Nipones malhablados
El éxito tiene estas cosas: tras la gran aceptación que la serie japonesa Shin chan está obteniendo, desde hace dos años, en las cadenas autonómicas españolas, aquí llega, con un tufillo oportunista más que notable, el primer largometraje protagonizado por el avispado niño del mismo nombre. Y de oportunismo se le puede catalogar, toda vez que fue rodado originalmente en 1997, origen de una tendencia que, en su país de origen, cuenta desde entonces con al menos un título por año, todos de inmensa repercusión en taquilla.
El hecho de que una serie de culto como South Park haya preparado, con su vocación sicalíptica y su desmadrado sentido crítico de las instituciones, a las audiencias más menudas para absorber su impacto quizás explique el éxito de una serie que, de otra manera, tal vez se quedaría sólo en una más de las que explotan lo explícito, la violencia y lo chocante de algunas situaciones y personajes (aunque hay que aclarar que la serie es mucho menos interesante que la americana). Pero, sea por lo que sea, Shin chan, la película se demuestra un cruce entre la inagotable vena fantástico-terrorífica nipona y ciertas referencias insólitas que incluyen travestidos dispuestos a salvar el mundo, madres posesivas, una banda de gánsteres femeninos, más un enigmático, brutal extranjero (el mal, ya saben, siempre viene de fuera).
SHIN CHAN - LA PELÍCULA
Director: Keiichi Hara. Intérpretes: filme de animación. Género: animación fantástica. Japón, 1997. Duración: 100 minutos.
Dios libre a este cronista de la funesta manía de arriesgar pronósticos sociológicos: conste en acta tan sólo su estupor por las peripecias en que los responsables del asunto meten al procaz niñito, su hermanita recién nacida y sus atribulados padres. Aunque seguramente los padres que dejan ver a sus hijos estos dibujos saben mucho más que él de estas cosas.
Babelia
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