_
_
_
_

La inmigración satura la escuela de Puigcerdà

El centro acoge anualmente a 30 alumnos desde hace seis años

La Cerdanya vive inmersa en una fiebre inmobiliaria y su consiguiente incremento demográfico. Los inmigrantes suramericanos acuden a Puigcerdà para incorporarse a las tareas vinculadas a segundas residencias: construcción, hostelería, jardinería o empleo doméstico. Los trabajadores no vienen solos. Sus hijos han desbordado previsiones y saturado una moderna escuela que hace ocho años empezó siendo idílica. Durante los últimos seis años, la escuela ha recibido cada curso entre 20 y 40 nuevos alumnos, y ello ha obligado al Ayuntamiento a habilitar otros locales.

La escuela Alfons I, la única pública, ha ido saliendo del apuro reconvirtiendo en aulas -cada año una nueva- espacios destinados al refuerzo escolar, la enseñanza de música, los idiomas o la psicomotricidad, pero se plantó cuando el Departamento de Enseñanza le propuso tocar el último espacio que les quedaba: el gimnasio. "No podemos hacer gimnasia en el patio. En invierno hace frío y nieva a menudo. Además, eso significaba quedarnos sin espacio para las reuniones de padres o espectáculos teatrales", explica Antoni Sánchez, director de la escuela. Al final, el consistorio les cedió unos locales que el próximo curso deberán convertirse en tres clases para los alumnos de sexto.

"Durante los primeros años pensábamos que el siguiente dejarían de llegar tantos nuevos alumnos, pero ahora no veo síntomas de que remita", explica Sánchez. El director, conocedor del flujo de inmigrantes, aventura que durante el próximo curso podrían llegar al municipio entre 30 y 40 nuevas familias con hijos.

La ampliación del centro con seis nuevas clases y una aula de música, que debía haberse terminado este curso, todavía no se ha iniciado. La dirección del centro tiene el compromiso de Enseñanza de que las obras se adjudicarán en otoño y durarán ocho meses.

A pesar del creciente flujo de la inmigración, el colegio no tiene elevados porcentajes de extranjeros y dista mucho de los guetos en que se han convertido las escuelas de algunos barrios inmigrantes de Cataluña. Los alumnos que llegan son de distintas edades y se reparten entre diversos cursos. No obstante, el equipo del centro lamenta que la inmigración suramericana reciba menos apoyos para la integración, al considerar que no existen problemas graves de comunicación. Los profesores aseguran que la tarea de integrar a alumnos monolingües castellanos a la enseñanza en catalán también requiere un gran esfuerzo. Puigcerdà ha ganado 2.000 habitantes en los últimos dos años.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_