Los integristas triunfan en los órganos islámicos de las grandes regiones de Francia
Los radicales derrotan al rector de la mezquita de París, un moderado amigo de Chirac
Una organización radical, la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia (UOIF), ganó el pasado fin de semana las presidencias de las instancias representativas del culto musulmán en nueve regiones francesas, entre ellas las que rodean a París, Marsella y Estrasburgo, donde se concentra buena parte de la población de esta confesión religiosa. El resultado implica la derrota de un moderado y amigo de Jacques Chirac: el rector de la mezquita de París, Dalil Boubaker, de 62 años, designado hace sólo dos meses como presidente nacional del Culto Musulmán Francés.
El ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, se empleó ayer a fondo para impedir la dimisión de este dirigente. "No quiero ser el único que defiende un islam liberal. No puedo avalar una instancia que va a estar dominada por los integristas", declaró el rector de la mezquita de París, a quien Sarkozy ha disuadido de dimitir, al menos por el momento.
La UOIF defiende una concepción del islam inspirada en la de los Hermanos Musulmanes, pero rechaza la violencia y acepta las leyes francesas, en teoría. Está confirmada su presencia creciente en las periferias de las grandes ciudades, donde una parte de la juventud de origen inmigrante desarrolla un islam comunitarista y favorable a acentuar las señas de identidad.
Personas próximas a la mezquita de París consideran a la UOIF como "la parte emergida del iceberg" constituido por un islam "politizado y militante", supuestamente financiado por países del Golfo. Para nadie es un secreto que la mezquita de París dispone de financiación argelina y que la Federación de Musulmanes de Francia, constituida por inmigrantes procedentes de Marruecos, está considerada muy próxima a este país. Con una población musulmana estimada en cinco millones de personas, Francia es así el crisol de una lucha de tendencias inspirada desde diversos países.
Islam republicano
En ese magma se metió el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, como comadrona de un parto destinado, según sus palabras, a "sacar el islam de la clandestinidad y sentarlo en la mesa de la República". Las negociaciones empezaron a finales del año pasado y desembocaron en primavera en el órgano representativo del islam francés. La composición de la entidad a escala nacional fue prácticamente decidida entre pasillos y muy influida por Sarkozy, que se las arregló para integrar a todas las tendencias.
No obstante, los incidentes menudean. Sarkozy en persona acudió al último congreso celebrado por la UOIF, lleno de mujeres que en su mayoría portaban el pañuelo islámico y estaban sentadas en bancos separados de los de los hombres. El ministro se llevó una bronca de este auditorio al recordarles que todo el mundo debe mostrar la cabeza descubierta en las fotos de los documentos de identidad. No obstante, el semanario Le Canard Enchaîné ha descubierto que la superiora de una congregación carmelita, de origen polaco, ha obtenido un permiso de residencia pese a haberse fotografiado con la toca, lo que da a entender que la exigencia en cuestión no es tan estricta como parece.
A partir de ahora, la instancia representativa de los musulmanes queda presidida por un moderado que ha perdido casi todos sus apoyos en la base, puesto que sus candidatos sólo han ganado dos de las 25 presidencias regionales en juego. La UOIF ha triunfado en 9 regiones, otras 11 quedan en manos de la organización próxima a Marruecos y el resto van a parar al comité de coordinación de los musulmanes turcos, según datos muy provisionales. Entre las regiones ganadas por los fundamentalistas se encuentran la de la periferia de París, la de Provenza-Costa Azul y Alsacia, además de Burdeos, Poitiers o Nantes.
Las relaciones futuras pueden llenarse de tensiones porque los presidentes regionales serán los interlocutores de los poderes públicos en la construcción de mezquitas, sacrificios rituales y otros aspectos que afectan a la organización del culto. El predominio de la corriente radical augura también polémicas a propósito del velo islámico, que el Gobierno se ha propuesto prohibir en los centros de enseñanza.
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