La herencia
El País Valenciano -en la jerga oficial, Comunidad Valenciana, es decir, un país sin nombre propio- figura a la cabeza de todas las comunidades autónomas en la deuda pública relacionada con el PIB, que supone el 10,4%. Eso acaba de poner en claro el informe del Banco de España referido al primer trimestre de este año. También en esto somos campeones. El señor Zaplana se llenaba la boca pregonando que estábamos a la cabeza en todo y que éramos la envidia del mundo mundial. El nuevo consejero de Economía, Gerardo Camps, ha declarado a través de un comunicado de su departamento que "es un endeudamiento asociado a la inversión productiva que redunda en la mejora del bienestar social, educación, sanidad, infraestructuras, elevando la calidad de los servicios de nuestra Comunidad". ¿De verdad, de verdad, se cree lo que dice? ¿De verdad cree que ese endeudamiento ha redundado en una mejora, por ejemplo, de la educación? ¿En qué situación se encuentra la necesidad de nuevos colegios? Relaciona este endeudamiento con la "inversión productiva". ¿Nada més? ¿Y la inversión en grandes proyectos como Terra Mítica, que no cesa de generar pérdidas, con grandes problemas de financiación? ¿Es ésta una inversión "productiva"? ¿O más bien es una inversión "mítica"? Comprendo que tenga que justificar, de alguna manera, el despilfarro de fondos públicos llevado a cabo por el anterior president, hoy ministro. Pero convendrá conmigo que ha venido a hacerse cargo de su departamento en un momento en que las finanzas se encuentran en una situación preocupante. Es la herencia recibida. Por eso quiero desearle, desde esta columna, mucho acierto al ir recomponiendo esta situación. Confío en su capacidad para poder lograrlo. Sobre todo, si pone freno a las inversiones, más propagandísticas que productivas, que tanto gustaban a las manías de grandeza del anterior inquilino del Palau. Aunque no creo que Camps padezca de ese mal. Esperemos que así sea. Entre otras cosas, porque la herencia financiera de Zaplana no permitirá demasiadas alegrías a la hora de gastar los dineros públicos. Pagar deudas y atender lo más urgente y necesario.
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