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"Cuando uno no tiene nada que ocultar, las cosas acaban poniéndose en su sitio", dijo el vicepresidente

Las sombra del HSBC empezó a planear sobre el vicepresidente económico, Rodrigo Rato, en otoño de 2001, durante la investigación parlamentaria de Gescartera. Allí, el entonces director general del HSBC, Jaime Galobart, contestó con un rotundo "lo niego" a la pregunta de la diputada socialista Maite Costa sobre si su banco había concedido "directa o indirectamente, facilidades crediticias a algún miembro del Gobierno o a sus familiares".

Enseguida se supo que el HSBC había concedido, el año anterio, un crédito de 525 millones de pesetas a la empresa Muinmo, en la que el vicepresidente tenía una participación superior al 10%. La empresa ya ha devuelto casi 600 millones por ese crédito mientras mantenía que su facturación en ese periodo iba a ser de sólo 200 millones.

Ahí empezaron varios problemas para Rato: El primero porque el máximo responsable del HSBC en España no había dicho la verdad en el Parlamento, y la oposición interpretó que lo hizo para encubrir al vicepresidente. El segundo porque los beneficios de Muinmo eran muy inferiores a las cantidades necesarias para devolver el crédito en dos años y se podía interpretar que Rato había tenido trato privilegiado. El tercero porque Muinmo contrata con las administraciones públicas y el vicepresidente habría incumplido la Ley de incompatibilidades.

El ministro fue sometido durante varios meses a una batería semanal de preguntas por parte de la oposición socialista. En todas contestaba que él no gestionaba Muinmo y, por tanto, no tenía nada que ver con el crédito. En la comisión Gescartera, el 29 de octubre de 2001, declaró: "Sobre los préstamos quiero decir que no encontrarán ustedes un sólo préstamo concedido a mí personalmente o a empresas en las que yo haya participado que haya sido provisionado por el banco o que se haya pagado con un interés que no fuera el del mercado. Ni un solo caso".

Un año después, en la sesión de control al Gobierno, agradeció a los socialistas que le "indicaran tan claramente cuál era su motivación" durante ese tiempo: "expulsarle de la vida política". Rato siempre apostillaba: "Cuando uno no tiene nada que ocultar, las cosas acaban poniéndose en su sitio".

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