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Reportaje:REPORTAJE

Sexo, drogas, hipocresía y cintas de vídeo

Los sabuesos de la policía criminal de Berlín especializados en delincuencia organizada, encargados de perseguir a una red de traficantes de mujeres procedentes del este de Europa para abastecer la prostitución en Alemania, no daban crédito a lo que oían. La voz del cliente que solicitaba los servicios de unas prostitutas desde una habitación de un hotel de lujo en el centro mismo de Berlín Oeste, un tal Paul Pinkas, les resultaba conocida. Costó poco trabajo identificarla como la del famoso entrevistador de televisión Michel Friedman, un abogado judío de Francfort de 47 años, que años atrás había llegado a ocupar un puesto en la presidencia nacional de la Democracia Cristiana (CDU) y es vicepresidente de la prestigiosa Comunidad Judía de Alemania. La comparación de las voces no dejó el menor resquicio de duda: Paul Pinkas era Michel Friedman.

Derrotado en el campo político, Friedman inició una irresistible ascensión en la televisión con un estilo inquisitorial en sus entrevistas periodísticas
La comunidad judía alemana está dividida en sus opiniones, que van desde el recuerdo de los nazis hasta los que le consideran como un caso patológico

Las declaraciones de dos de las prostitutas detenidas en las redadas policiales contra la red de proxenetas que importaba e introducía de forma ilegal a las mujeres en Alemania acusaron a Friedman de consumir cocaína y de haberlas inducido a usarla durante los contactos mantenidos. Ante las denuncias policiales, la Fiscalía de Berlín, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, procedió a ordenar el registro del domicilio y bufete de Friedman en Francfort. Sólo en el último minuto, con un parco "Vamos a entrar", informaron los policías desplazados desde Berlín el miércoles 11 de junio a sus colegas del Estado federado de Hesse, que no tuvieron ocasión de intervenir. Esta actuación policial contrasta con el continuo goteo de informaciones y filtraciones que en los días siguientes al registro surgieron de la Fiscalía y aterrizaron en las primeras páginas de la prensa amarilla.

Tres paquetitos

Se supo pronto que en el registro de las dependencias de Friedman la policía encontró tres "paquetitos típicos de ese ambiente" con restos de cocaína, según la Fiscalía. Apenas se habían apagado los ecos del espectacular suicidio del famoso político liberal Jürgen Möllemann, que el pasado 5 de junio se desprendió del paracaídas y se estrelló contra el suelo, cuando la prensa sensacionalista encontró un nuevo tema: "Friedman consume cocaína". "Cocaína, ¿hasta dónde llega la enfermedad de Friedman?". "En qué se ha metido Friedman?". "¿Es Friedman víctima de una conjura?". "Examen de los cabellos de Friedman: era droga". La antología de titulares podría prolongarse mucho más.

Para los ajenos a la realidad alemana, el tema podría parecer trivial. ¿Quién es Friedman?, y ¿a quién le importa lo que haga con sus fosas nasales? No obstante, la cuestión es mucho más compleja y ha desencadenado en Alemania una auténtica orgía de ejercicios de hipocresía, afloramiento de atávicos prejuicios antisemitas, ejercicios de sucio periodismo amarillista y ha puesto a temblar a buena parte del mundillo político de Berlín ante la amenaza que flota en el ambiente de penosas revelaciones sobre contactos de ilustres padres de la patria y figuras del deporte con la subcultura criminal de la prostitución organizada y abastecida a base de mujeres importadas de forma ilegal de países del este de Europa.

Friedman no es un personaje cualquiera con un par de programas de entrevistas en la televisión. Judío militante, con el aura de "nieto de Schindler", ya que sus padres se salvaron de la cámara de gas gracias a la famosa lista, no dudaba en usar y abusar de su judaísmo como arma arrojadiza en el debate político. En las filas de la Democracia Cristiana (CDU), Friedman llegó a ocupar uno de los puestos de la presidencia. Muchos decían que era una especie de hoja de parra que servía para tapar las vergüenzas de una CDU con imagen de intolerante y conservadora. Friedman desempeñaba a la perfección el papel del judío en el partido con la C de cristiano. Duró poco en la presidencia de la CDU. Tras enfrentarse hasta con el mismo canciller Helmut Kohl, perdió Friedman la reelección para la presidencia y quedó reducido a la condición de militante.

