Golpe de estado inmobiliario
Día 17 de junio. Son las seis de la tarde y decido hacer una escapada rápida a recoger unos libros que había encargado. Opto, dadas las prisas, por elegir una de las opciones inteligentes que nuestro Ayuntamiento patrocina aunque no practique ninguna política que lo favorezca (ya saben: taxi+Bus+Metro. La opción inteligente). Le toca al taxi. Subo y me encuentro con una de las infinitas tertulias. La cosa iba del affaire de Madrid y un fogoso contertulio utiliza la expresión de "golpe de estado inmobiliario". Tengo que reconocer que el "notición" de Madrid me dejó días atrás bastante frío. Seguramente todavía me duraba el cabreo electoral y liquidé con un "i encara passa poc" (siempre la sabiduría d'Ovidi) a quienes intentaban contagiarme la trascendencia del nuevo episodio. Me quedé con la copla del "golpe de estado inmobiliario" y empecé a leer y recortar un buen número de artículos de EL PAÍS y el Levante-Mercantil Valenciano y, eventualmente, La Vanguardia, que es la prensa que, habitualmente, hay en casa.
Quizá la dirección del PP no haya urdido la jugada pero hay que reconocer que, incluso en ese caso, la cosa no les podía haber salido mejor. Una vieja trama de corrupción transversal, en acertada opinión de Javier Pradera, muy extendida en el suroeste de Madrid y de la que nos vamos enterando poco a poco (Navalcarnero, Alcorcón, Boadilla del Monte...), constituye el telón de fondo. Telón en el que alcaldes, arquitectos de dudosa moralidad como Leopoldo Arraiz y nuestros flamantes promotores Bravo y Vázquez y su empresa Euroholding se esmeran en tejer y destejer, bordar paisajes y diseñar tapices. Y, de guinda, un personaje un tanto turbio como Ricardo Romero de Tejada (que sólo es secretario general del PP de Madrid) que tiene buenas relaciones -lo cual no es un delito- con los promotores de marras, que "no ve mal" pactar con ex expulsados del PP para recuperar la alcaldía de Sevilla la Nueva y al que no le molesta que se le apunten al partido en bloque 76 nuevos militantes, familiares y amigos de Bravo y Vázquez, a pesar de las advertencias por escrito de la alcaldesa de Villaviciosa de Odón, de su propio partido.
Y es en este telón en el que, ¡¡zas!! , aparece una nueva escena: los balbases, Tamayo y Sáez, que deciden ausentarse en la primera convocatoria de la Asamblea de Madrid (con habitación de hotel y guardaespaldas a costa de los promotores) y que, arpíamente, reiteran su fidelidad a Simancas, "si no se entrega a IU". Desconcierto, descrédito evidente para el PSOE, y un empeño tozudo del PP de que la "única salida" es la convocatoria de elecciones, sabedores de que el deterioro de imagen del PSOE les puede dar la victoria. Lo dicho, jugada maestra aunque no haya sido decidida por la cúpula del PP sino fruto de una trama, eso sí, conocida y permitida. Ni Maquiavelo.
En esta tragicomedia de tantas enseñanzas útiles hay tres elementos que incitan ,en mayor o menor medida, a la reflexión: los tránsfugas, los partidos y la democracia. De los tránsfugas no hay mucho que decir: hieden. Los "renovadores por la base" parece que lo único que intentaban renovar era su patrimonio. Los partidos dan bastante más juego. Empezando por el PSOE, donde la renovación se ha quedado a medias (bien que lo sabemos en estos lares). Donde la cultura de las "familias" persiste y en el que como, aunque no se diga ni defienda, sigue siendo cierto aquello de que el fin justifica los medios, ergo hay que "pacificar" el partido y ello pasa por admitir la presencia de balbases en las listas.
Puedo entender el "prietas las filas" y en no dar señales de debilidad (como alguna dimisión) pero hasta un ciego ve que las aguas todavía no bajan limpias en el PSOE y que los ciudadanos merecen una explicación que no sea la pirueta de Blanco en la Ejecutiva Federal echando balones fuera ("recordó que el Comité Federal tiene la última palabra") o el esperanzador mensaje de que ("en la reunión no se avanzó nada sobre la creación de nuevos mecanismos de vigilancia para que los candidatos socialistas sean de probada honradez. Los habrá, pero todavía no se ha ideado el sistema, reconocieron en la ejecutiva"). Claro que los hay, listillos.
Que las aguas no bajan limpias en el PSOE es hecho tan probado como que el PP es pez de aguas turbias como se encargan de demostrar las tramas de Madrid y de... (me ahorro el listín). Además, como recordaba un editorial de EL PAÍS el día 18 de junio (También el PP), además de la participación activa de "segundas filas" en los affaires, la credibilidad del PP también está en juego porque no es casualidad que esta trama deseara ver gobernando al PP en la Comunidad de Madrid. Como avisaba en el mismo medio un día antes Miguel Ángel Aguilar "puede haber para todos". Que Javier Arenas haga de Don Tancredo, se rasgue la vestiduras e interponga querellas a diestro y siniestro no sólo es una nueva prueba de cinismo sino una huida hacia delante intentando echar tierra sobre las múltiples y sospechosas coincidencias y la probada propensión del PP a la connivencia con los intereses del capital inmobiliario.Me recuerda a aquel pésimo actor que era Víctor Mature, que siempre alzaba la ceja y decía: ¿acaso insinúas? Pues claro que insinuamos señoría.
"Last but not least", la democracia, esa señora tan maltratada desde los griegos. Bueno, lo de "golpe de estado inmobiliario" (golpe antidemocrático en boca del moderado Zapatero) es una expresión que expresa un estado de ánimo. Me han soplado que, según Umberto Eco, el signo, es decir, la palabra, tiene significado cultural porque crea valores en un contexto social concreto y genera vínculos cohesivos en el seno de una comunidad determinada. Pues eso. El contertulio que utilizó la expresión generó, a buen seguro, múltiples vínculos cohesivos entre los oyentes. No se trata de hacer un tratado sobre si la expresión es jurídicamente permisible. Los golpes de estado tienen causas más directamente ideológicas. A Franco no le gustaban las conspiraciones judeomasónicas y Milans del Bosch y los Tejeros no tragaban con comunistas y separatistas. Vázquez y Bravo son más prosaicos. Total, sólo quieren forrarse (¿les recuerda algo la expresión?) y, eso sí, no paran en mientes. Y si hay que manipular la voluntad popular, pas problème.
Como no podía ser de otro modo, los promotores inmobiliarios no tardaron en reaccionar , quejándose de que se les utilizara como chivo expiatorio (Levante 17 de Junio), y pidiendo que no se les criminalice por un "garbanzo negro". Hombre, si fuera uno... Vale que debe evitar la criminalización apriorística. Pero si hay un sector que haya demostrado comportamientos escasamente éticos, éste es el inmobiliario. Alguien decía que todos tenemos un precio y que lo importante es que no se sepa cuál es. Los promotores inmobiliarios tienen una excelente base de datos sobre el precio al que "pájaros" como Tamayo y Sáez se acomodan en la jaula. O sea que, señor Rafael Santamaría, presidente de la Asociación de Promotores Inmobiliarios de Madrid, menos humos. Y a Vds, queridos lectores, que Dios les coja confesados, como dice el refrán, porque habrá que tener ojos para ver, oídos para oír y mucho fuste para aguantar.
Josep Sorribes es profesor de Economía Regional y Urbana de la Universidad de Valencia.
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