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CRISIS EN LA COMUNIDAD DE MADRID
Columna
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Que Beckham se haga del PSOE

Era mucho antes del alba y el anemómetro era incapaz de registrar viento alguno de Levante ni de cualquier otra procedencia. En una terraza de la Gran Vía, entre Callao y la Red de San Luis en la acera de los pares, un pequeño grupo opinante de periodistas, que venían de enfrentarse ante los micrófonos de la emisora cercana, sentados en corro, se enzarzaban de nuevo en la discusión sobre el golpe de los inmobiliarios y afines asimilables decididos a inutilizar el resultado de las elecciones de hace un mes en la Comunidad de Madrid. Trataban sobre la situación de deterioro creada por la defección traidora de los tamayos y balbases. Parecían concordes en la necesidad de que los tres partidos PP, PSOE e IU con representación en la Asamblea adoptaran de urgencia medidas radicales que devolvieran el prestigio y la credibilidad básica a la política. Fue entonces cuando uno de los presentes adujo que los comportamientos exhibidos por los tamayos, balbases, tejadas, bravos y vázquez se ajustaban a la certera observación de nuestro Cuco Cerecedo, según la cual "los gánsteres que discuten en un garaje por el reparto del botín huyen juntos en el mismo coche al oír la sirena de la policía".

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Enseguida, otro del corro emprendía una búsqueda audaz por la arriesgada pendiente de las soluciones imaginativas si los socialistas quisieran salir de la situación penosa a la que habían llegado mediante la suma de las propias torpezas y de los incentivos más o menos resistibles brindados por unos competidores políticos empeñados en permanecer en el poder. Así formulaba una propuesta regeneradora cara a los comicios de 2004. Partía de recordar que el provecho constructivo en forma de cuatro torres ejemplares, verdaderos hitos históricos de una corporación municipal muy determinada, traía causa de la recalificación urbanística de la Ciudad Deportiva del Real Madrid y había bendecido muy preferentemente al PP. Por eso reclamaba que ahora la ventaja política debería concedérsele en justa compensación a sus competidores de Ferraz. En resumen, se trata de que la nueva estrella blanca, Beckham, se haga del PSOE.

Otra cosa es reconocer que por mucho que los partidos anden a la greña y rehúyan la asunción de responsabilidades dentro de sus respectivas aguas jurisdiccionales, hay un daño emergente que afecta a las instituciones de la Comunidad de Madrid y que socava la confianza de la ciudadanía. En esta situación es muy de agradecer el comportamiento del presidente saliente, Alberto Ruiz-Gallardón, decidido por el momento a ausentarse de la bronca, mientras que resulta repudiable la actitud del todavía presidente del Gobierno, José María Aznar, empeñado como siempre en sacar provecho personal y para su partido, sin ofrecer el menor respeto ni la más leve contribución a los acuerdos y consensos deseables para salir del laberinto. ¿Es que después de ocho años en La Moncloa y con la cantidad de agua y de escándalos que ha visto pasar bajo los puentes -caso Naseiro, caso Zamora, caso Túnel del Sóller, caso Ercross, caso Gescartera, caso cuentas secretas de clientes preferentes a base del vicepresidente segundo, Rodrigo Rato, en el HSBC, caso Prestige y chapapote incesante, caso AVE a Barcelona, caso Yakovlev 42D con 62 militares muertos, Operación Chamartín, Valdebebas, Sanchinarro y otros PAUS, nuevo aeropuerto de Campo Real...- Aznar y su cocker pueden pretender que siguen ilesos? ¿Es que además de denunciar las corrupciones ajenas han depurado sin contemplaciones los abusos detectados en las propias filas?

En resumen, que en momentos de desolación como los que ahora vive el PSOE cunde la tentación de atribuir los propios desaciertos a los procedimientos de crítica y debate interno, como si ese sistema democrático equivaliera de modo irremediable a socavar el liderazgo. Apena que en algunos escaños socialistas se tribute hacia el competidor del PP un reconocimiento admirativo y bobalicón, sin atender a que la doctrina resulta siempre de un itinerario y sin recordar que las imitaciones miméticas llevan por senderos deplorables. En todo caso, sabemos de éxitos culminantes de los que algunos triunfadores podrían estar ahora derivando conclusiones letales, de esas que bloquean la posibilidad de proseguirlos. Además, tenemos aprendido en Por encima de toda sospecha, la última novela de Joaquín Leguina, que "los negocios ilegales se basan en la confianza mucho más que los legales". Es decir, cuidado con la gente de confianza. Cuánto mejor la gente leal.

Los diputados de IU, ayer en la Asamblea de Madrid.
Los diputados de IU, ayer en la Asamblea de Madrid.G. LEJARCEGI
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