Una joven hondureña, acusada de la muerte de 19 inmigrantes en Tejas
Las víctimas se asfixiaron al ser abandonadas por contrabandistas en un remolque
Karla Patricia Chávez, una hondureña de 25 años, fue acusada ayer junto a otras 13 personas de la muerte en horribles circunstancias de 19 inmigrantes en Tejas. Los inmigrantes perdieron la vida hacinados en un remolque tras haber cruzado ilegalmente la frontera mexicana, en la mayor tragedia de este tipo ocurrida en EE UU. Chávez estaba al frente de una amplia red de contrabandistas que operaban en la zona y cobraban entre 1.500 y 1.900 dólares por un viaje hacia el sueño americano.
El pasado 14 de mayo, 19 inmigrantes indocumentados procedentes de México, El Salvador, Honduras y la República Dominicana murieron asfixiados y deshidratados, sofocados por el calor y la falta de oxígeno, tras ser abandonados en un camión remolque en la localidad tejana de Victoria, a unos 100 kilómetros de Houston. Entre ellos se encontraban un niño de cinco años y un anciano de 90. Diecisiete murieron en el lugar del suceso y otros dos en el hospital. Formaban parte de un grupo de 74 personas que intentaban entrar ilegalmente en EE UU.
Karla Chávez controlaba una red de un centenar de coyotes o contrabandistas que se dedicaban a pasar a los indocumentados, almacenarlos en lugares seguros cerca de la frontera y luego transportarlos a otros Estados del país. Afincada legalmente en EE UU, Chávez trabajaba hasta hace poco en una fábrica de tejanos Levi's cerca de Houston.
Chávez huyó a Honduras el 14 de mayo tras enterarse de que el conductor del remolque había abandonado su cargamento. Fue detenida cuando trataba de cruzar la frontera con Guatemala el pasado fin de semana y deportada inmediatamente a EE UU. Mientras tanto, la policía ya había detenido a otros miembros de su red, entre ellos la familia formada por Víctor Rodríguez, de 55 años, también conocido como Don Víctor, su mujer, Emma, y su hijo Víctor Jesús, de 37, que administraban una de las casas donde se agrupaban a los ilegales antes de transportarlos.
Se calcula que cada año unos 300 inmigrantes mueren intentando cruzar los más de 3.000 kilómetros de frontera entre Estados Unidos y México.
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