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Análisis:ANÁLISIS
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Breve crónica de trece días

Del debate de investidura de Francisco Camps aquí apenas han transcurrido trece días. Un lapso de tiempo tan escaso que no permite conocer las vigas maestras sobre las que descansará el proyecto del nuevo presidente de la Generalitat para los próximos cuatro años, ni la solidez de la alternativa socialista que lidera Joan Ignasi Pla. La brevedad del plazo, sin embargo, no impide la constatación de determinados síntomas y la observación de comportamientos diferenciados entre ambos políticos. Este contraste es más interesante si se parte del hecho de que en su primera confrontación parlamentaria los dos estuvieron a una altura similar, con una ligera ventaja del líder socialista, más suelto en las réplicas que el presidente, a pesar de aquél concurría con el fardo de la rebelión de un grupo de alcaldes y concejales de L'Alacantí.

De Pla se espera que no esté a verlas venir, sino que actúe con decisión en las crisis
Camps ha desplegado una batería de gestos simbólicos, pero muy eficaces y rentables

Ese aparente equilibrio de fuerzas, esa igualdad en la línea de salida de una carrera que tendrá su primera meta en las elecciones generales de marzo de 2004, la segunda en las europeas de 2005 y la tercera y última en las autonómicas de 2007, se rompió nada más se apagaron los ecos de los discursos del debate celebrado el 18 de mayo en las Cortes Valencianas. De entonces acá todas las señales que emite Francisco Camps, su gobierno y su partido son positivas, mientras que los síntomas que presenta Pla, su partido y su grupo parlamentario son alarmantes.

De entrada, el presidente visualizó su condición de "príncipe nuevo" en la configuración del Consell y en el despliegue de toda una batería de gestos simbólicos de coste cero, pero extremadamente eficaces y rentables desde el punto de vista político. Gestos que van desde la utilización institucional del valenciano hasta la presentación de iniciativas parlamentarias tales como la petición de comparecer semanalmente ante las Cortes y que estos debates se retransmitan en directo por TVV, amén de otras anécdotas, menores si se quiere pero no menos simbólicas, como el cambio de la sala donde se celebran los plenos del Consell. En esta política gestual no ha estado solo Camps. Esteban González, consejero de Educación, tomó la iniciativa de ser él quien rindiera visita a los rectores de las universidades y a los sindicatos más representativos del sector docente. Además, Gerardo Camps, consejero de Hacienda, ya ha puesto en marcha la comisión de asuntos económicos con el objetivo de racionalizar el gasto público.

Todo indica que Francisco Camps, consciente de la crisis presupuestaria, ha apostado por la política. Es más, intuyo que el modelo a seguir es el de Ruiz Gallardón. El President parece convencido de que no basta con tener convicciones democráticas, sino que hay que evidenciarlas en las formas. Y a eso se aplica. Algunos han querido ver en estos gestos y decisiones un intento de marcar diferencias con Zaplana. Algunas se observan, pero aún es pronto para ver si se dan en lo sustancial o en lo accesorio.

El ritmo impuesto desde el Palau de la Generalitat no encuentra su correspondencia en Blanquerías, sede del PSPV. A Joan Ignasi Pla le crecieron los enanos con la rebelión de L'Alacantí; pero con ser esto grave no lo es tanto como la revelación de una verdad que se presuponía, pero que estaba oculta tras la pirotecnia electoral. La crisis de las comarcas del sur ha dejado al descubierto la debilidad y la falta de profesionalidad de su equipo orgánico. Mejor equipado para organizar revueltas que para sofocarlas y más ocupado en el regate corto que en el pase largo. Pla, además, ha actuado con un quietismo inquietante, cuando lo que se espera de un líder no es que esté a verlas venir, sino que actúe con decisión. Era lo que se esperaba tras su discurso en el último Comité Nacional de su partido; pero los hechos van en sentido contrario. Con todo, no quiero dejar de anotar que hay quien ve en este dontacredismo una estrategia calculada a largo plazo para sajar definitivamente un carcinoma que ya ha hecho metástasis. Es una opinión.

Lo malo es que esa parálisis orgánica también se ha trasladado a un grupo parlamentario del que no se sabe muy bien si sube o si baja. De momento, ni está, ni se le espera.

Dicho esto, hay que hacer constar que todavía es pronto. Estas líneas apenas son un esbozo, una breve historia de trece días. Habrá tiempo de sobra para saber si Camps mantiene el ritmo o si se desfonda. Y para saber qué dará Pla de sí.

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