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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Pionero del 'rock and roll'

Diego A. Manrique

José Fernando Arbex Miró (28 de mayo de 1942, Madrid) fue uno de los audaces pioneros del rock and roll español, muchachos que tenían acceso a instrumentos eléctricos e información en un país autárquico. Como baterista, formó parte de aquellos chalados que, a pesar de provenir de buenas familias, tuvieron que enfrentarse con increíbles barreras a la hora de tocar amplificada música juvenil: su grupo eran Los Estudiantes, donde también estaba su hermano Luis, prematuramente fallecido. Todas esas experiencias desembocaron en Los Brincos, el supergrupo español que, a partir de 1964, representó la adaptación española del modelo de The Beatles: conjunto autosuficiente en composiciones, diferentes voces, armonías vocales, imagen castiza, arrogancia de chicos dorados.

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Protagonistas de un colosal lanzamiento, Los Brincos subieron el listón del pop español, hasta entonces apocado y dependiente de las versiones de temas foráneos. Su aproximación a los sonidos andaluces en Flamenco o A mí con esas abrió camino para múltiples fusiones posteriores. Incluso intentaron difundir sus canciones en italiano, francés e inglés. Otros impactos suyos fueron Mejor, Renacerás, Borracho, Un sorbito de champán y Tú me dijiste adiós. Su productividad era extraordinaria: cedieron canciones a Marisol, Rocío Dúrcal y otros artistas.

Sin embargo, aunque vendieron centenares de miles de discos, nunca despertaron grandes simpatías entre el público de la época: preferían actuar en fiestas privadas antes que patearse el circuito de discotecas juveniles, donde reinaban Los Sírex, Los Mustangs, Los Salvajes o Lone Star. Los sueños de realizar cine musical tampoco fructificaron: ésa fue la baza que aprovecharon Los Bravos.

A mediados de 1966, el grupo superó la airada fuga de dos de sus miembros fundadores, Juan Pardo y Antonio Junior Morales, y siguió facturando éxitos: El pasaporte, Lola, Nadie te quiere ya, Amiga mía. Hasta se intentaron reciclar como grupo de rock progresivo, con el ambicioso Mundo, demonio y carne, con versión en inglés y en castellano, un elepé que tuvo sus problemillas con la censura franquista. La aventura no prosperó: la industria musical se desprendía de "los conjuntos" que querían crecer para potenciar los cantantes melódicos y las canciones de verano. En 1969 terminaron Los Brincos, dejando atrás cuatro elepés; su magnífica obra sólo se revalorizaría tras el triunfo de la nueva ola, con discos de homenaje protagonizados por grupos de querencias sesenteras.

Arbex formó un trío de corta vida, Alacrán. Posteriormente se reconvirtió en compositor y productor para artistas variados y proyectos particulares. De los últimos, el más celebrado fue Barrabás, a partir de 1972. El grupo ofrecía rock bailable, entre Santana y África, con cantos en inglés: Wild safari, Woman, Money, Checkmate, Mr. Money e Hijack fueron éxitos internacionales, algunas incluso con presencia en las listas de ventas estadounidenses. En su faceta más comercial, compuso para Mike Kennedy y Jaime Morey, aparte de triunfar con Micky (El hombre de la armónica) y el grupo británico Middle of the Road (Soley, soley); según Arbex, llegó a estar en contacto con Elvis Presley poco antes de su muerte: el rey del rock quería grabar El hombre de la armónica.

En los ochenta, Arbex trabajó con algunos grupos de la movida en su estudio de las afueras de Madrid. Se habló de reunir a Los Brincos originales en varias ocasiones: lo intentó Miguel Ríos -que había grabado canciones de Arbex como El río- para su programa televisivo ¡Qué noche la de aquel año!: Juan Pardo se negó tajantemente. En vez de en las páginas musicales, el nombre de Arbex apareció en las crónicas policiales: se vio implicado en un asunto de drogas que le mantuvo fuera de la circulación, aunque siempre aseguró que todo aquello fue una trampa en la que cayó inocentemente.

Astuto para los negocios, en 1996 reivindicó la propiedad del legado discográfico de Los Brincos, que reeditó por su cuenta, ante el estupor de BMG, la multinacional que había adquirido el catálogo de Zafiro, la compañía que lanzó al grupo. Una colección de treinta éxitos bajo el título de Bravo por los Brincos alcanzó grandes ventas. En su estela, se pudieron ver espectáculos tan insólitos como a Fernando y sus amigos tocando detrás de Mario Conde en un programa de Pepe Navarro.

Hubo algún concierto multitudinario al aire libre y, ya en 2000, un intento de relanzar a Los Brincos con Eterna juventud, nueve canciones y un instrumental interpretados por Fernando Arbex y Miguel Morales. También se sentía particularmente orgulloso de sus labores para los escenarios (La maja de Goya) y agrupaciones sinfónicas, como un encargo de Yasir Arafat para conmemorar los 2.000 años del nacimiento de Jesucristo, el Himno de la vida, una nana que integró en el poema sinfónico Terra santa.

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