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La reforma que enterrará parte de la M-30 costará más de 2.000 millones

Ruiz-Gallardón estudia distintas formas de financiación para su proyecto más emblemático

La reforma de la M-30, el proyecto más emblemático del nuevo alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, costará a las arcas municipales más de 2.000 millones de euros, según fuentes del PP. ¿Cómo afrontar un gasto tan colosal? El equipo del regidor estudia diversas fórmulas de financiación, entre ellas, la creación de una empresa pública específica que acometería las obras y asumiría la deuda (como ha ocurrido con la construcción del Metrosur). También habrá, probablemente, un tramo con peaje en la sombra -las constructoras adelantan el dinero y luego el Ayuntamiento, no los conductores, paga un canon anual-; otra parte de la obra se pagaría con cargo a fondos europeos, y otra más sería "cofinanciada" con el Gobierno central.

El coste previsto de las 19 actuaciones de reforma de la carretera de circunvalación M-30, anunciadas a bombo y platillo por Alberto Ruiz-Gallardón durante la campaña electoral, equivale, aproximadamente, a todo el presupuesto anual del Ayuntamiento (que asciende a 2.430 millones de euros, más otros 1.000 millones asignados a empresas municipales). Los técnicos del equipo del nuevo alcalde llevan semanas pensando en fórmulas de financiación que no comprometan el resto de inversiones municipales y permitan, a la vez, culminar en un plazo de cuatro años la reforma de la carretera.

La parte más aparatosa y costosa de la obra consiste en el enterramiento de 12 de los 30 kilómetros de autovía: más de cuatro kilómetros junto al río Manzanares, otros tres para evitar los atascos del nudo sur y 4,4 kilómetros en un nuevo tramo norte subterráneo, paralelo a la actual avenida de la Ilustración.

El modelo de financiación pensado en un principio para enterrar esos 12 kilómetros es el que ha empleado la Comunidad de Madrid para construir la M-45: el peaje en la sombra. Éste consiste en que las empresas adjudicatarias de la obra pagan por adelantado la construcción, y después reciben una cantidad anual en función del número de vehículos que usen la carretera. Ese peaje no lo pagan los usuarios, sino el gobierno correspondiente -en este caso, el del Ayuntamiento-, y queda consignado en los presupuestos.

Fuentes del equipo del alcalde señalan que la posibilidad de financiar el enterramiento de un tercio de la M-30 mediante el peaje en la sombra es una idea que está "en estudio", y que, en cualquier caso, no sería exactamente el mismo modelo que el empleado para la M-45. "Hasta dentro de unas semanas no sabremos con precisión cómo va a pagarse esta obra, sólo estamos barajando las distintas posibilidades", señalan desde el Ayuntamiento.

Ruiz-Gallardón se plantea también pedir fondos a la Unión Europea para financiar parte de la obra. Y, desde luego, cuenta con que el Gobierno central, cuando finalmente entregue la carretera al Consistorio -ahora es de titularidad estatal- acompañe una "cantidad de dinero" con la que se "cofinanciaría" otra de las actuaciones previstas: la mejora de las conexiones de la M-30 con las carreteras nacionales.

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Empresa pública

Pero la fórmula de financiación que adelantó como más probable el propio Ruiz-Gallardón tras ganar las elecciones municipales fue la que él mismo empleó, desde el Gobierno de la Comunidad, para la construcción del Metrosur: la creación de una empresa pública dedicada únicamente a realizar esa obra, endeudándose con las empresas constructoras. En el caso del Metrosur, el Gobierno regional creó la empresa Mintra, que debe ahora 2.500 millones de euros a varios contratistas. Ruiz-Gallardón es muy favorable a esa opción, entre otras cosas, porque la agencia europea Eurostat estableció, el pasado febrero, que el endeudamiento que asumía esa empresa no debía contabilizarse como parte de la deuda pública, lo que dejaba al Gobierno un margen mayor para seguir endeudándose.

Sin embargo, colaboradores del alcalde precisan que la decisión de aplicar ese modelo para financiar la gran reforma de la M-30 no está cerrada, porque la estructura interna del Ayuntamiento de Madrid es muy distinta a la de la Comunidad.

En cualquier caso, el nuevo alcalde de la capital está dispuesto a instaurar en el Ayuntamiento una política de Hacienda parecida a la que ha desarrollado en la Comunidad -y que es el extremo opuesto a la asumida durante estos años por el anterior regidor, José María Álvarez del Manzano-. Alberto Ruiz-Gallardón no está dispuesto a ahorrar a costa de no invertir. De hecho, una obra de las dimensiones de la reforma de la M-30 habría sido inconcebible para el anterior equipo municipal, empeñado en mantener las arcas públicas saneadas y contener la deuda, reduciendo las inversiones.

La política de Ruiz-Gallardón ha sido siempre la contraria: su idea es que los impuestos de los ciudadanos deben gastarse en obras, como el metro, "que luego son propiedad de todos los madrileños", aun a costa de endeudarse hasta las cejas. "Todas las grandes administraciones se endeudan, pero lo importante es tener una Hacienda solvente, y la madrileña lo es, porque entonces los bancos siempre renuevan los créditos, que es lo importante", argumentan desde el equipo del nuevo alcalde.

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