Clases particulares
He decidido matricular a mi hijo de ocho años en clases particulares de religión. Por mi culpa, y de su madre, lleva un considerable atraso académico en tan excelsa asignatura.
Espero, y deseo, que tal mancha en el expediente se olvide con el tiempo y que nadie, singularmente peperos y curas, se acuerde de la debilidad de sus padres. No puedo seguir escribiendo, en casa no hay Biblia y vamos a salir a comprarla.
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