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El fiscal eleva la petición de pena a Arcan a 75 años

Visto para sentencia el juicio contra el supuesto asesino del abogado Arturo Castillo Las llamas devoran una zona de especial protección para aves

Las dos psicólogas judiciales que han examinado la conducta de Pietro Arcan, el moldavo que asaltó, en junio de 2001, un chalé de Pozuelo de Alarcón y supuestamente asesinó a sangre fría al abogado Arturo Castillo, aseguraron ayer al tribunal que juzga a Arcan que este reo es un "psicópata muy peligroso" y que "hay que procurar que no salga de la cárcel" porque existe "un 80% de posibilidades de que vuelva a delinquir". El juicio contra Arcan quedó ayer visto para sentencia tras la exposición final de los abogados y del fiscal. Éste elevó su petición de pena para Arcan de 70 a 75 años de cárcel.

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Según el fiscal, Pietro Arcan, de 25 años, cometió en la madrugada del 19 al 20 de junio de hace dos años uno de los crímenes más salvajes que se recuerdan en los últimos años. Arcan escaló hasta la buhardilla de un chalé de Pozuelo de Alarcón, bien entrada la madrugada y mientras el abogado y su familia dormían, entró en el dormitorio del matrimonio, disparó al letrado, luego a su esposa. Y, al ver que el letrado, Arturo Castillo, seguía vivo, le golpeó en la parte occipital de la cabeza con el puño de un cuchillo y luego le degolló. Creyó que la mujer estaba muerta y descendió por las escaleras hasta otro dormitorio del chalé, en el que estaban las dos hijas del matrimonio, a las que también agredió brutalmente. En su huida mantuvo un tiroteo con un agente de la policía y, finalmente, fue detenido cerca de una gasolinera de la M-40.

El relato de las psicólogas, Blanca Vázquez y Paz Ruiz, sobre la conducta de Arcan es aterrador. Dijeron que se trata de "un psicópata muy peligroso" que carecía de cualquier sentimiento de culpa ante sus fechorías. Comentaron que Arcan sufre un "trastorno de la personalidad" que no le exime de responsabilidad en sus actos y que distingue perfectamente el bien del mal. Lo que ocurre es que carece de empatía (no se pone en el lugar de quien sufre o a quien hace sufrir) y, por tanto, no tiene "sentimientos ni remordimientos por lo que hace". Según las psicólogas, el trastorno de Arcan "no tiene cura hoy por hoy", por lo que, si vuelve a salir de la cárcel, es bastante posible que vuelva a reincidir en su conducta delictiva. "Hay que procurar que no salga de la cárcel, ni siquiera con permisos", señalaron.

Según las psicólogas, a las personas psicópatas como Arcan les da placer situarse en "situaciones límite", tienen una amplia "versatilidad criminal" y "un grandioso sentido de la autoestima".

El juicio contra Arcan quedó ayer visto para sentencia en la Sección Séptima de la Audiencia de Madrid, bajo la presidencia de la magistrada Ana María Ferrer. Antes de las psicólogas prestaron declaración los forenses que practicaron la autopsia al abogado fallecido. Éstos señalaron que Castillo tenía tres tipos de heridas: contusiones (las que le causó Arcan en la cabeza con el puño del machete que portaba), lesiones por arma de fuego, una en la mano y otra en el pecho. Tras oír los pasos del intruso, el letrado se despertó y al ver que le encañonaban con un revólver, puso la mano. La bala atravesó la mano y se alojó en la cavidad torácica. A la esposa del letrado le disparó en la zona de la pelvis. De no ser por la rápida intervención de la policía y los efectivos sanitarios, podía haber muerto desangrada.

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El fiscal decidió elevar su petición global de pena de 70 a 75 años de cárcel. Y desgranó una tras otra las, en su opinión, contundentes pruebas que apuntan a Arcan como autor de estas atrocidades. El acusador público explicó que en la chaqueta del chándal de Arcan aparecieron manchas de sangre que las pruebas del ADN han demostrado que pertenecían al abogado fallecido; también se refirió al proyectil hallado en el tórax de la víctima y que fue disparado desde el revólver que Arcan portaba ese día y que un policía recogió del suelo tras un tiroteo con él. También aludió al reconocimiento directo de las víctimas y a las declaraciones de los otros coacusados, los españoles Manuel España y Julio Rodríguez y el rumano Daniel Popa. Sobre éstos señaló que alentaron a Arcan a cometer un robo en el chalé, pero que ignoraban las atrocidades que éste iba a cometer en su interior.

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