaba desde un escenario de orquesta Francesc Narváez, concejal del Distrito de Sant Martí. Los vítores se multiplicaban.

El ruido de las tracas taponaba los oídos. Diablos y dragones escupían fuego. Una madre sujetaba a su hijo en brazos mientras le explicaba: "Se llevan el puente porque ya no sirve para nada". El niño prefería ver las llamas coloridas del dragón de cartón. Los corrillos no cesaban de intercambiar información: "Van a tardar toda la noche", "es imposible que dejen de pasar coches", "no os acerquéis al puente". La turba era una fusión de acentos."La transformación de la zona parecía imposible y hoy es una realidad física", proclamaba Xavier Casas, primer teniente de alcalde. Casas prometió que tanto el consistorio como la Generalitat continuarán con la cirugía urbanística. "Habrá 15.000 metros cuadrados para espacios verdes y de recreo", aseguró. Las aceras han ganado ya seis metros de ancho a la calzada. Lo que antes era un muro infranqueable se convierte paulatinamente en un elemento integrado en el paisaje urbano.

El proyecto prevé cubrir parcialmente la autopista con pantallas acústicas para evitar ruidos. "En este lugar hay mucho ruido por los coches; los muros también nos aliviarán", justificaba Nuria, treintañera de Poblenou. La segunda etapa de la regeneración de esta arteria de la ciudad durará dos años.

Abundaban las cámaras de vídeo y de fotos. Había que inmortalizar el momento. Manchas multicolores salpicaban el cielo y arrancaban admiraciones del vecindario. Desde el escenario, los organizadores de la verbena pidieron al público que se apretujara para encuadrar una fotografía de familia. "No es el triunfo de una persona concreta, sino de todos". La frase flotaba en el aire mezclada con el olor de la pólvora. Todos saludaban antes de que saltara el flash.

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Miembros de la Asociación de Vecinos del Clot y Camp de l'Arpa lucían en el pecho adhesivos naranja con un lema desafiante: "Hoy cae el puente; mañana el roscón" [en referencia a la glorieta de las Glòries, próximo objetivo de la agrupación, que quiere eliminarla].

A las 23.30, los sopletes comenzaron a desbaratar el puente. Un sifón de chispas certificaba su defunción. Pero la gente ya no prestaba atención; prefería bailar pasodobles al compás de una banda de música. Un brazo de la Gran Via, desde la plaza de las Glòries hasta la calle de Espronceda, se quedaba sin circulación hasta las siete de la mañana del domingo. Ya no había barreras ni escaleras de caracol para sortearlas. Solamente, el guiño cadencioso de un semáforo. Ahora rojo, ahora verde.

Una grúa de grandes dimensiones se encargó de llevarse el puente de la Gran Via.
Una grúa de grandes dimensiones se encargó de llevarse el puente de la Gran Via.VICENS GIMÉNEZ

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