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Miles de congoleños huyen de Bunia por temor a un nuevo ataque

Las milicias abandonan la ciudad ante el ultimátum de las tropas europeas

Ramón Lobo

Bunia amaneció sumida en el caos, pero sin armas en las calles. La Fuerza de Despliegue Rápido (FDR) de la Unión Europea amplió en 24 horas el ultimátum de tres días para facilitar el acatamiento de la orden de desarme. La consecuencia de ese repliegue guerrillero ha sido el éxodo de miles de civiles temerosos de un ataque de los lendu, acampados a pocos kilómetros.

Durante la noche del lunes y la madrugada del martes, decenas de camiones y automóviles atestados de milicianos hema de la Unión Patriótica Congoleña (UPC) abandonaron Bunia entre cánticos y proclamas. Se replegaron a las primeras líneas del frente, trasladando a los pueblos del extrarradio la inseguridad vivida en la ciudad. Preguntado el portavoz de la FDR, coronel francés Gerard Dubois, cuál será la reacción de sus tropas si se produjeran abusos en esas aldeas, el militar dejó claro que las afueras de Bunia no son parte del mandato recibido.

El barrio de Mudzipela, en el norte de Bunia, se encuentra a dos kilómetros del río Shari, donde la UPC cavó trincheras, pues es una zona de confrontación. Ya no quedan allí milicianos, sólo una patrulla francesa emboscada. La población no ve a esos soldados de la FDR y emprendió la huida. La carretera de tierra, que conduce a las minas de oro de Iga-Barier, se inundó de decenas de miles de personas cargadas de lo esencial: colchones y ollas de cocina.

Desprotegidos

Algunos, como Safari, de 21 años, culpan a los franceses: "Han obligado a la UPC a irse, pero no han traído tropas. No saben cómo actúan los guerrilleros lendu. Nos sentimos desprotegidos". Otros aseguran que fue la UPC la que les forzó a marchar hacia la ciudad infundiéndoles miedo. El coronel Dubois confía en que en breve se habrán ganado la confianza de una población que parece aterrorizada.

Gran parte de la gente que se fue de Mudzipela por la noche regresó ayer durante el día. Pero por la tarde se produjo otro éxodo masivo e inesperado. Esta vez eran habitantes de Bunia los que salían de la ciudad en dirección al aeródromo. Decían que la milicia lendu había entrado desde el sur. Fue otro rumor, que fuentes de la Misión de Naciones Unidas para Congo (Monuc) atribuyen a la UPC: "Tratan de demostrar que son imprescindibles para proteger a los civiles".

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Aunque los pick-up (todoterrenos artillados) ya no recorren impunes las bacheadas calles de la capital de Ituri, se huele el miedo en la población. La Monuc dispone de Radio Okapi para contrarrestar la desinformación interesada, una emisora que escuchan hasta los propios guerrilleros. Algunos agentes de la Policía Nacional Congolesa (nada que ver con los que se hallan en el aeropuerto) se dejaron ver ayer por primera vez en Bunia. Robert, de 30 años, es uno de ellos. "Antes de la guerra éramos 700; ahora, quedamos 100. (...) Nunca hemos tenido problemas con las guerrillas. Cuando entraron en mayo los lendu, nos replegamos. Lo mismo que cuando llegó la UPC. Sólo cuando se marchan volvemos a salir".

Una mujer pasa a junto a un vehículo de las fuerzas especiales francesas a las afueras de Bunia, al este de Congo.
Una mujer pasa a junto a un vehículo de las fuerzas especiales francesas a las afueras de Bunia, al este de Congo.AP

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