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Reportaje:

Una presidencia fuera de tono

El comienzo de la presidencia europea de Berlusconi confirma los temores sobre un tormentoso semestre. Él se cree la víctima

Carlos Yárnoz

La irrupción de Silvio Berlusconi al frente de la presidencia de la Unión Europea ha causado importantes daños colaterales a la primera de cambio al llamar kapo (prisionero colaboracionista en los campos de concentración) al eurodiputado alemán Martin Schulz, vicejefe del Grupo Socialista. El incidente no sólo originó la inmediata convocatoria de los respectivos embajadores italiano y alemán, algo insólito en la Unión, sino que ha puesto en guardia a unos líderes que ven debilitada su relación mutua en el Consejo Europeo cuando intentan cerrar sus heridas por la guerra de Irak.

"Todo se complica más ahora que Europa debe centrarse en temas tan sensibles como el proyecto de Constitución o la recuperación de la confianza entre los jefes de Estado y Gobierno", opinan fuentes diplomáticas oficiales en Bruselas. Los hechos así lo demuestran. El canciller alemán, Gerhard Schröder, exigió que se disculpara Berlusconi, que le telefoneó en la tarde del jueves, al día siguiente del incidente registrado en Estrasburgo. "Cuestión cerrada", anunció el canciller al asegurar que Il Cavaliere había pedido excusas.

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Para entonces, tres Gobiernos europeos (Suecia, Holanda y Luxemburgo), además del alemán, habían exigido al líder italiano que se disculpara. Según diversas agencias de noticias, la ministra sueca de Exteriores, Anna Lindh, dijo que Berlusconi "debería presentar sus excusas"; el primer ministro holandés, Jan Peter Balkenende, le pidió que retirara sus palabras, y su homólogo luxemburgués, Jean-Claude Juncker, reclamó "excusas formales".

Aunque Schröder calmó algo las aguas al declarar cerrado el asunto, Berlusconi agrió más la fiesta cuando el viernes aclaró en Roma que ni había presentado disculpas ni se había excusado, sino que simplemente había transmitido a Schröder que todo se había debido a "una mala interpretación de lo que pretendía ser un chiste irónico". Pero por nada del mundo se excusaría ante Schulz, porque éste era el que le había ofendido cuando puso en duda la honradez de Il Cavaliere en el conflicto de intereses entre sus empresas y su poder político.

Schulz, de 47 años, ex librero y alcalde de Wuerselen (35.000 habitantes) hasta 1999, tenía precedentes. En 2001, antes de las elecciones italianas de mayo que ganó el entonces eurodiputado Berlusconi, acusó de ocultar la verdad a la entonces presidenta de la Eurocámara, Nicole Fontaine (PPE), a raíz de que el Gobierno español y el propio Parlamento Europeo protagonizaran sospechosas maniobras que frustraron la petición del juez Garzón de levantar la inmunidad de Berlusconi por su implicación en el caso Tele 5.

Al margen de si Berlusconi recordaba o no el miércoles pasado ese detalle, en el Parlamento Europeo aún no dan crédito a lo ocurrido. Schulz, el eurodiputado alemán más famoso esta semana, dijo tras el incidente que el insulto lo era también "a las víctimas de los campos de concentración", y no ocultó las repercusiones negativas de lo ocurrido para Italia y Alemania. De hecho, consideró "muy extraño" que le hubiera atacado el líder de un país que tuvo de jefe de Estado al fascista Benito Mussolini mientras que en Alemania él, Schulz, comulga con los movimientos "antifascistas, antirracistas y antixenófobos".

El presidente de la Eurocámara, Pat Cox, intenta negociar personalmente una fórmula para evitar una posible crisis institucional y, sobre todo, un escándalo mayúsculo en la próxima comparecencia de Berlusconi el próximo octubre. "En estas circunstancias no puede volver al Parlamento; conviene que reflexione este fin de semana y ofrezca una fórmula satisfactoria", declaró el viernes Enrique Barón, presidente de los eurodiputados socialistas, que describe así al líder italiano: "Es una mezcla de vendedor de crecepelo y de megalomanía napoleónica".

Más comprensivo con el italiano se muestra Gerardo Galeote, del PP, el partido que facilitó el ingreso en el Partido Popular Europeo (PPE) de Forza Italia, la formación de Berlusconi por la que él mismo fue eurodiputado, casi siempre ausente, hasta mayo de 2001. "Schulz se excedió; Cox gestionó mal el debate por no quitar la palabra a algunos, y Berlusconi quiso quitar hierro en tono jocoso, pero su tono fue inadecuado y eligió mal sus palabras". "Damos por zanjado el asunto", agrega.

Sólo los populares parecen querer olvidar el asunto. Romano Prodi, presidente de la Comisión y su enemigo político en Italia, opta por el forzado silencio. Prudentemente, el Gobierno alemán recomienda también a Il Cavaliere que reflexione este fin de semana. Otros van mucho más lejos. La delegación de Dinamarca en el Consejo de Europa, informa France Presse, quiere que esta institución se interese por la ley de inmunidad para Berlusconi mientras sea primer ministro y la concentración de medios de comunicación que tiene.

El incidente ha ocultado otros datos del inicio de la presidencia italiana de la Unión. Algunos tan importantes como su programa de prioridades, que incluye organizar en Erice (Sicilia) la Conferencia Internacional de Paz sobre Oriente Próximo en competencia con España, que también aspira a alojarla. Otros tan anecdóticos como la diseminación de esculturas romanas por el Parlamento o el Consejo, donde se ha situado una estatua de dos metros del emperador Marco Aurelio procedente de Nápoles.

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Silvio Berlusconi, en el Parlamento Europeo, el pasado miércoles.
Silvio Berlusconi, en el Parlamento Europeo, el pasado miércoles.AP

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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