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Frente a las playas de Barcelona hay 600 hectáreas de sedimentos muy contaminados

No hay riesgo para los bañistas, pero los lodos tóxicos afectan a la cadena alimentaria

Una gran extensión de sedimentos marinos contaminados yace bajo las aguas frente a las playas del Fòrum 2004 y la Villa Olímpica, en Barcelona. Las zonas más afectadas ocupan unas 600 hectáreas a una profundidad entre 20 y 50 metros. En principio, no parece haber riesgo para los bañistas, pero los restos tóxicos podrían afectar a la cadena alimentaria, como apunta una serie de pruebas realizadas con salmonetes pescados en esta área. La Generalitat admite que los peces de esta zona están contaminados, pero a un nivel inferior a los límites que fija la Organización Mundial de la Salud.

Además de esta zona fuertemente contaminada, también lo está, aunque de forma más difusa, una área de 3.600 hectáreas, según datos de Albert Palanques, investigador del Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona (CSIC); se trata de una extensión importante si se compara con los 98 kilómetros cuadrados de la ciudad de Barcelona.

Estos sedimentos son una herencia del pasado, de cuando el Besòs era uno de los ríos más contaminados de Europa y la depuradora vertía directamente al mar lodos cargados de tóxicos. La mayoría de estos contaminantes se sedimentaban en las inmediaciones de la desembocadura del río o del emisario submarino. Y aún continúan allí.

Aunque es desagradable, los expertos sostienen que la presencia de los fondos contaminados no implica ningún efecto sobre la salud de los bañistas. Palanques destaca: "Las playas y las zonas de baño están formadas por arenas limpias, y los fangos contaminados no empiezan hasta los 20 metros de profundidad". El agua, por su parte, está en buen estado. Los análisis realizados el pasado mes de junio por la Agencia Catalana del Agua han dado como resultado una calidad "excelente".

El posible riesgo para la salud puede provenir del hecho de que los contaminantes se incorporen al pescado o el marisco que se consume. Esto es precisamente lo que muestran los pocos estudios realizados; los salmonetes de fango capturados a 40 metros de profundidad frente a la ciudad de Barcelona presentan una concentración de PCBs (contaminantes organoclorados) muy alta, entre 100 y 200 veces superior a los pescados en Córcega y Cerdeña. Son datos de mediados de la década de 1990 de Cinta Porte, investigadora del Centro de Investigación y Desarrollo de Barcelona (CSIC). Las capturas realizadas en Barcelona también tienen niveles muy elevados de DDE, metabolito del DDT, asegura esta investigadora.

Los salmonetes de fango son un buen bioindicador de la situación ya que se trata de unos peces que se alimentan, precisamente, de pequeños organismos que viven sobre el sedimento. Otras especies analizadas por Porte están menos afectadas.

El ejemplo de los salmonetes es inquietante, sobre todo teniendo en cuenta que en el puerto de Barcelona se desembarcan anualmente 20.000 kilos de salmonetes. Pero faltan datos. Palanques lamenta la práctica inexistencia de "estudios ambientales rigurosos que pudieran esclarecer los posibles impactos". Incluso los datos globales provienen de campañas oceanográficas realizadas hace bastante tiempo, si bien los nuevos trabajos indican que la situación ha variado poco a lo largo de los años.

Francisco Lucena, biólogo de la Universidad de Barcelona, se lamenta: "No hay un seguimiento exhaustivo del área contaminada ni se sabe su evolución con detalle. Sería ideal tener un programa de vigilancia global, pero éste no existe".Los fondos marinos contaminados se extienden desde la desembocadura del río Besòs hasta el puerto de Barcelona. Aparte del río, el fondo también conserva los rastros de la zona de influencia de los dos emisarios submarinos que vertían lodos y aguas de la depuradora del Besòs. En el área más castigada, un submarinista en busca de emociones fuertes vería un fondo marino negruzco, compuesto directamente por "fango de cloaca", relata Palanques, en el que algunos metales pesados, como el plomo, presentan concentraciones hasta 100 veces superiores a lo normal. No hay que olvidar que hace apenas tres años aún se arrojaban fangos de depuradora al mar.

Francisco Lucena cree que ahora que ya no se vierten fangos y el agua se depura es cuando empieza de verdad el "momento cero". "Es a partir de ahora cuando van a ir mejorando las cosas", asegura. Este microbiólogo afirma: "Si estamos discutiendo qué fondos marinos queremos es porque antes hemos resuelto problemas mucho más graves". "Antes de 1992 ni siquiera existían las playas", añade.

Josep Maria Bayona, investigador del CID, destaca que la calidad del agua es buena: "Hemos comparado el agua de Barcelona con la de Banyuls, y nos ha sorprendido ver que la diferencia es pequeña". A partir de aquí es de esperar que empiece la lenta recuperación de los fondos marinos, un proceso que, a juicio de Palanques, puede durar "décadas".

Informar a los ciudadanos

Josep Maria Gili, investigador del Instituto de Ciencias del Mar, considera que la presencia de una ciudad como Barcelona inevitablemente ha castigado el medio marino, como sucede en Marsella y Génova. "El sedimento no está bien, pero tampoco está tan mal como para no ir a la playa. A partir de aquí se deberían buscar mecanismos para depurar los sedimentos, controlar lo que sucede y, sobre todo, informar a los ciudadanos", explica.

Algunos expertos denuncian la existencia de "auténticas mafias" que pescan regularmente en fondos muy contaminados y venden la pesca ilegalmente a algunos chiringuitos y restaurantes del litoral. Joan Domènech Ros cree que se debería "prohibir completamente la pesca en todos los fondos afectados por sedimentos contaminados", aunque se muestra escéptico. Los contaminantes organoclorados y los metales pesados se acumulan en el organismo y pueden presentar efectos muy graves sobre la salud a largo lazo.

Hernan Subirats, director general de Pesca de la Generalitat, admite que los peces capturados en el litoral de Barcelona están más contaminados que los de otras zonas de Cataluña, pero "siempre muy por debajo de los límites admisibles fijados por la Organización Mundial de la Salud". Subirats niega la existencia de grupos organizados que pesquen en áreas contaminadas y asegura que "todos los años se analizan muestras de sedimentos y peces, y todo el pescado, incluso el de las zonas potencialmente conflictivas, es apto para el consumo".

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