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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Americanófobos y americanófilos

En la solapa de la traducción del reciente libro de Revel aparecido en castellano se cita el laudatorio juicio de la prensa francesa acerca de su contenido. El lector puede estar parcialmente de acuerdo: no es el mejor Revel, que ha perdido bastante desde "la recuperación democrática", pero es un buen Revel que vuelve, además, a sus orígenes.

Ni Marx ni Jesús (1970) fue el primer libro importante de este personaje poco simpático, brillantísimo polemista, culto, sarcástico, contundente, capaz de enfrentarse a la opinión de la mayoría y heredero de los intelectuales de otros tiempos. Revel en este primer libro enunciaba lo que, con el paso del tiempo, se ha demostrado una gran verdad: la gran revolución de los años sesenta no fue la de los guerrilleros, ni la de los estudiantes parisienses del 68, ni la de un marxismo abrumadoramente dominante en las ciencias sociales del momento. La verdadera revolución tuvo lugar en las costumbres y nació en Estados Unidos.

EL AMIGO AMERICANO. DE FRANCO A AZNAR: UNA ADHESIÓN INQUEBRANTABLE

Carlos Elordi

Temas de Hoy. Madrid, 2003

196 páginas. 16 euros

LA OBSESIÓN ANTIAMERICANA. DINÁMICA, CAUSAS E INCONGRUENCIAS

Jean-François Revel

Traducción de Carlos Manzano

Urano. Barcelona, 2003

247 páginas. 15 euros

Ahora, en este libro escrito antes de la guerra de Irak, Revel percibe al reverdecer del antiamericanismo en unos movimientos antimundialización confusos y dotados de todo tipo de ideas simples acerca de lo que sea Estados Unidos. Tiene toda la razón en la mayor parte de sus afirmaciones: ni la globalización ha traído la pauperización, ni los protestatarios hacen otra cosa que remedar una supuesta revolución que está lejos de sus posibilidades. Acierta de modo especial cuando afirma de este antinorteamericanismo que no es una actitud popular sino derivada del punto de vista de una porción de la minoría dirigente europea y que su resultado no es más que un agravamiento del unilateralismo USA. Pero a Revel se le pueden achacar, a su vez, dos desmesuras: tiene casi siempre razón en la autocrítica flagelatoria que hace de Europa, pero omite cualquier referencia a la actual política exterior norteamericana. Y además peca por exceso a la hora de dejar bien a este último país en donde, a diferencia de Francia, la integración étnica o el comercio de armas estarían mejor resueltos que en esta última. En fin, ese antinorteamericanismo visceral tiene una modesta influencia en el conjunto de la opinión pública salvo casos excepcionales.

Los manifestantes contra la guerra de Irak fueron, en su mayoría, ejemplares; los redactores de los manifiestos de convocatoria bien harían en leer este libro. En cambio para los entusiastas de la política exterior de este Gobierno no le haría ningún mal leer el de Elordi. Lo que nos ofrece en realidad es el conjunto de la trayectoria de la política exterior de Aznar. Está muy bien visto en ella un punto de partida muy claro en aquellas líneas del libro La segunda transición en que se propone librar a España de "complejos históricos" y dotarla de una "nueva leyenda". En cambio me parece que es discutible la conexión entre la americanofilia del PP y el franquismo; la primera es entusiasta, la segunda era, para los dirigentes de entonces, algo inevitable y siempre sujeto a tensiones. La izquierda puede guardar el recuerdo de la obvia identificación entre Estados Unidos y la dictadura; pero eso vale sólo para su sector más elemental y, por supuesto, no para una buena mayoría de los dirigentes del PSOE.

Elordi tiene mucha razón al descubrirnos el motivo de la conexión entre Blair y Aznar. El primero es reticente al europeísmo y posee, por tradición una conexión histórica con Estados Unidos; hasta cierto punto la "tercera vía" asumió algunos de los puntos en que se basó la política de Margaret Thatcher. Si a todo ello sumamos la condición de España como potencia europea de envergadura pero necesitada de pactos al menos ante las de primera fila, queda bien claro que en la pareja Aznar-Blair hay más que simpatía personal. Pero, ¿qué decir del alineamiento total con Bush? Elordi parece atribuirlo a un error de cálculo que puede haber existido pero que nació también sin duda de los principios liberales, proclives al republicanismo norteamericano, en que siempre ha basado Aznar su política. El último capítulo del libro de Elordi se titula El naufragio, pero, a estas alturas, no parece que el presidente haya pasado por tamaño accidente de ruta.

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