En la televisión encontró Friedman muy pronto un lenitivo para su derrota en la política e inició una irresistible ascensión al estrellato mediático. Su estilo de argumentación -arrogante, directo y sin las habituales florituras y rodeos al uso- le abrió las puertas para dos programas de entrevistas en la primera cadena de la televisión pública alemana (ARD) y en el tercer programa del Estado de Hesse. Los programas, que llevaban como título "Friedman" y "¡Precaución Friedman!", se salían de los cauces habituales. Con un estilo inquisitorial, más parecido a los interrogatorios policiales que a las entrevistas periodísticas, Friedman acorralaba a los invitados, no les daba tregua y fustigaba a los políticos y a todo el que se cruzase en su camino. Polemista temido, defensor ardiente de los judíos y de Israel, el difunto Möllemann fue una de sus víctimas en la polémica desencadenada cuando el político del partido liberal (FDP) intentó dar un giro a la derecha y cosechar votos con argumentos contra la política de Israel.

La inmediatez en el escándalo de Friedman, escasos días después del suicidio de Möllemann, desató toda clase de teorías conspirativas. Según algunas versiones, un círculo de fiscales derechistas en Berlín desencadenó la persecución contra Friedman como represalia por el suicidio de Möllemann. Otros atribuyen el caso y sus repercusiones a una especie de atávico antisemitismo latente en Alemania. Friedman desapareció sin decir palabra de la escena pública y no ha respondido a las acusaciones de la Fiscalía y la prensa. Sólo su abogado se manifiesta contra lo que califica de "ejecución pública" y amenaza a la Fiscalía con una querella por haber actuado contra Friedman con medios desproporcionados con el presunto delito que se le imputa. Parte de la opinión pública y políticos se solidarizaron con Friedman. La ministra federal de Justicia, la socialdemócrata Brigitte Zypries, tuvo que saltar a la palestra para declarar que Friedman, como cualquier acusado, disfruta de la presunción de inocencia.

La comunidad judía alemana está dividida en un amplio abanico sobre su vicepresidente, el judío más famoso de Alemania. Algunos establecen paralelismos con la persecución de los tiempos del nazismo. Otros consideran a Friedman un caso patológico. Mientras tanto, Friedman, el entrevistador que no dejaba de hablar y de levantar el dedo acusador, ha desaparecido y calla. Ese silencio lo consideran muchos como un reconocimiento de culpa y un error. Hans-Ulrich Jörges, subdirector de la revista Stern, lo formula con precisión en una columna de opinión: "Michel Friedman habría tenido que pronunciarse en público hace tiempo sobre su escándalo. Sólo con medios jurídicos, él no puede salvar lo que trata de salvar". Según Jörges, "el que calla se convierte al final en prisionero de los mojigatos".

Michel Friedman (a la derecha) con Paul Spiegel, presidente del Consejo Alemán Judío.
Michel Friedman (a la derecha) con Paul Spiegel, presidente del Consejo Alemán Judío.AP

El vídeo sexual de Michel Friedman

UN PAR DE DESALMADOS, entre ellos un proxeneta berlinés que responde al nombre de Tom, recorrieron días atrás redacciones de medios de comunicación alemanes para ofrecer un vídeo que mostraba al parecer a Michel Friedman "en una extravagante orgía de sexo y drogas con tres damas vestidas con charol y cuero", según informa el semanario Focus. Relata la publicación que en la suite 829 del hotel Intercontinental en Berlín se encontró un micrófono oculto con un alcance de 300 metros, preparado para una escucha ilegal y montado por manos profesionales. Según Focus, Friedman, cliente habitual del lujoso hotel durante sus estancias en Berlín, se hospedaba en la suite 824, justo enfrente de la del micrófono oculto y escenario de la presunta orgía con drogas y prostitutas grabada.

Los vendedores del vídeo llegaron a pedir 500.000 euros por el producto, según la versión de Focus, que ha negado a EL PAÍS el directivo de una revista tentada con la compra: "Empezaron pidiendo 100.000 euros y ahora ya lo ofrecen por 5.000". Sobre la calidad de la grabación se dividen los testigos. Asegura Focus que la grabación está desenfocada. Un implicado en una posible compra del vídeo asegura: "Se puede ver a Friedman con absoluta claridad".

Entre los candidatos a la compra del vídeo se barajó el difunto Jürgen Möllemann, enemigo de Friedman, a quien acusó de ser el máximo causante del antisemitismo en Alemania por su forma de actuar. Los vendedores del vídeo intentaron que lo adquiriera Möllemann. La oficina de éste admite que recibió la oferta, pero el político, que poco después se suicidó, la rechazó, porque "nosotros no trabajamos con esos métodos".

El chantaje flota sobre todo este escándalo. Según versiones desmentidas por la Fiscalía berlinesa, en los controles del teléfono móvil de uno de los proxenetas involucrado en la red de tráfico de mujeres se registraron las llamadas de unos cien números de clientes que solicitaban los servicios de prostitutas. Unos cuarenta números de clientes procedían de oficinas del Parlamento Federal. El Bild Zeitung titulaba este jueves con enormes caracteres: "Escándalo de sexo en el Bundestag. ¡Político del SPD chantajeado!".

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