Mueren los dos ocupantes de una avioneta al tratar de apagar un incendio en el Solsonès
Los fallecidos, un bombero y su ayudante, descargaron 3.200 litros de agua cerca de Navès
Los dos tripulantes de una avioneta que actuaba en la extinción de un pequeño incendio en un punto de difícil acceso de la sierra de Busa, en Navès (Solsonès), fallecieron ayer al estrellarse el aparato en un bosque. La avioneta, del tipo Air Tractor, había despegado de la base de Sabadell y era uno de los seis aparatos de este tipo que la Generalitat contrata para reforzar la vigilancia y la extinción de los incendios forestales en verano. Los fallecidos son Jordi Mur, bombero de Barcelona, que pilotaba el aparato, y el operador Adrián F. M., de origen argentino.
Los bomberos recibieron el aviso del accidente en el centro de control de Bellaterra poco después de las doce de la mañana, tras haber perdido el control de la avioneta. Pilotaba el aparato un experimentado instructor de vuelo que además era sargento de los bomberos del Ayuntamiento de Barcelona, Jordi Mur, de 53 años, que en los meses de verano pedía una excedencia para poder trabajar con los medios aéreos de la Generalitat. Su compañero era un operador de 29 años, Adrián. F. M., de origen argentino.
La avioneta pertenecía a la compañía privada Avialsa, de Sagunto (Valencia), que confirmó la experiencia del piloto y su vinculación al aeroclub de Sabadell. Hay tres avionetas como ésta en el aeropuesto de Reus y dos más en el de Sabadell, que hacen rutas de vigilancia según las zonas de máximo riesgo de incendios. Además, el Gobierno catalán dispone para esta campaña de dos aviones Canadair CL-215 T y 20 helicópteros de tipos diversos para tareas de vigilancia y de extinción.
La consejera de Interior, Núria de Gispert, que se trasladó al lugar del accidente, explicó que el aparato había descendido para descargar el agua que llevaba sobre una zona afectada por las llamas, alrededor de una hectárea, en una vaguada de la serra de Busa. La zona es un lugar de difícil acceso y por este motivo acudió un vehículo aéreo para sofocar un incendio que en principio tenía poca importancia, según fuentes de los bomberos de la Generalitat. Los pilotos lograron descargar los 3.200 litros de agua del depósito, pero no pudieron remontar el vuelo. El aparató se estrelló contra los árboles y luego se incendió. Para sofocar el primer incendio, el que ocasionó el accidente, fue necesaria la intervención de dos avionetas más de las que los bomberos conocen como de vigilancia y ataque y un helicóptero bombardero.
Los bomberos de la Generalitat esperan que Aviación Civil emita el informe del accidente para analizar sus causas, aunque inicialmente sólo se encontraban la explicación de que se hubiera producido un error humano o una avería del aparato, que quedó reducido a un amasijo de hierros.
De Gispert subrayó tras el accidente que avionetas como la siniestrada ayer "realizan un servicio de alto riesgo, tanto para rescatar personas como para acercarse a un incendio y descargar el agua". Según De Gispert, el paraje donde ocurrió el accidente es un lugar con una pendiente muy pronunciada, de muy difícil acceso, por lo que la avioneta tuvo que bajar unos 250 metros. La consejera subrayó el valor de la tarea que realizan los bomberos y trabajadores que participan en la extinción de un fuego forestal. "Prestan un servicio muy importante al país. Esas personas arriesgan su vida y este accidente es muy doloroso", dijo.
Josep Arola, responsable de la zona centro de los bomberos de la Generalitat, explicó ayer que durante la noche del miércoles al jueves se produjeron descargas eléctricas atmosféricas que producen lo que se denomina fuegos adormecidos. Al tener conocimiento de la tormenta, se requirió para la mañana de ayer la colaboración de las avionetas y de efectivos de los Grupos de Refuerzo (GRAF) para que descendieran de un helicóptero y sofocaran los primeros conatos de incendio. En el primer vuelo de esta operación sucedió el accidente, según Arola.
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